Samadhi – Camino hacia la Unidad

“En aquel que se mantiene sereno, con su cuerpo en calma, la mente se focaliza y concentra. Cuando la mente del practicante viene a estar serena, y su cuerpo en calma, se vuelve focalizada y concentrada, y entonces la concentración como factor del despertar aparece. La desarrolla y llega a la culminación de su desarrollo en él”

Sutra Anapanasati

Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. (Juan 4,23)

“Samadhi es el estado que se alcanza cuando la mente se concentra en la comprensión del ser” (Nirukti – Diccionario Védico). Es el proceso de concentración silenciosa, de absorción de la mente y el cuerpo en calma.  Cuando se practica la atención gozosa, que implica el abrazo a todas las circunstancias de la vida, desde el “Hagase” que resuena en el trasfondo de la conciencia, mientras el cuerpo y la mente se mantiene serena, y la vida se focaliza en lo que toca en cada momento, sin juzgar, ni elegir, ni rechazar.

Samadhi es el proceso de unificación que implica la apertura de la conciencia. Cuando se abandona el proceso discursivo y discriminatorio, y el practicante se concentra en plena absorción silenciosa, abrazando la vida con toda su significación, mostrada desde la sabiduría de comprensión integral. Cuando se rompe la dicotomía entre el cuerpo y el espíritu, la mente y lo conocido, la criatura y el creador. Cuando se produce el acto perfecto de adoración /aceptación, en el que el ser se inclina a si mismo, pues ha dejado de ser lo que es (despojamiento) para venir a ser lo que era cuando todavía no era. Este acto de adoración/aceptación se produce en espíritu y en verdad, en el cuerpo y en la mente unificada, en el momento presente, abandonando toda la historia en la nube del olvido, y aceptando vivir en oscuridad sin condiciones.

Samadhi es la disciplina para el proceso de avance en la practica de Dhyana.  La escuela de Dhyana, procedente de la India en el budismo primitivo, es como inicialmente se llamo a la escuela del sexto Patriarca en China, que en la fonética china vino a ser “Chana” o “Chan” y que posteriormente la fonética japonesa lo cambiaria por “Zen”. Las etapas de Dhyana son:

  • Aceptar hacer oscuridad a la mente discriminativa, al proceso de elegir o rechazar, lo que mas tarde en Occidente otro místico llamaría “entrar en la Nube del No Saber”
  • Abandonar la fijación en las sensaciones, emociones, percepciones y estados mentales
  • Mantener una atención viva, unificada, en el momento presente
  • El cuerpo y la mente están en paz, desde la vida lucida y gozosa
  • Se vive en absorción focalizada desde el desapego no egocentrado

Así Samadhi o Zanmai, como se conoce en la tradición del Zen (“Zanmai”  es la expresión fonética japonesa del sanscrito “samadhi” o “”samayan”), es el proceso de absorción completa y profunda recolección, cuando se abandona el discurrir discriminativo y la mente está en calma, proceso frecuente en la práctica del zazen, en el que se distingue un primer nivel, en el que todavía existe dinámica mental, percibida como “distracciones”, y un nivel mas profundo en el que el flujo egoíco tiende a desaparecer. Carla Albrecht lo define como un proceso en el que uno se “desapega” del mundo exterior, para vaciar la conciencia y finalmente realizar una unificación de la conciencia. No es que se deje de oír, ver, o sentir, sino que no se produce distracción por los acontecimientos exteriores y el espíritu (la mente, la persona) se mantiene unificada, focalizada, en profunda paz, sin que aparezca el ejercicio egoíco del juicio, del querer o desear, de significar o representar.  Por ello no se es consciente de este estado o proceso, pues en el momento de que la conciencia dice “esto es Zanmai” el proceso se interrumpe.  Zanmai aparece también cuando con el espíritu en calma, uno se incorpora por completo en la actividad que toca, incluso aunque esta sea sencilla (lavar platos, barrer el suelo) y entonces, sin juicio ni análisis, uno es “ese momento, esa labor”

Zanmai dentro de la práctica del zazen es samadhi focalizado en nada. Esto es lo mismo que no fijar la atención en objeto alguno, dejar que el flujo de pensamientos, emociones y sensaciones pasen tal como llegan. Son este momento y luego no son. No quedarse agarrado a nada y al tiempo ser uno focalizado en este momento. Entonces este momento es un momento único, vivido de forma completa, en el que se combina la atención, la sabiduría, el gozo y la paz.

Al abandonar la atención por el flujo frontal de lo que ocurre en nuestra conciencia (nuestro flujo racional, discriminativo y juzgador, y adquirir importancia el trasfondo del ser, el aspecto esencial, si quiere llamarse “divino” de la existencia adquiere lugar preeminente, y así la “unificación en espíritu y en verdad” se produce. Desde el anonadamiento de quien creemos ser en nuestra conciencia egoíca, se produce el “ensalzamiento de quien realmente somos” en nuestra esencia. Por eso samadhi, zanmai, no es un acto o proceso de enajenación, sino un acto o proceso de inclusión.

Por lo tanto esta forma de vivir es de visión atenta y gozosa, integrada en la existencia, donde se trasciende mas y mas la conciencia individual y la persona se recoge, unificada, “en adoración”, diríamos “inclinada ante si misma” en recolección profunda, viviendo cada instante, siendo cada instante. Podremos recitar

  • Adoración completa, recogimiento inmenso
  • mientras el canto de tu danzar[1] recorre el espacio
  • en silencio atronador

El Buda cita este elemento como factor del Octuple Camino que lleva a la liberación, en cuyos factores se incluyen los diferentes aspectos de vivir, indicando que el recogimiento vital, la absorción meditativa, la concentración focalizada, forma parte del proceso del despertar.

No es un alejamiento de la vida, sino un acercamiento y centramiento, impidiendo que lo que nos aleja, nuestra mente egoíco-defensiva, nuestro juicio de separación nos lo impida. Es vivir orientado hacia la acción creativa desde la calma, la armonía del espíritu. Lo hacemos respondiendo a lo que diría el salmista:

Desde la aurora hasta el ocaso mi carne tiene ansia de ti, y mi «nefesh» (espíritu, alma) tiene sed de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua (salmo 63), y solo tu agua viva habrá de calmarla. No descansaré hasta que la unión se complete y el espíritu se manifieste, de forma que «mi alma está unida a ti y tu diestra me sostiene…» (v.9).

Esta unión, o unificación es lo mismo que “despojar lo que se es para venir a ser quien se era cuando todavía no se era” (M. Eckhart). El proceso es la oración silenciosa, sin palabras y sin objeto (sin decir muchas palabras) de jesus que aquí se iguala a la contemplación de los místicos, y el proceso de Zanmai del Zen.


[1] La esencia del ser evolucionando, la gran evolución desde el vacío a la forma y de la forma al vacío

 

 

Esta entrada fue publicada en Budismo. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *