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Zhao Zhou (Jôshu)

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Zhao Zhou (Jôshû Jûshin en japones) vivio 120 años, desde el 778 al 897, en el siglo de oro del Chan, en los ultimos años de la dinastia T´ang,. Fue uno de los maestros Zen mas famosos de China, superando a todos sus coetaneos. Se distinguia por su enseñanza “a baja voz” que cortaba como un cuchillo. Es autor de  múltiples koans y anécdotas en la historia del C´han (hasta 12 en la colección “La Pared Rocosa de Jaspe – Hegikanroku y cinco en “La Barrera sin Puerta”- Mumonkan ) siendo la mas famosa la que hace referencia al koan Mu. 

Chao-chou Ts'ung-shen (Zhaozhou, en japonés Jôshû) era el sucesor Dharma de Nan-chüan P'u-yüan (en japonés, Nansen Fugan). Tuvo una profunda experiencia de despertar a la edad de 18 años, que simplemente le mostró que este era un camino que valía la pena seguir, aprendiendo que la Iluminación no es un fin en si mismo sino un proceso o camino. Después de 40 años de entrenamiento con Nan-chüan, viajó por China en peregrinación, buscando otros maestros del Ch'an. A la edad de 80 años se instaló en Zhaozhou, reuniendo discípulos en torno a él. Su instrucción era ¡ delicada y tranquila, pero en forma aguda y cortante. Entre sus koans, el mas famoso es el koan Mu, que se presenta a los estudiantes de Zen de forma general como el primer koan.

Zhaozhou fue especialmente significado en mostrar como el C´han y el Tao se aproximan, abriendo la vía a una coexistencia creativa. Cuando el preguntó a Nan-chüan sobre el Tao, Nan-chüan replicó: “la mente ordinaria es Tao” (el Camino). Zhaozhou preguntó cómo debería practicarlo. Nan-chüan respondió: “si tu tratas de aproximarte, te alejas de él” Zhaozhou  dijo, “Pero si no lo intento, ¿cómo sabemos lo que es el Tao?” Nan-chüan replicó, “Tao no pertenece a saber o no saber. Conocer es ilusión, no conocer es vacío sin sustancia. Si realmente deseas obtener el Tao de la certidumbre, es igual al universo vacío, sin limites, sin barreras. ¿Como, entonces puede existir lo correcto o lo incorrecto en el Tao?” Al oir estas palabras, Zhaozhou alcanzó de repente el Despertar, y su despertar es conocido como “la no dualidad del gran Tao” – que es un sinónimo adecuado para la naturaleza búdica vacía de ser, del no-ser, Anatta, y  de la diferenciación.

Lava tu cuenco

Un día, un monje que estudiaba en el templo, acudió a Chao-chou y dijo: “Estoy confundido. Me gustaría que el Maestro me diera alguna orientación”. El Maestro Zhaozhou contestó: “¿Ya has comido tus gachas?”, “Sí”, contestó el monje. “Bien, entonces ve y lava tu cuenco”

 

(Teisho sobre el Koan 7 del Mumonkan  de Koun Yamada Roshi – 1907/1989 -, maestro Dharma de la escuela Zen Sambo Kyodan)

 

“ Se trata aquí del mismo Jôshû con quien nos encontramos en el caso 1 (Mumonkan). Es un magnifico ejemplo del “Zen de labios y boca” de Jôshû. Este koan debe ser contemplado desde dos puntos de vista. El primero se refiere al proceso concreto de la práctica del Zen con el fin de llegar al Despertar. El segundo se refiere a la naturaleza esencial del yo-mismo o ser, o naturaleza búdica.

Contemplándolo desde el primer punto de vista, ¿qué quiere decir Jôshû con esta pregunta de  «¿Ya has tomado tus gachas de arroz?». A los maestros Zen no les gustan las palabras o conceptos abstractos como, por ejemplo, naturaleza búdica, iluminación, nirvana, etc. Estos términos son solo medios para una explicación; pero no tocan realmente el hecho, y menos todavia lo pueden experimentar. De ahí que los diálogos en el Zen son siempre concretos. Dicho en el lenguaje conceptual, la pregunta de Jôshû sería: «¿Ya has experimentado el Despertar?»

