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Las Cuatro Nobles Verdades del Buda

 

Pedro San José

Las Cuatro Nobles Verdades – El Camino Medio – párrafo del libro  "Desde Quién Soy a Qué hacer"

El Sermón N. 26 incluido en la Ariyapariyesana Sutta  es considerado el primer sermón dado por el Buda a los ascetas después de su Despertar. Por ello tiene la importancia de la síntesis de sus enseñanzas. Tendría una relevancia homologa al sermón central de las Bienaventuranzas de Jesús de Nazaret. Dice así:

Esto es lo que he oído, el Señor estaba morando en Paranasi, en el Deer Park, en Visipatana. Se dirige al grupo de cinco monjes: “Uno no debe seguir caminos extremos: vivir a base de placeres propios, que es bajo, grosero, incivilizado y sin sentido; o vivir a base de la mortificación propia, que es doloroso, incivilizado y sin sentido. El Tathagata (es la referencia que el Buda utiliza para dirigirse a sí mismo, vendría a significar “el que está aquí”) ha llegado al camino medio, que no acepta ninguno de estos extremos. Es un camino que genera visión y comprensión. Conduce a la tranquilidad interior, al Despertar y a la liberación. Tiene ocho ramas: a través del ver, del pensar, a través del habla, de la acción, del medio de vida, de la resolución, de la atención y de la concentración.

Esta es la noble verdad de la existencia de dukkha (sufrimiento). El nacimiento es doloroso, el envejecimiento es doloroso, la enfermedad es dolorosa, la muerte es dolorosa. Encontrar lo que no es querido es doloroso, la separación de lo que es querido es dolorosa, no obtener lo que uno quiere es doloroso. En resumen, los cinco agregados (cuerpo, emociones, percepciones, voliciones y conciencia) son dolorosos. Esta es la noble verdad del sufrimiento.

Esta es la noble verdad del origen del sufrimiento: el apego que conduce a la existencia repetida, abandonando la vida y queriendo permanecer. Cuanto más se abandona uno en esto, se convierte en la estimulación del apego. Apego por la existencia, apego por la no existencia.

Esta es la noble verdad del cese del sufrimiento, la desaparición de todo trazo o mantenimiento del apego. La desaparición y el abandono del apego que conduce a experimentar la libertad e independencia.

Esta es la noble verdad del Camino que conduce al cese del sufrimiento, el camino con ocho ramas: a través de la vista, del pensamiento, del habla, de la actividad, del medio de vida, de la resolución, de la atención, y de la concentración

Tal es el sufrimiento, puede ser completamente conocido. Ha sido completamente conocido. Tal es el origen del sufrimiento. Puede ser rechazado. Ha sido rechazado. Tal es el cese del sufrimiento. Puede ser experimentado, ha sido experimentado. Tal es el Camino que conduce al cese del sufrimiento. Puede ser cultivado. Ha sido cultivado. Así ha aparecido a mi visión, comprensión, inteligencia, conocimiento e iluminación sobre cosas no previamente conocidas.

En tanto en cuanto mi visión y conocimiento no ha sido completamente clara en todas sus formas sobre la realidad de las cuatro nobles verdades, no reclamé haber tenido un puro Despertar en este mundo, con sus formas humanas y celestiales, dioses y formas malignas. Solo cuando mi conocimiento y visión fue clara en todas sus formas, fue cuando realmente reclamé haber obtenido el Despertar. El conocimiento y visión apareció dentro de mí de forma que la libertad de mi mente es inamovible. Este es el último nacimiento. No hay más experiencias repetidas”.

Esto es lo que dijo el Señor. Inspirados, los cinco monjes se delectaron en sus palabras, y mientras el discurso era dicho, el ecuánime ojo del Dharma apareció en el Venerable Condania que dijo:

Todo lo que se origina, cesa.

La clave para entender este Sermón es que el Buda se enfrenta al escenario vital humano como el foco de su preocupación. Cuando contempla la vida ve Dukkha. Dukkha es traducido por “sufrimiento”, pero si bien el sufrimiento es parte del término, es algo más. Es el drama de la existencia como algo no acabado, imperfecto, inestable, en desequilibrio y cambio permanente, en cuyo proceso el deseo del ser humano de detener o poseer la vida, provoca dolor. Por tanto el programa que propone el Buda es un programa que mediante la superación del origen del sufrimiento, conduce a la liberación humana, para alcanzar la paz, la felicidad y la realización.

