El Nacimiento Dentro

Pedro San José

(Comentarios al sermón del maestro Eckhart “El Nacimiento Eterno”)

 

"Cuando todas las cosas reposaban en un profundo silencio,
descendió hacia mí desde lo alto,
desde el trono real, una palabra secreta”
Meister Eckhart

 

Entre los fariseos había un personaje judío llamado Nicodemo. Este fue de noche a ver a Jesús y le dijo: [2] «Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, porque nadie puede hacer señales milagrosas como las que tú haces, a no ser que Dios esté con él». [3] Jesús le contestó: «En verdad te digo que nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo desde arriba». [4] Nicodemo le dijo: «¿Cómo renacerá el hombre ya viejo? ¿Quién volverá al seno de su madre?» [5] Jesús le contestó: «En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. [6] Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu. [7] No te extrañes de que te haya dicho: Necesitan nacer de nuevo desde arriba. [8] El viento sopla donde quiere, y tú oyes su silbido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo le sucede al que ha nacido del Espíritu».

El universo evoluciona desde lo sencillo y ordenado a lo complejo y diverso, desde el vacio entendido como potencialidad a la forma entendía como manifestación. El punto culmen que conocemos hasta ahora  en nuestra historia es la aparición de la conciencia como parte de este Designio. Sabemos que realmente no es el punto culmen ni es el fin del proceso. Sabemos que la existencia espiritual madura en el Universo, y que la vida divina (completa, en plenitud) en su máxima manifestación, es el punto omega hacia el que todo apunta. Por ello, en muy diferentes partes de lo existente, o en su totalidad como unidad, y en todo tiempo, tanto en el origen como en cada momento de la existencia, se viene produciendo un nacimiento único, una transformación que empuja hacia la Plenitud. Este es un nacimiento hacia el Espíritu que se percibe en toda manifestación, que es la fuerza de la evolución.

En cada rincón de la existencia, y de la vida como proceso, y de la conciencia como manifestación, se produce en cada momento este nacimiento, que también va acompañada de una muerte. La realidad es un continuo cambio que tiene una dirección. También dentro de nosotros, como manifestación compleja y una que somos, morimos y nacemos, cambiamos y crecemos en ese cambio. Algo nuevo surge en cada momento, siendo nosotros la expresión valiosa de la evolución, el cambio continuo que se da en el presente.

El nacimiento es eterno, y es presente, y es otra forma de nombrar la manifestación que en cada momento se produce. Es una transformación real, pues solo existe esta aparición como realidad, es el meollo de lo que ocurre. ¿No lo veis? Es la transformación dramática del vacio a la forma. Tendemos a percibir esto en el Misterio del surgimiento de nuevas galaxias, y en el punto origen, pero este nacimiento eterno no ha dejado de producirse, y se está produciendo en mi interior, en esto que soy, esta conjunción de todo lo existente: una pulsión continua hacia el espíritu, hacia cuya realización de lo que se manifiesta en mi soy continuamente impulsado.

Dice Eckhart  que este nacimiento, esta manifestación se produce en el centro del alma, o como diría Juan de la Cruz en el fondón del alma. Yo diré en el centro del ser, que es también en todo el ser, cuerpo, energía, mente y espíritu. Afectando al centro, mente-corazón de la existencia, se afecta a la vida toda. Y sigue el Maestro diciendo que el alma ha de mantenerse “pura y viva con una perfecta nobleza”, esto es, el ser, antes de dar lugar al espíritu, y de hacer nacer la condición espiritual en él, ha de limpiarse, ha de realizar su función de integrar su forma de manifestarse, para así poder permitir el nacimiento hacia el que se ve impelido.

No es posible nacer de nuevo desde el hombre viejo, no es posible utilizar la ropa vieja en la nueva manifestación, por ello esto no es una obra a conseguir a base de esfuerzo, a base de construcciones desde la mente o el cuerpo tal y como hoy se manifiesta. Es necesario un salto al vacío, un vaciarse para permitir la expresión del vacío en nosotros. El nacimiento eterno se produce desde si mismo. Es el Espíritu, es nuestra nueva condición, la que nace desde la capacidad de que todo exista. En las palabras del Maestro se diría que Dios es el que se hace a Si mismo en el centro del Ser, que lo divino se manifiesta desde si mismo, desde el origen. No que Dios viene a ocupar nuestro lugar, sino que nosotros nos manifestamos “tal como éramos en el principio de todo”, esto es nuestra manifestación es la manifestación. En un principio nosotros somos el todo y otra manifestación, pues nuestra individual de hoy es una circunstancia. No lo olvidéis, somos el océano, y nuestra apariencia de ola es efímera. Para que la luz se manifieste en nosotros es necesario reducirse a nada, morir, venir a ser nada para ser todo, que es lo que somos en potencia y que hemos de manifestar. Venir a ser nada es renunciar a la continuidad, renunciar a un yo continuo, que se define permanente e independiente del proceso de ser

