Caminando el Zen

 

"La esencia del dharma  es la busqueda de uno mismo, la busqueda de uno mismo lleva al olvido de uno mismo, el olvido de uno mismo lleva a la unidad con todos los seres"

Dôgen

El camino del zen "es sencillo, todo consiste en no elegir ni rechazar" . A veces complicamos demasiado el esfuerzo mental por definir nuestra práctica, y con eso confundimos nuestra mente y confundimos a los que aprenden de nuestra confusión. Todo consiste en practicar la presencia, en aceptar directamentemente la realidad, tal y como se presenta instante a instante. Si alguna palabra define nuestra práctica del zen es ACEPTACIÓN. Esto significa hacer presencia: aceptar en todo momento  la vida, las circunstancias y el contexto, tal y como se presenta, sin prejuicios, sin discriminación, sin aceptar ni rechazar.

(extracto del libro "CAMINANDO EL ZEN")

El camino del zen comienza con el reconocimiento de nuestra propia realidad,. Para muchos es el resultado de una encrucijada, provocada por una crisis existencial, o por una perdida del horizonte vital. Para otros es el resultado de un deseo de búsqueda, a veces no claramente expresado, para contestar a las preguntas fundamentales del ser humano: ¿quién soy yo? ¿qué es esto? ¿a dónde voy? ¿cuál es el significado de mi vida?

Muchos de nosotros hemos buscado antes en la filosofía o la religión y hemos entrado en crisis con sus normas, ritos y rápidas respuestas a las el dogma particular exige adhesión. Decidimos, como tú decides hoy, buscar por nosotros mismos, experimentar por nosotros mismos.

Por ello vienes a la práctica del zen, una práctica que comienza con la meditación en silencio. No hay apriorismos ideológicos, ni religiosos, aunque sí aceptas que hay algo que buscar, mas allá de lo que ves o lo que sientes. La práctica del zen es, en esencia, prestar atención a la vida, ser capaz de practicar el silencio en medio de las cosas.

El primer paso, esencial en el zen, es la comprensión de ti mismo, el autoconocimiento. Esta comprensión es vivencial, y supone un recorrido de coraje para aprender de que va tu vida, y cuales son las asignaturas que has dejado en el camino. Ansias encontrarte contigo mismo sin mentirte, sin contarte historias, sin intentar disculparte ni aparentar personajes o justificaciones. Supone un ejercicio doloroso que va sedimentándose y madurando en medio de tu práctica del silencio, en medio de tu zazen y de la experiencia de tu vida día a día.

Quizás te encuentres con fantasmas de los que has huido, quizás descubras heridas que estas escondiendo, o quizás por fin comprendas la razón profunda de porque eres colérico, depresivo, tímido o miedoso. En muchos casos esto te puede llevar incluso a necesitar ayuda profesional, o a realizar un largo recorrido de depuración y enfrentamiento con tus heridas, de tomar decisiones vitales que te hagan salir de las trampas que te has puesto en el camino.

Esta confrontación valiente con tu vida puede que te traiga contradicciones vitales que no quieres aceptar: relaciones personales perniciosas, ciclos de dependencia y de falta de libertad personal, actuaciones egoístas que te tienen atado. Esta confrontación puede que te lleve a tomar decisiones dolorosas de divorcio o de separación, cambio de trabajo o de lugar de vivienda, puede que signifique romper y dejar situaciones que te daban seguridad, y puede significar un periodo doloroso de transformación personal.

La practica del conocimiento de uno mismo te lleva a comprender tus apegos. Te lleva a comprender si estás atrapado por la posesión de cosas, de dinero, de “juguetes” personales, rutinas propias, roles personales o sociales, mimetismos o relaciones de dependencia. La práctica del conocimiento de uno mismo te llevará a comprender si habitas en el odio o el rechazo, si estás enfadado con el mundo o las personas, si no aceptas cosas que tienes o que te pasan, estados o situaciones propias, incluyendo enfermedades o defectos. La práctica del conocimiento de uno mismo te llevará a comprender si estás enquistado en seguridades o ideas hechas, a comprender tus intolerancias y exclusiones, tus ataduras a dogmas personales y rigideces que te impiden avanzar. En esta comprensión tendrás que aceptar, quizás con lagrimas, las razones de estos apegos, las dificultades y el miedo a soltarlos, y el absurdo de su propio mantenimiento, ya que a través de esta práctica vital comprenderás qué te hacen daño, qué te hace sufrir y el objeto de tu apego desaparecerá en el tiempo, lo quieras o no.

La práctica del conocimiento de uno mismo te llevará a darte cuenta como tu identidad puede ser el resultado de modelos prefabricados, de mimetismos familiares, personales o sociales. Te llevará a comprender que la identidad individual que aceptas como propia es el resultado de multitud de condiciones donde tu no has sido director, donde has reaccionado con o sin patología. Tus pautas de comportamiento han venido quizás dictadas por mecanismos de defensa, de miedo o de esquemas hechos para ser aceptado o querido.

La comprensión de todo esto es lo que a veces, de forma quizás romántica, habrás imaginado como “la noche del espíritu”. Pero es en realidad un proceso doloroso, que puede durar toda tu vida, para ser mas auténtico, mas sincero y consecuente, mas liberado de modelos impuestos y de apegos propios. Es un proceso que yo aquí llamo de individuación: la búsqueda de una personalidad sana, liberada, basada en opciones vitales desde la práctica del desapego y que de entrada no se establece como una personalidad enquistada, sino como una personalidad preparada para el cambio.