Por tanto es un programa práctico, de acción, que no tiene nada de interpretación del mundo, no es una filosofía, o una psicología, sino que es la constatación de lo existente basada en la experiencia vital. Comienza con el conocimiento profundo del sufrimiento, de Dukkha. Es paradójico comprender que para escapar del ciclo del sufrimiento es necesario comenzar enfrentándose a él, conocerle profundamente. El Buda matiza Dukkha en cuanto a la fragilidad del cuerpo, los sentimientos, nuestra percepción del mundo, las decisiones y acciones de nuestra vida, y la conciencia e interpretación de la realidad; todos ellos están teñidos de Dukkha. Es necesario percibir Dukkha en primer lugar como una propiedad general de todo lo existente. El drama de la vida que es consecuencia de su realidad dependiente, que luego desarrollaremos. Este sufrimiento afecta a nuestro presente físico y nuestro devenir, nuestro envejecimiento y nuestra muerte. También existe una Dukkha existencial, consecuencia de nuestras decisiones y nuestros actos. El drama de nuestra vida, nuestras opciones y nuestros apegos condicionan una vida atrapada, que no acepta el cambio inherente en la vida. El sufrimiento existencial conforma también nuestra posición en el mundo, nuestra forma de percibirnos separados y solos, nuestra interpretación de nuestro entorno como un espacio extraño y hostil en el que estamos desterrados. Solo a través de contemplar, de ver profundamente el mundo fenoménico, nuestra propia existencia, los sucesos, y la experiencia inmediata del mismo, es posible percibir la causa de nuestra inestabilidad, de nuestro drama, que hace que nos veamos como huérfanos aislados en un mundo hostil. Ésta es la primera realización del Buda. Considerar y experimentar las profundidades de la vida, que anidan en el centro del corazón humano, es una llamada a la existencia. El Camino Medio, como indica el Buda, no acepta la renuncia a la vida, la condena del mundo, sino que mira el mundo como el campo natural de la experiencia, y viendo la naturaleza de nuestras relaciones con el mundo, se abre a entender el origen de las mismas, la causa que produce el drama que vivimos.

El origen del sufrimiento es el apego. Para entender la naturaleza de nuestro apego hemos de partir de la frase de realización de Condania: Todo lo que aparece, cesa. El escenario delante del Despierto es un universo en continuo cambio, los seres vivientes solo existen en función de todo lo demás, y su vida es un cambio en el que la vida es un destello que da lugar a otros destellos. La relación causa/efecto continua sin cesar, dando lugar a continuas manifestaciones. La vibración de la vida es este palpitar continuo, esta danza cósmica de fenómenos que aparecen y desaparecen, en la que todo se mueve en dependencia. En vez de seguir el flujo, de formar parte de él y sentir la vida vibrar en nuestras células y en nuestro espíritu, sin pretender ninguna identificación y fluir con el mundo, nos resistimos y nos agarramos, queremos poseer y parar el flujo. No queremos envejecer, no queremos morir y desaparecer, no queremos que nuestros actos no transciendan, que nuestra forma de ver las cosas no nos haga inmortales. Nos apegamos a nuestra propia forma de identificar las cosas y a nosotros. Como la realidad es diferente, como todo cambia, aparece y desaparece, sufrimos.

El Buda nos estimula a rechazar el origen del sufrimiento. Nos estimula a abandonar el estado de nuestra neurosis, nuestro deseo de propiedad y pertenencia, como camino hacia nuestra liberación. Esta propuesta indica que es posible vivir sin apegarse, vivir sin cerrar nuestras identificaciones. Nuestra liberación pasa por la superación de nuestras identificaciones.

La desaparición y el abandono del apego conduce a experimentar la libertad e independencia, nos dice. Es posible experimentar una forma de vivir liberada, en la que nuestra vida quede comprometida con nuestra manifestación presente sin pretender atraparla o retenerla. Tiene su expresión clara en la contestación sorprendente del Buda cuando es preguntado sobre la esencia de su descubrimiento, la esencia del Dharma: una forma de vivir en la que en cada momento se viva auténticamente. Vivir auténticamente, plenamente, en completa atención, cuando miramos, cuando pensamos, cuando hablamos, cuando actuamos de una u otra forma, cuando trabajamos o vivimos en nuestro medio y con los demás, cuando tomamos decisiones,  cuando contemplamos el fluir vital en plena atención, cuando nos concentramos en nuestro ser. La liberación es una ruptura interior con nuestra esclavitud esencial, la superación de nuestra forma de entender y comprender, y la incorporación consecuente en el flujo de lo existente, sin límites, sin fronteras en el tiempo y el espacio, sin que detengamos nada, formando parte de todo. Esta forma de vida es la verdadera redención de la humanidad. Es posible experimentarla, aquí y ahora. Ha sido experimentada por el Buda. Es el futuro abierto por Él para todos nosotros.

La forma de alcanzar esta liberación es a través de la práctica del Óctuple Camino. La apertura al camino, que es un estimulo a crear otra forma de vivir, es expresada a través de una acción en Pali, tal y como el Buda la expresó: “Bhavana”,  que significa cultivar, desarrollar, hacer que sea, dar a luz, crear. Esta práctica es desarrollar la creación de un vivir autentico en nuestra existencia, en cada momento, en cada circunstancia de nuestra vida, en cada acción que realizamos, como forma de superar el deseo de retener y permanecer. Este es el mensaje central del Buda, este es el corazón de su doctrina, que no es doctrina, sino un programa pragmático sobre cómo vivir, alejado de toda filosofía y toda interpretación o identificación fija de la realidad. Mirar profundamente el sufrimiento, rechazar el origen del sufrimiento, para que a través de la práctica del óctuple Camino, experimentar la liberación y el cese del sufrimiento. Este es un proceso reverberante, continuo, que supone un proceso de crecimiento y de cambio cualitativo de la existencia.

