Ho Shang Fa Hui – Prerrequisitos para el Entrenamiento Chan
(De Hsu Yun Ho Shang Fa Hui) Traducido al español por Yin Zhi Shakya, OH
El objeto del entrenamiento Chan es llegar a darse cuenta de la mente para percibir la naturaleza (propia), esto es, borrar las impurezas que ensucian la mente de forma que el aspecto fundamental de la naturaleza propia pueda realmente ser percibido. Las impurezas son nuestro pensamiento falso y nuestro apego (tratar las cosas como reales). La naturaleza propia es la característica meritoria de la Sabiduría del Tathagata que es la misma en ambos, los Budas y los seres vivientes. Si el pensamiento falso y el apego se echan afuera y se arrojan, uno dará testimonio de las características meritorias de la Sabiduría del Tathagata en uno y llegará a ser un Buda, de lo contrario, permanecerá como un ser humano. Desde hace incontables eones, nuestro propio engaño nos ha sumergido en el (mar del) nacimiento y la muerte. Dado que nuestras corrupciones (ya) han durado tanto, somos incapaces instantáneamente de liberarnos nosotros mismos del pensamiento falso para percibir nuestra propia naturaleza. Ésta es la razón por la cual debemos pasar por el entrenamiento Chan. El prerrequisito de este entrenamiento es la erradicación de los pensamientos falsos. En cuanto a cómo borrarlos o erradicarlos, nosotros tenemos muchos pronunciamientos del Buda Shakyamuni y nada es más simple que la palabra ‘Detener’ en su dictamen: ‘Si se detiene, es la Iluminación (Bodhi)
La secta Chan desde su introducción por Bodhidharma después de su llegada al Oriente hasta después de pasar el Sexto Patriarca, se expandió ampliamente por todo el país y disfrutó de una gran prosperidad, siendo desconocida antes y después de ese período. Sin embargo lo más importante que Bodhidharma y el Sexto Patriarca enseñaron fue sólo esto: ‘Expulsa todas las causas concurrentes, no dejes que surja un solo pensamiento’. Expulsar todas las causas concurrentes es desistir/ dimitir/ renunciar a ellas. Por lo tanto, estas dos oraciones, ‘Expulsar todas las causas concurrentes’ y ‘no dejes que surja un solo pensamiento’, son los prerrequisitos del Entrenamiento Chan. Si no se ponen actualmente en práctica esos dos pronunciamientos, no solamente el entrenamiento será inefectivo, sino que también será imposible intentarlo, porque en el medio de las causas u orígenes, los cuales se levantan y caen, pensamiento tras pensamiento, ¿cómo puedes hablar acerca del entrenamiento Chan?
Ahora sabemos que (los pronunciamientos): ‘Expulsa todas las causas concurrentes’ y ‘no dejes que surja un solo pensamiento’ son los prerrequisitos del entrenamiento Chan; ¿cómo podemos lograr estos prerrequisitos? Aquellos de una espiritualidad superior son capaces de detener para siempre el surgimiento de un pensamiento hasta que alcanzan (el estado de) no-nacimiento y de tal modo instantáneamente darse cuenta de la iluminación (Bodhi) sin perder más tiempo. Aquellos de una espiritualidad inferior deducirán el principio subyacente de los hechos y entenderán completamente que la naturaleza propia es fundamentalmente pura y limpia y que la aflicción (klésa)5 y la iluminación tanto como el nacimiento, la muerte y el Nirvana son todos nombres vacíos que no tienen ninguna conexión con la naturaleza propia; esos fenómenos son como un sueño, una ilusión, una burbuja o una sombra; y que los cuatro elementos básicos que constituyen el cuerpo físico, al igual que las montañas, los ríos, y el gran planeta tierra los cuales están en el interior de la naturaleza propia, son sólo burbujas en el océano. Estos fenómenos surgen y desaparecen siguiendo uno al otro en sucesión sin interferir con la esencia (de la naturaleza propia). Por lo tanto, uno no debe seguir la ilusión en