Por ello la primera fase de la practica del zen es un proceso abierto de depuración y de limpieza, de vaciamiento de lo que realmente no eres, en la cual la práctica del silencio supone un observar la vida y observar tu vida, con la decisión firme de no engañarte ni engañar más, con la decisión firme de realizar tus tareas y de sanar lo que consideras tu identidad. Y por tanto con la necesidad de revisar y dejar lo que no eres y crees que eres, las copias que haces y las ataduras que te pones y te ponen. Es un proceso de transformación desde tus heridas a tu nueva identidad, que pronto comprenderás que es una no identidad.

Desde el individuo al despertar

De forma dialéctica, apareciendo mientras depuras y limpias tu casa, a veces mas clara y a veces de forma confusa, en un momento viéndola y en otros no, aprenderás en este camino a conocer la realidad. Los tres componentes de la realidad que aprenderás a comprender desde el conocimiento de ti mismo son dukkha, anitya y annata.

Aprenderás a conocer profundamente dukkha, el componente de imperfección de lo existente, y siguiendo el ciclo de las cuatro nobles verdades aprenderás a comprender las razones de tu sufrimiento, de tu incapacidad para vivir plenamente y para liberarte. Siguiendo el recorrido de mirar de frente la realidad, mirarás directa y profundamente dukkha, las razones de tu sufrimiento y el sufrimiento de otros, las raíces de tu insuficiencia y de tus ansiedades, tus miedos y tu dolor. Este conocimiento y comprensión vivencial te hará comprender las causas de tu sufrimiento, tanha, el apego, y conociendo tanha empezarás a rechazar este apego y progresivamente experimentar una vida liberada, en un proceso continuo de comprender y aprender, de soltar y de confrontar, de vivir libre y de avanzar en la sabiduría vital. Al hacerlo recorrerás el camino de los siete factores del despertar[1], comenzando con la plena atención, practicada mientras avanzas por el óctuple camino del Buda.

Conociendo la realidad, caerás en la cuenta de anitya, el carácter impermanente e interdependiente de todas las cosas. Comprenderás la ausencia de verdades inherente, esto es, que existan por si mismas, viendo todas las cosas y todos los seres interconectados; vivencialmente irás dejando caer las barreras que te separan de los seres y las que te empeñas en colocar entre los seres y las cosas. Esta comprensión es crucial, pues cambia tu percepción de la realidad en si misma, tu percepción de ti mismo. Es un proceso que puede ser largo y que supone un camino hacia la comunión con todo lo existente, provocando una crisis existencial desde el modelo personal y social en el que hemos vivido.  Lo recorrerás alternando momentos de confusión y de lucidez al tiempo, si realmente es una comprensión vital, pues ya no hay nada solido, separado por si mismo, por lo que el norte de comprensión y de posicionamiento de ti mismo y de las cosas se disuelve. El vértigo en la comprensión de todo lo que considerabas estable y permanente y que ahora es un fluido de sucesos y fenómenos que se interrelacionan te aturdirá a menudo. La existencia es una sola existencia, no separada, de la que la vida propia es expresión, y todos y todo es expresión. Te acercarás como practicante a  un cambio radical de comprensión y de vida, que supone en esencia el camino del zen. Durante mucho tiempo es posible que esta comprensión te aturda y te paralice, te haga sentirte raro y te cueste adaptarte, pero en otras ocasiones será un motivo fundamental de plenitud y de aceptación. Te incorporarás a la vida tal y como es.

El último eslabón en este despertar en la comprensión intima, vital de annata. Desde el conocimiento de ti mismo y de la realidad te verás abocado al olvido de ti mismo como una realidad individual, de existencia inherente, y de permanencia a lo largo del tiempo. No existe esa realidad, y aprender a vivir desde la no existencia del yo es la fase de mayor desarrollo que has de seguir en tu camino de realización. Es la aceptación plena de una vida desde la experiencia del vacío, no como la ausencia de realidad sino como la ausencia de ningún ser separado, y la potencialidad de todo lo que existe. Es la aceptación de que la realidad se expresa ahora como este ser individual que eres y luego se expresa como otro ser o como otra cosa. La realidad, el Ser, se expresa al mismo tiempo como los mil fenómenos, pero es el mismo ser, la misma realidad completa y sin limites.

Esta experiencia de dukkha, anitya y annata es vivida por el discípulo zen como momentos de luz y de comprensión, o como una gran experiencia de transformación y despertar que ha venido a llamarse el Satori del Zen. Es una epifanía, una experiencia de unidad a partir de la cual comienza el proceso de incorporación de esta comprensión y experiencia a la vida cotidiana. Se haya experimentado kensho (satori) o se haya tenido un proceso paulatino de comprensión vital, la clave del zen es vivir en función de esta comprensión, incorporar a la vida cotidiana la perspectiva real desde la que se experimenta.

Esta transformación de la existencia te llevará, si es autentica, a emprender el camino del bodhissatva, el camino del ser iluminado cuya misión es la salvación de todos los seres. Es un camino de vida desde la unidad y la compasión, de compromiso con el mundo que no es algo separado de la propia existencia. La vida de plenitud experimentada desde la práctica del zen es una vida de amor compartido, de unidad y no separación de la naturaleza, de los seres grandes y pequeños, sean lo que sean y estén donde estén, y de trabajo incansable por la superación de las condiciones de sufrimiento, en el plano personal y en el plano social hacia la construcción de un tipo de sociedad, la sangha, basada en la comunión y la pertenencia común al mismo tipo de existencia.

¿Quieres recorrer este camino conmigo?


 

 


[1] Sati, Dhamma Vicaya, Virya, Piti, Passadhi, Samadhi y Uppekha

 

 

 

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2 respuestas a Caminando el Zen

  1. luis dijo:

    Es muy hermoso! Mil gracias Maestro

  2. hector ortiz velez dijo:

    tengo nada que decir—solo quiero saber como aprender a escuchar—-

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