Dejemos que el propio Buda nos explique el significado del Óctuple Camino, como el programa  de desarrollo espiritual que propone (Magga-vibhanga Sutta):

He oído que en una ocasión el Bendecido estaba en Savatthi, en Jeta´s Grove, en el monasterio de Anathapindika

Allí él se dirigió a los monjes, diciendo, “Monjes.”

“Si, Señor”, los monjes le respondieron

El Bendecido dijo, “Os enseñare y analizaré para vosotros el Óctuple Camino. Escuchad y prestad mucha atención. Hablaré”

“Como tu digas, Señor”, le respondieron los monjes.

El Bendecido dijo, “Ahora ´¿qué es, monjes, el Óctuple Camino? Ver auténtico, resolución auténtica, hablar auténtico, acción auténtica, auténtica forma de vivir, auténtico esfuerzo, atención auténtica, concentración auténtica.

¿Y qué es, monjes, Ver auténtico? Conocimiento en relación con el sufrimiento (Dukkha), conocimiento en relación con el origen del sufrimiento, conocimiento en relación con la eliminación del sufrimiento, conocimiento con la práctica que conduce a la eliminación del sufrimiento: Esto, monjes es lo que significa Ver auténtico.

Y ¿Qué es auténtica resolución? Tener resolución en la renuncia, en la libertad en relación con deseos desordenados, en no hacer el mal: Esto es lo que significa auténtica resolución

Y ¿Qué es hablar auténtico? Abstenerse de mentir, abstenerse de maledicencia, abstenerse del exceso de hablar, abstenerse de hablar frívolo: Esto es, monjes, lo que significa auténtico hablar

Y ¿Qué es, monjes, acción auténtica? Abstenerse de quitar la vida, abstenerse de robar, abstenerse de lujuria: Esto, monjes, es lo que significa acción auténtica.

Y ¿Qué es, monjes, autentica forma de vivir? Cuando un discípulo procediendo de familia noble, abandona una vida deshonesta, y mantiene su vida en honestidad: Esto es, monjes, auténtica forma de vivir

Y ¿Qué es, monjes, esfuerzo auténtico? (I) Cuando un monje que genera deseo, comportamiento, resistencia activa y persiste en el intento por no permitir que el mal se desarrolle, cualidades que están todavía insuficientemente desarrolladas en él. (II) Genera deseo, comportamiento, resistencia activa y persiste en el intento de eliminar todo mal, cualidades que están todavía insuficientemente desarrolladas en él. (III) Genera deseo, comportamiento, resistencia activa y persiste en el intento de conseguir cualidades suficientemente desarrolladas en él (IV) Genera deseo, comportamiento, resistencia activa y persiste en el intento por mantener, no confundir, hacer crecer, dar plenitud, desarrollar y culminar las cualidades suficientemente desarrolladas que han aparecido: Esto, monjes, es lo que significa esfuerzo autentico

Y, ¿Qué es, monjes, correcta atención? (I) Cuando un monje permanece focalizado en el cuerpo tanto interiormente como exteriormente – ardiente, despierto, en plena conciencia- apartando la codicia y el deseo desordenado en relación con el mundo. (II) Permanece focalizado en los sentimientos y sus productos, – ardiente, despierto, en plena conciencia- apartando la codicia y el deseo desordenado en relación con el mundo. (III) Permanece focalizado en su mente y sus productos – ardiente, despierto, en plena conciencia- apartando la codicia y el deseo desordenado en relación con el mundo. (IV)Permanece focalizado en las cualidades mentales y sus productos – ardiente, despierto, en plena conciencia- apartando la codicia y el deseo desordenado en relación con el mundo. Esto, monjes, es lo que significa atención autentica

Y ¿Qué es, monjes, autentica concentración? (I) Cuando un monje, habiéndose separado de la sensualidad, de cualidades mentales no suficientemente desarrolladas – Entra y permanece en el primer jhana (absorción y/o concentración, abismamiento): éxtasis y placer de la renuncia, acompañado de pensamiento y apreciación directa. (II). Con el mantenimiento de de pensamiento y apreciación directa, entra en el segundo jhana: éxtasis y placer que nace de la concentración, la unificación de la atención libre de pensamiento y apreciación directa – visión interna. (III) Con la disolución del éxtasis, permanece ecuánime, atento y alerta, y siente goce con su cuerpo. Entra en el tercer jhana, del cual los nobles declaran,  `Ecuánime y atento, permanece en el goce´. (IV) Con la superación del goce y del dolor – como en la anterior desaparición del éxtasis y del deseo desordenado – entra en el cuarto jhana: Pureza de ecuanimidad y atención, sin placer ni dolor. Esto, es, monjes, concentración autentica.”