su creación, su mantenimiento, su cambio y su aniquilación y hacer surgir los sentimientos de gozo, tristeza, apego y aversión. Uno debe desistir, dejándolo todo incluyendo la carga del cuerpo de uno, y por lo tanto llegar a ser exactamente como un hombre muerto. El resultado será que los órganos sensoriales, la información sensorial, y la conciencia se desvanecerán y que la concupiscencia, la cólera, la estupidez y el amor serán eliminados. Cuando todos los sentimientos de gozo y tristeza, del frío del hambre y de la tibieza de estar satisfecho, del honor y el deshonor, del nacimiento y la muerte, de la felicidad y la miseria, de la bendición y la calamidad, del halago y la censura, de la ganancia y la pérdida, de la seguridad y el peligro, de la incapacidad y la capacidad, son todos desechados, este es el verdadero desistir o renunciar (de todo). El desistir de una cosa es desistir de todo para siempre, y esto es llamado el desistir de todas las causas concurrentes. Cuando todas las causas concurrentes han sido desistidas, el pensamiento falso se desvanecerá con el no-surgimiento de la diferenciación y la eliminación de los apegos. Cuando uno alcanza este estado de no-surgimiento de un solo pensamiento, la brillantez de la naturaleza propia aparecerá en toda su extensión. Entonces solamente pueden los prerrequisitos del Entrenamiento Chan cumplirse completamente. Más adelante los esfuerzos en el entrenamiento verdadero y la introspección real serán requerimientos si uno desea estar calificado en comprender la mente para la percepción de la naturaleza propia.
Recientemente los Budistas Chan llegan a preguntar con mucha frecuencia (acerca de todo esto). En cuanto al Dharma, fundamentalmente no hay tal cosa, porque tan pronto como es expresado en palabras, el significado no será verdadero. Simplemente observa claramente que la mente es Buda y no habrá nada más dificultad. Esto es auto-evidente y toda palabrería sobre la práctica y la comprensión son palabras diabólicas. Bodhidharma que vino al Oriente para ‘directamente dirigir la mente del hombre hacia la percepción de la naturaleza propia que guía al logro de la Budeidad’, claramente indicó que todos los seres vivientes sobre la tierra eran Budas. El que tiene el conocimiento consumado de esta naturaleza propia pura y limpia, y junto con él la completa armonía, sin contaminación de apegos (a cualquier cosa) y sin la menor diferenciación mental, mientras camina, se detiene, se sienta y se acuesta de día y de noche no es nada más ni nada menos que el Buda (la Budeidad) auto-evidente. Eso no requiere ninguna aplicación de la mente o uso o esfuerzo. Es más, no hay lugar para la acción o la tarea, y ningún uso para las palabras, el habla y los pensamientos. Por esa razón, se dice que, el logro de la Budeidad es la cosa más libre y fácil que descansa solamente en uno mismo y no depende de otros. Si todos los seres vivientes sobre esta tierra no están dispuestos a pasar largos eones a través de las cuatro clases sucesivas de nacimiento en los seis dominios o reinos de la existencia y estar permanentemente sumergidos en el océano del sufrimiento, y si ellos desean lograr la Budeidad con las bienaventuranzas que la acompañan de la eternidad verdadera, el éxtasis verdadero, la personalidad verdadera y la pureza verdadera, ellos deben sinceramente creer las palabras verdaderas del Buda y los Patriarcas, y desistir o renunciar a todo (los apegos) sin pensar del bien o el mal; todos ellos ciertamente serán capaces de llegar a ser Budas. Los Bodhisattvas y los Patriarcas de las generaciones pasadas no tomaron el voto de liberar a todos los seres vivientes sin la garantía para hacerlo así; ellos no tomaron los votos en vano y no dijeron una mentira deliberadamente.
