Daigu Ryokan, cuyo nombre significa "gran tonto repleto de bondad" ocupa un lugar especial en el cariño del pueblo japones.
Conocido por sus poemas, encarna de forma ejemplar y diferente el arquetipo de la persona Zen, por su gran delicadeza y su profunda visión. Vivio como monje errante anonimo, pudiendo decir de si mismo:
Libre de ataduras, como una bruma arrastrada por el aire
me dejo llevar
hasta donde me quiere dejar el viento
A pesar de ello vivió las penurias de su tiempo, sufriendo enfermedades y soportando privaciones y enfermedades, y viviendo en la intemperie, en chozas y cabañas, diciendo de si mismo.
Tendido y solo en mi choza
no veo a nadie en todo el dia;
mi cuenco está en su saco, colgado en la pared,
mi bastón recogiendo polvo,
mis sueños van errantes por los montes y los campos, mi corazón vuelve a la aldea a jugar,
y allí me encuentro a todos los niños del camino,
esperándome como siempre
Su enseñanza se sintetiza en el poema siguiente:
"..el pasado quedó atrás, el futuro aún no ha llegado,
el presente se nos escapa;
las cosas cambian continuamente, sin ningún fundamento firme;
tantos nombres y palabras confusamente creados por sí mismos..
¿cuál es la utilidad de la vida, que transcurre inútilmente día a día?
no retengas tus viejas ideas; no persigas tus nuevas fantasías;
sincera e incondicionalmente, indaga y reflexiona en tu interior;
indagar y reflexionar, reflexionar e indagar,
hasta que llega el momento en ya no son posibles más indagaciones;
ése es el momento en que podrás comprender
que durante todo tu pasado has estado en el error.."
Cabaña donde Ryokan pasó parte de su vida