El monje contesta: «Si, así es». Esto significa: «si, ya he llegado al Despertar» , a lo que contesta Jôshû:  «Entonces, ve a lavar tu cuenco» Bien, y ¿que quiere decir con esto?

Atraer la atención sobre los logros propios, generalmente resulta repugnante. Esto vale de modo especial para el zen. Cuando uno experimente por primera vez cierto despertar, puede sentirse más o menos orgulloso y, quizá, llegar a ser algo jactancioso.Hasta cierto punto, se comprende, porque uno ha llegado a tener experiencia de una realidad, de un mundo, que las personas no iluminadas no pueden ni siquiera imaginar. Pero si este orgullo va inflándose, se cae en lo que ha dado en llamarse enfermedad Zen. Se manifiesta en cierto amaneramiento esotérico, como por ejemplo, en el uso exagerado de palabras Zen, que la gente corriente no entiende. Otras veces se expresa en risas estrepitosas, como dando a entender que uno esta libre de todo apego, o el uso extravagante de palabras irónicas o hasta cínicas. Por esto, es sumamente importante lavar y hacer desaparecer todas las secuelas de la iluminación. 

La persona Zen verdaderamente grande, que ha tenido experiencia profunda del Despertar y que ha extinguido todo sentimiento ilusorio después de la experiencia, no se debe distinguir en nada de una persona corriente, por lo menos en lo que a cosas exteriores se refiere. Mediante la práctica del Zen, uno debe convertirse en persona normal y corriente, en una persona cabal, nada rara, excéntrica ni esotérica. De manera que cuando Jôshû le preguntó al monje si había terminado de comer y luego le mandó que fuera a lavar su cuenco, quería decir que, si se ha experimentado el Despertar, se debe hacer desaparecer sus secuelas. Al oírlo, el monje alcanzó un despertar mas profundo.

El otro punto de vista desde el cual habría que contemplar este koan es el de la naturaleza esencial del yo-mismo o ser. Como os vengo repitiendo muchas veces, en el mundo esencial reina la lógica de la talidad. Esto quiere decir que una cosa es el todo, el todo es una cosa. Cuando llegues a experimentar este mundo esencial, comprenderás que tu y el universo entero son uno. Cuando levantas un dedo, no hay mas que este dedo en todo el Universo. Ni mas ni menos que el dedo. El dedo y el universo entero son uno. Esto es ver estando en la totalidad. ello puede ser así porque el dedo, al no tener sustancia es completamente vacío.  Este vacío no otra cosa que la naturaleza esencial del dedo. La sustancia de todas las cosas es vacío. El sujeto es vacío, el objeto es vacío. Y el sujeto y el objeto son uno en el vacío desde el principio. Para el sentido común ordinario, sujeto y objeto son opuestos. Allí estás tú, mirando con tus ojos, y allí está el objeto externo visto por ti. Esto vale no sólo para la vista, sino para todos nuestros sentidos, Sin embargo, para el ojo verdaderamente despierto, este contraste dualista no es mas que un engaño ilusorio producido por el propio pensamiento. Yo no sé nada del Cristianismo, pero no puedo creer que Dios haya creado un mundo dualista. La gran iluminación del Buda nos enseña que no existen contrastes dualistas.. cuando te levantas, simplemente te estás levantando;en todo el universo no hay mas que este levantarse, y la sustancia del levantarse es vacío. Piensa un momento en el funcionamiento de una película. Lo que ves en la pantalla es una película en movimiento constante formada por una gran cantidad de imágenes sueltas proyectadas sobre la pantalla. cada una de las imágenes se proyecta tan solo un momento sobre la pantalla cubriéndola toda. la película en su conjunto es la secuencia fluida de todas ellas.

De igual manera, tu vida es la secuencia del levantarse, sentarse, reír, dormir, despertarse, beber, comer y naturalmente, de nacer y morir. Esto es, a la vez, la secuencia del universo entero. Ahora me imagino, comprenderás a qué se refiere Jôshû cuando dice  «ve a lavar tu cuenco». Repito: tu vida no es nada más que la secuencia de estas acciones, y éstas no son otra cosa que la secuencia del universo entero.”