La (calificación) a la que nos referimos en el párrafo anterior, es el estado que la naturaleza provee. Es más, el Buda y los Patriarca la han expuesto una y otra vez, y su mandato a este respecto ha sido también repetido; las suyas fueron palabras verdaderas, palabras que corresponden a la realidad, las cuales no contienen un átomo de falsedad y mentira. Sin embargo, todos los seres vivientes en esta tierra han sido, por incontables eones, engañados, alucinados y hundidos en el océano agrio del nacimiento y la muerte, levantándose y cayéndose en sus transmigraciones sin fin. Engañados y alucinados, confundidos y enojados, ellos presentan su espalda a la iluminación y se unen con las impurezas. Son como oro verdadero tirado a un abismo de estiércol, donde no solamente caen en desuso sino también en una inmundicia deplorable. Por su gran misericordia, el Buda estuvo obligado a preparar 84,000 puertas del Dharma (a la iluminación) de forma que los seres vivientes de diferentes capacidades naturales puedan usarlas para curar las 84,000 causas de aflicciones por su concupiscencia habitual, cólera, estupidez y amor. En esa misma forma se te enseña a usar una pala, un cepillo, el agua y un trapo para lavar, cepillar, pulir y restregar una pieza sucia de oro. Por lo tanto, las puertas del Dharma expuestas por el Buda, son todos Dharmas excelentes que lo capacitan a uno a ver a través del nacimiento y la muerte y a lograr la Budeidad, la única interrogación es la adaptabilidad o dicho de otra forma las potencialidades del individuo. Estas puertas del Dharma no deben estar divididas arbitrariamente en superiores e inferiores. Aquellas que se introdujeron en China son: La Secta Chan (Tsung), la Escuela Disciplinaria (Lu Tsung), la Escuela de Enseñanza (Chiao Tsung), la Escuela de la Tierra Pura (Chin Tsung), y la Escuela Yoga (Mi Tsung). De estas cinco puertas del Dharma, es la decisión del hombre escoger la que le sea más adecuada para su carácter natural e inclinación, y seguramente alcanzará su meta si solamente se mantiene en ella lo suficiente sin cambiar su mente y penetrándola profundamente.
Nuestra secta es partidaria del entrenamiento Chan. Este entrenamiento está centrado en el ‘entendimiento de la mente (y) la percepción de la naturaleza propia’, esto es, una investigación agotadora y cabal en el aspecto fundamental de uno. La puerta del Dharma consistente en el ‘claro despertar de la mente propia y la completa percepción de la naturaleza fundamental’ ha sido trasmitida desde que Buda sostuvo en alto una flor hasta después de la llegada de Bodhidharma al Oriente, con cambios frecuentes en el método de la práctica. Hasta la Dinastías T’ang (935) y Sung (1278), la mayoría de los seguidores de la Secta Chan llegaron a iluminarse después de escuchar una palabra o una frase. La transmisión de maestro a discípulo no excedió la confirmación de una mente por otra, y no había un Dharma fijo (que se enseñara). En sus preguntas y respuestas (el papel que jugaba el Maestro) era solamente para desatar los vínculos (que obstaculizaban a su discípulo) de acuerdo a las circunstancias disponibles, simplemente como dar una medicina apropiada para cada enfermedad en particular. En y después de la Dinastía Sung, las potencialidades humanas llegaron a ser más estúpidas, y las instrucciones dadas por lo maestros, no se llevaban a cabo por los discípulos. Por ejemplo, cuando ellos fueron orientados a que ‘dimitieran de todo’ y ‘no pensaran del bien ni del mal’, los practicantes no pudieron dimitir nada ni parar pensando ya sea del bien o del mal. Bajo esas circunstancias, los ancestros y los maestros estuvieron obligados de concebir la idea de un método ‘contraveneno’ o diríamos antídoto, enseñando a sus seguidores a investigar intrínsecamente un kung an o contemplar profundamente en un hua t’ou. Sus discípulos fueron inclusive enseñados a sostener (en sus mentes), tan firme como posible, un insignificante hua t’ou, sin perder de agarre, inclusive por el momento más corto posible, de la misma forma que una rata morderá en un determinado punto (tercamente) la lámina de cartón de un féretro, hasta hacer un agujero en él. La meta de este método era usar un solo pensamiento para resistirse y detener las miríadas de pensamientos porque los maestros no tenían otra alternativa. Era como una operación la cual llegaba a ser imperativa cuando el veneno ya había sido introducido en el cuerpo. Hay muchas clases de kung an (concebidos por los antiguos pero) ulteriormente sólo los hua t’ous fueron enseñados como: ¿Quién está arrastrando este cadáver aquí? Y ¿Cuál era mi aspecto fundamental antes de haber nacido? En los días presentes los maestros usan el hua t’ou: ¿Quién es el que repite el nombre de Buda?
