Desde el principio todos los seres son budas
Como el agua y el hielo,
Sin agua no hay hielo,
No hay budas fuera de nosotros.
Cuán cerca de la verdad
Y que lejos la buscamos,
Como alguien que en el agua grita:”!tengo sed!
Como el hijo de un rico
Vagando pobre sobre la tierra,
Recorremos sin fin los seis mundos.
La causa de nuestro dolor es la ilusión del ego.
De senda oscura en senda oscura vagamos en la oscuridad.
¿Cómo podemos liberarnos de la rueda del samsara?
La puerta de entrada a la libertad es el samadhi de zazen;
Más allá de la exaltación, más allá de nuestras alabanzas,
El puro mahayana.
Observar los preceptos, el arrepentimiento y la entrega,
Las incontables buenas obras, y la recta manera de vivir,
Todo proviene del zazen.
Por ello, un verdadero samadhi extingue el mal;
Purifica el karma, disuelve los obstáculos.
¿Dónde están, pues, los oscuros senderos que nos pierden?
La tierra pura del loto no esta lejos.
Escuchar esta verdad con el corazón humilde y agradecido,
Alabarla y abrazarla, practicar su sabiduría,
Conlleva bendiciones sin fin, montañas de mérito.
Pero si miramos nuestro interior y comprobamos
Nuestra verdadera naturaleza
-ese verdadero yo que es no-yo-,
Nuestro verdadero yo es no-yo,
Entonces trascendemos el ego y las palabras inteligentes.
Entonces la puerta de la unidad de causa y efecto
Se abre de par en par.
No dos, y tampoco tres, recto frente a nosotros se extiende el camino.
Nuestra forma ahora siendo no-forma,
Al ir y al volver nunca abandonamos el hogar.
Nuestro pensamiento siendo ahora no-pensamiento,
Nuestras danzas y cantos son la voz del dharma.
¡Cuán vasto es el cielo del ilimitado samadhi!
¡Cuán brillante y transparente la luz de la luna de la sabiduría!
¿Qué hay fuera de nosotros, de que carecemos?
El nirvana se muestra claramente ante nuestros ojos.
Esta tierra en la que estamos es la tierra pura del loto.
Y este cuerpo es el cuerpo de buda.