Esto significa “en medio del silencio me fue dicha una palabra secreta”. En medio del silencio implica el silencio de ser. Silencio del ser es la ausencia de circunstancias, de imágenes y construcciones, de conveniencias y apariencias; es el silencio físico, existencial, psicológico y espiritual, allí donde nada parece expresarse, y por ello se considera vacio para los sentidos internos y externos. Pero allí es de donde surge todo. Es el punto origen que se repite en cada instante, la singularidad que es la clave de la existencia en cada momento. El ser humano individual, para permitir este nacimiento debe cerrar todas sus puertas, debe permanecer en la oscuridad, en medio de la nube, sin saber nada, sin buscar nada, sin tener nada, para así hacer posible, la acción, nacer de nuevo al espíritu, perdiendo la individualidad, de forma que todo aparece “escondido”. La máxima manifestación de las cosas se expresa así, en el silencio y en la nada. Porque si existen apariencias, si el espacio se ocupa con presencias que se dicen a si mismas, el nacimiento no se expresa, se retarda, y la Palabra no se pronuncia. Por ello para que la Palabra se pronuncie, hace falta que estemos callados y recogidos en atención en el centro de nuestro ser.

La Palabra es la acción creadora, es el surgimiento que se pronuncia en cada instante, y que surge de una sola vez y siempre. La Palabra se expresa en lo secreto, de forma insinuante, como un susurro, como una invitación a ser. No es algo que nos ciega y nos deja sin aliento, sin capacidad de que nos neguemos a su invitación. Claro que podemos negarnos. Solo invita a ser, por ello es secreta, y se expresa en el silencio. El devenir del hombre sigue, y la falacia de una vida continua que controlamos podemos mantenerla si queremos, pero la Palabra, si dejamos que resuene, es la acción del “Hagase”, es el nacimiento mismo, que surge como resultado, aunque parece que surge del vacío; es el resultado de las mil causas que expresan nuestra acción y nuestra opción aquí y ahora. Es preciso nacer de nuevo. El espacio para este salto de calidad en la conciencia, para este salto en la manifestación del ser, es un espacio escondido, que precisa de una muerte completa de nuestra forma antigua de ver y de ser, nuestra forma antigua de considerar nuestra existencia y nuestra relación con lo que existe. No olvidéis que ya no tiene sentido sostener los conceptos del yo y lo mío, y que el tu y el yo no tienen sentido y que el esto es el todo. Desde la Presencia misma veremos las cosas cara a cara, y entonces entenderemos plenamente. Por ello hemos de callarnos integralmente para dejar que el espíritu se exprese, y se haga a si mismo en nosotros. Las voces que se oyen son nuestro yo que intenta afirmarse en soledad, es nuestro juicio, nuestro aceptar y rechazar, nuestras imágenes y conceptos, nuestras ideas e ideologías, nuestras religiones y convicciones. Todo ello debe callarse. Por eso dice el Maestro: ¡Ah, si de una sola vez pudieras volverte ignorante de todas las cosas, sí, caer en una ignorancia de tu propia vida!

Para hacer posible este silencio hemos de retirarnos del ruido, del tumulto interior y exterior. Este retirarnos no es solo hacer puntualmente el silencio, mientras nos dedicamos a la contemplación, sino también vivir en el silencio, hacer las cosas y ocuparnos de nuestro lugar como si estuviéramos recogidos en el fondo de nosotros. Es fácil hacer un pequeño espacio de silencio de vez en cuando, pero es más dificultoso vivir en el silencio, vivir desde nuestro lago interior, absorbiendo cada instante desde allí, y manifestándonos también desde allí. Solo así estamos preparados para morir, para las muertes que son necesarias.

Pero este olvidarnos, este vaciarnos, es también una búsqueda con los brazos abiertos, tras las huellas de la palabra, igual que cuando salimos tras las huellas del buey. Es una búsqueda sin cesar, como allí decíamos: …siguiendo ríos sin nombre, perdido en caminos impenetrables de lejanas montañas…, hasta encontrar las huellas. Como dice el Maestro, esta búsqueda ha de darse en el interior, no fuera del si mismo, sino totalmente dentro. No está lejos, no está en otra dimensión, sino aquí mismo, dentro de mi existencia, en lo profundo de mi casa, y coincide con lo que ya soy. Y son huellas pues la Presencia no es asequible con los sentidos, no es comprensible con la razón. Esta mas alla de los sentidos y la razón, y por tanto no puede explicarse ni reducirse, es el Misterio que está detrás y dentro de todo lo que existe, sin que exista como ser independiente de lo que existe. ¡Somos nosotros! Hemos pues de sentarnos callados y escuchar, en búsqueda, en pregunta repetida, también como Palabra susurrante, que cierra el dialogo creador.

Mientras tanto nuestra limpieza, nuestra depuración, ha de hacer que progresivamente nuestras obras, lo que somos, lo que manifestamos, sean obras buenas y perfectas, que nuestra vulnerabilidad muestre nuestra capacidad, que el Espíritu se identifique en nosotros. Este proceso de simplificación, de ignorancia sabia, de indiferencia apasionada, con el que nuestra vida se llena, son las luces de este nacimiento, en esta Navidad

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1 respuesta a El Nacimiento Dentro

  1. guadalupe dijo:

    grasias por poner estas palabras y sigan escribiendo cosas de la biblia

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