Todos estos hua t’ous tienen solamente un significado que es muy común y no hay nada peculiar acerca de ellos. Si miras dentro de ¿Quién está recitando un sutra?, ¿Quién está sosteniendo un mantra?, ¿Quién está venerando a Buda?, ¿Quién está comiendo?, ¿Quién está usando el manto?, ¿Quién está caminando en la calle?, o ¿Quién está durmiendo?, para responder ¿quién? Invariablemente será el mismo: ‘La Mente’. La palabra se levanta de la Mente y la Mente es la cabeza de la Palabra, diríamos la ante-Palabra. El pensamiento surge de la Mente y la Mente es la cabeza del pensamiento. Miríadas de cosas vienen de la Mente y la Mente es la cabeza de miríadas de cosas. En realidad un hua t’ou es la cabeza de un pensamiento (por ejemplo, ante-pensamiento) La cabeza de un pensamiento no es nada más que la Mente. Para hacerlo fácil, antes que un pensamiento surja, está el hua t’ou. Desde arriba, conocemos que el mirar dentro de un hua t’ou es mirar dentro de la Mente. El aspecto fundamental antes del nacimiento de uno es la Mente. Mirar dentro del aspecto fundamental antes del nacimiento de uno es mirar en la mente de uno. La naturaleza propia es la Mente (y) el ‘dirigir internamente el oído para oír la naturaleza propia’ es ‘dirigir internamente la contemplación de uno para contemplar la mente propia’.
La frase: ‘El lustro perfecto sobre la Conciencia pura’ significa esto: ‘la conciencia pura’ es la mente y ‘el lustro sobre’ es mirar dentro de ella. La Mente es Buda y el repetir (el nombre) de Buda es contemplar al Buda. Contemplar a Buda es contemplar la Mente. Por lo tanto, el ‘mirar dentro de un hua t’ou’ o el ‘mirarlo a través de la repetición del nombre de Buda’ es contemplar la mente o contemplar la esencia pura de la conciencia de la mente propia, o contemplar la naturaleza propia de Buda. La Mente es la naturaleza propia, es la conciencia alerta y es Buda, no teniendo ni forma ni lugar, y siendo imposible de encontrar. Es limpia y pura por naturaleza, penetra en todas partes del Dharmadhatus, no entra ni sale, ni viene ni va, y es fundamentalmente el puro y auto-evidente Buda Dharmakaya.
El practicante debe mantener bajo control todos los seis órganos sensoriales y cuidar mucho de este hua t’ou mirando dentro de él donde el pensamiento usualmente surge, hasta que perciba su auto- naturaleza pura y libre de todo pensamiento. Esta investigación continua, íntima, calmada e indiferente lo guiará a la contemplación quieta y luminosa (el resultado de lo cual será) la no-existencia completa y directa de los cinco elementos constituyentes del ser (skandhas) y la aniquilación de ambos, el cuerpo y la mente, sin dejar atrás el menor vestigio. Después, esta inmutabilidad absoluta (debe ser mantenida) en cada estado, mientras se camina, se está parado, sentado y acostado, de día y de noche. A medida que pasa el tiempo, este logro será traído a la perfección, resultando en la percepción de la propia naturaleza y el logro de la Budeidad, con la eliminación de toda la angustia y sufrimiento.
El ancestro Kao Feng dijo: – Cuando un estudiante observa interiormente un hua t’ou con la misma firmeza con la cual se tira un mosaico roto a un estanque profundo hiendo derecho al fondo de 10,000 brazas [changs] de profundidad, si falla en despertarse en siete días, que me corten la cabeza y la tiren. — Queridos amigos, estas son las palabras de un maestro experimentado: ellas sonverdaderas y corresponden a la realidad, no son palabras mentirosas para timar a las personas.
Entonces, ¿por qué en la presente generación no hay incluso unos pocos hombres que logren la iluminación a pesar del gran número de ellos que sostiene un hua t’ou (en sus mentes)? Es porque sus potencialidades no son tan agudas como las de los ancianos. Es también porque los estudiantes están confusos acerca del método correcto para entrenarse y sostener un hua t’ou. Ellos van a diferentes lugares en las cuatro estaciones, buscando instrucción, y el resultado es que cuando llegan a viejos, todavía no están claros acerca del significado de un hua t’ou y como mirar en él. Ellos pasan la totalidad de sus vidas presos de las palabras y los nombres, y aplicando sus mentes al rabo del hua t’ou. Ellos indagan en (las frases): ‘Observan dentro del que repite el nombre del Buda’ y ‘Cuidan del Hua T’ou’, y mientras más observan e investigan dentro de esas frases, más se apartan de lo que esas oraciones significan. Así que, ¿cómo pueden despertarse al auto-evidente Wu Wei, la Realidad Suprema (Trascendental), y cómo pueden ascender Al Trono Real imperturbable? Cuando el polvo de oro es tirado en sus ojos, ellos se ciegan: ¿cómo entonces pueden ellos enviar y rayo que ilumina? ¡Qué lástima! ¡Qué lástima! Ellos todos son unos hijos e hijas buenos que dejan sus hogares en búsqueda de la verdad, y su determinación está por encima del promedio. ¡Qué lástima que laboren sin ningún propósito! (Por esta razón) un anciano maestro dijo – es mejor permanecer no iluminado por mil años que recorrer el camino erróneo por un día.
El cultivo propio para el despertar de la verdad es fácil y es (también) difícil. Por ejemplo, cuando encendemos la luz eléctrica, si sabemos cómo, en un abrir y cerrar de ojos habrá luz y la oscuridad que había durado por miríadas de años desaparecerá. Si uno no sabe como encender la luz, los cables eléctricos interferirán y la lámpara se dañará, resultando en un aumento de pasiones e ignorancia. Hay también algunas personas quienes, mientras están en el entrenamiento Chan y mirando en el interior de un hua t’ou, se enredan con los demonios llegando a la locura, mientras que otros vomitan sangre y se enferman. ¿No son el fuego de la ignorancia que se inflama violentamente y el punto de vista del ‘yo’ y el ‘otro’ la causa obvia de todo esto? Por lo tanto los practicantes deben armonizar el cuerpo con la mente y llegar a estar calmados, libres de impedimentos y (del punto de vista) del yo y del otro para de esa manera traer una perfecta unión con sus potencialidades latentes. Fundamentalmente, este método usado en el entrenamiento Chan es invariable y el mismo, pero el entrenamiento es ambos, difícil y fácil tanto para los principiantes como para los expertos.
¿Dónde descansa la dificultad para el principiante? Aunque su cuerpo y su mente están maduros para eso, todavía está confundido acerca del método para someterse, y dado que su práctica es inefectiva, llegará a ser impaciente o a usar su tiempo en dormitar con el resultado: ‘Un entrenamiento de principiante el primer año, un entrenamiento de experto en el segundo, y ningún entrenamiento en el tercer año.’
¿Dónde descansa la facilidad del principiante? Eso solamente requiere una creencia, una gran tolerancia y una mente sin ningún interés en el resultado. Una mente creyente es, primeramente, creer que esa mente de nosotros es fundamentalmente Buda, que no difiere de todos los Budas y de todos los seres vivientes de los tres tiempos en las diez direcciones del espacio, y segundamente, creer que todos los Dharmas expuestos por el Buda Shakyamuni pueden capacitarnos a ponerle fin al nacimiento, a la muerte, y a lograr la Budeidad. Una gran tolerancia de mente consiste en escoger un método para ponerlo en práctica continuamente, en la vida presente, en la próxima y en la vida después de la próxima. El entrenamiento Chan debe ser continuado de esta manera; la repetición del nombre de Buda debe ser continuada de esta manera; el sostenimiento de un mantra (encantamiento místico) debe ser continuado de esta manera y el estudio de los sutras, que consiste en poner en práctica las enseñanzas oídas (por ejemplo, aprender de las Escrituras), debe ser continuado de esta manera. La práctica de cualquier puerta del Dharma (a la iluminación) debe estar basada en Sila y si el entrenamiento es llevado de esta manera, no hay razón para que no sea exitoso. El antiguo maestro Kuei Shan dijo: ‘Cualquiera que practique este Dharma sin recaer o reincidir en tres vidas sucesivas puede seguramente esperar lograr la etapa de Buda.’ El antiguo maestro Yung Chia dijo: ‘Si pronuncio palabras mentirosas para engañar a los seres vivientes, estaré preparado a caer en el infierno de la lengua-cortada por la misma cantidad de eones que los innumerables átomos’.
Una mente sin propósito ni interés alguno en el resultado, significa dimitir o renunciar a todo de manera que el practicante llegará a ser como un hombre muerto quien, mientras sigue a los otros en sus actividades normales, no hace surgir la más mínima diferenciación y apego, viviendo como un hombre religioso sin mente.
Después que el principiante ha adquirido esas tres clases de mente, si pasa por el entrenamiento Chan y mira dentro del Hua t’ou, por un instante: ‘¿Quién es él que está repitiendo el nombre de Buda?’, debe repetir silenciosamente varias veces: ‘Buda Amitaba’ y entonces mirar dentro de él que piensa sobre Buda y dónde surgen sus pensamientos. Debe conocer que este pensamiento no surge de su boca o cuerpo. Si surge de su boca o de su cuerpo, ¿por qué cuando muere, no puede su cuerpo o su boca, que todavía existen, hacer surgir este pensamiento? Por lo tanto, él conoce que este pensamiento surge de su mente. Ahora él debe observar (y localizar) dónde su mente hace surgir sus pensamientos y mantener su vista ahí, como un gato listo para saltar sobre un ratón, con su atención exclusivamente concentrada sobre eso, libre de un segundo pensamiento. Sin embargo, su agudeza y su simpleza deben de estar en igual proporción. Nunca debe ser muy agudo porque la agudeza puede causarle enfermedad. Si el entrenamiento sucede de esta manera, en cada etapa o estado, mientras camina, o está parado, o sentado, o acostado, a medida que el tiempo pasa, será efectivo, y cuando el proceso llega a fructificar, como un melón maduro automáticamente caerá, y cualquier cosa que pueda pasar, tocándole o se poniéndose en contacto, repentinamente causará su despertar supremo. Éste es el momento cuando el practicante estará como uno que toma agua y que solamente él es el que sabe si está fría o tibia, hasta que llega a ser libre de todas las dudas acerca de él mismo y experimenta una gran felicidad similar a esa en la que uno se encuentra con su propio padre en una encrucijada.
¿Dónde descansan ambos, la facilidad y la dificultar para un experto? Por experto queremos decir, aquel que ha pedido instrucción a los maestros aprendidos y ha pasado el entrenamiento por muchos años durante los cuales su cuerpo y su mente se desarrollaron para eso, y está claro acerca del método que podría practicar cómodamente sin experimentar ningún impedimento. La dificultad que encuentra un monje que es un experto, descansa en esos sentimientos de confort y claridad en los cuales él se detiene y permanece. Así que, por su estadía en esa ciudad-ilusiva, él no alcanza el lugar de las cosas preciosas (por ejemplo, el Nirvana perfecto). Él sólo está dispuesto para la quietud pero está inhabilitado para el desorden y la conmoción y su entrenamiento no es, por lo tanto, completamente efectivo para usarlo en su totalidad de una manera íntegra. En el peor de los casos, el practicante, cuando se pone en contacto con su contorno, hace surgir los sentimientos de gusto y disgusto y de aceptación y rechazo, con el resultado de que su pensamiento falso y erróneo, ambos, el ordinario y el refinado, permanecerán tan firmes como antes. Su entrenamiento será similar al de remojar una piedra en agua, llegando a ser inefectivo. A medida que el tiempo pasa, el debilitamiento y la ociosidad se filtrarán en el entrenamiento, el cual llegará a ser infructuoso al final. Cuando tal monje está alerta de esto, debe inmediatamente hacer surgir al hua t’ou otra vez y levantar su espíritu para adelantar un paso hacia delante desde la punta del asta de cien pies (que ha alcanzado) hasta que alcance la cúspide máxima sobre la cual se parará firme o el fondo del océano más profundo donde caminará (en cada dirección). Él desechará (su última unión con lo irreal) y caminará libremente en todas partes, encontrándose cara a cara (literalmente, sustancia a sustancia, o esencia a esencia) con los Budas y los Patriarcas. ¿Dónde está la dificultad? ¿No es esto fácil?
Hua t’ou es la Mente-Única. Esta Única Mente tuya y mía no está dentro ni fuera ni entre los dos. También está adentro, afuera y entre los dos, y es como el Espacio, que es inmutable y todo lo abarca. Por lo tanto, el Hua t’ou no debe ser desarraigado ni derribado. Si es desarraigado, causará disturbio, y si es derribado, causará estupidez, y por lo tanto estará en contradicción con la naturaleza de la mente y no en la línea ‘media’. Todo el mundo tiene miedo del pensamiento falso que encuentra difícil de controlar, pero les digo, queridos amigos, no teman del pensamiento falso y no hagan ningún esfuerzo para controlarlo. Solamente tienen que estar conscientes de él, pero no se aferren, ni lo sigan o lo aparten. Será suficiente descontinuar su pensamiento, y él los dejará en paz. De aquí el dicho: ‘El surgir de la falsedad debe ser inmediatamente sabido, y una vez conocido, cesará de existir.
Sin embargo, en su entrenamiento, si el practicante puede dirigir su pensamiento falso para su propia ventaja, mirará dentro, donde él surge y notará que no tiene naturaleza propia independiente. Al instante, se dará cuenta de la no-existencia de ese mismo pensamiento y recobrará su naturaleza fundamental sin mente, seguido inmediatamente por la manifestación de su pura naturaleza propia el Buda Dharmakaya que aparecerá al instante.
En realidad, lo real y lo falso es lo mismo (en naturaleza); los vivientes y los Budas no son un dualismo; y el nacimiento, la muerte y el Nirvana al igual que la Iluminación (Bodhi) y la angustia (klesa) todos pertenecen a nuestra mente y naturaleza propias y no deben ser diferenciadas, ni tampoco deben ser gustadas o disgustadas ni asidas ni rehusadas. Esta mente es pura y limpia y fundamentalmente es Buda. Ni un solo Dharma se requiere (en la búsqueda de la Iluminación). ¿Por qué tanta complicación? ¡Ts’an!
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