Zen, camino sin camino

Zen –  Venir a ser nadie en la cotidianidad

El Zen es un mensaje más allá de toda doctrina oral o escrita, que apunta directamente al corazón y lleva al despertar

“El Zen es un mensaje” no quiere decir que es una transmisión de un esquema de creencias, o de una nueva metafísica, de respuestas a las preguntas últimas, o ni tan siquiera la transmisión de enseñanza arcana de los maestros. Hace realmente referencia a la transmisión de la experiencia del despertar de los maestros, la experiencia de transformación de la conciencia. Es la transmisión del dharma, experiencia viva, evolución esencial del devenir humano.

“… más allá de toda doctrina oral o escrita…” significa la no adscripción a religión, ideología o esquema de creencias. Si bien históricamente el Zen surgió en el marco del Budismo, en su encuentro fructífero con el Taoísmo, es hoy patrimonio de la humanidad toda, y ha de ser practicado desde una perspectiva laica y con profundo respeto a las diferentes tradiciones, sea cual sea el marco de creencias del practicante.

“…que apunta directamente al corazón…” quiere decir que afecta al centro de la vida humana y a la vida de todos los seres sin intermediarios, sin que sea necesario una interpretación o un contenido mental, e impregna los diversos aspectos esenciales de la vida.

“…y lleva al despertar.” Despertar significa apertura de conciencia con la superación de la mente discriminativa, con la superación del ego-centrismo, viviendo sin separación, sin límites. Es la experiencia del vacío de realidad inherente, con la vida en comunión. Zen es la cultura del despertar. Lo llamo cultura pues afecta a todos los aspectos de la vida humana. No es una práctica espiritual concreta, un método esotérico de sublimar la conciencia, algo extraordinario a hacer, sino la propia forma de vivir naturalmente, sin divisiones, afectando a nuestras acciones, nuestros valores y nuestra actitud vital general, individual y colectiva. Cualquier otra cosa es dicotomía que lleva al sufrimiento.

En Espíritu y Zen estimulamos a la práctica del Zazen, o del zen sentado, como la práctica del despertar, y a la práctica del Zen en la cotidianidad de una vida focalizada en samadhi, estimulando que no haya separación entre una práctica y otra.

Hemos explicado en diversos ciclos de charlas que Zazen es la práctica del silenciamiento y de la quietud, y que, en sí mismo, asumiendo el dicho de Dogen, es la pràctica del despertar. ¡Estad atentos! No es la práctica para el despertar de la conciencia sino que es la propia práctica del despertar. Comienza con el silenciamiento de nuestros ruidos, nuestros apegos y nuestras expectativas, nuestras interpretaciones y nuestras identificaciones. Es un proceso de abismamiento en el momento presente, abandonando las cargas del pasado y la angustia por el futuro. Es un proceso de vaciamiento, en el que se produce el olvido del yo como supuesto referente de nuestra vida. El momento presente, la presencia de lo que realmente es ocupa el foco vital, de forma que ya no queda atadura a la interpretación de mi existencia, al marco de mis deseos y necesidades. Mi ansia por la depredación, mi compulsión por la posesión y el rechazo, mi propia interpretación del mundo se extingue, quedando tan solo el gozo profundo de ser, de ser presente en este momento.

Y también es quietud, abandonando la justificación de la vida por lo que hago, lo que represento, viniendo a ser potencialidad pura. Dejo el cuerpo quieto y sereno, morando en la paz física, en la paz emocional y la paz mental, no dejándome arrastrar por el ritmo de mi racionalidad ni mis emociones o sensaciones, mirando a la pared, simbolizando con ello la renuncia a interpretaciones e identificaciones, de forma que me vacíe de todos mis personajes.

No hay metas ni objetivos en el Zazen, como no lo hay en la razón de nuestra existencia. La respuesta a por qué practico no puede ser más que la práctica misma. La razón del Zazen es el Zazen mismo, como la manifestación de Zazen es la práctica de no hacer nada, de no querer nada, de no buscar nada, de no ser nada. En este sentido es la expresión vital más absoluta, más completa. Es la práctica del vacío. Y por ello, siguiendo al maestro Eckhart, es la práctica de la pobreza de espíritu:

  • Mantenerme vacío de mis quereres, de mis deseos y necesidades, de igual forma que cuando todavía no era. Ya que fui mi primera causa, cuando era mi primera causa nada quise y nada deseé, ya que era un ser vacío y me conocía a mí mismo gozando de la verdad.
  • Ser en todo mi saber propio, de forma que no sepa nada, ni de Dios, ni de las criaturas ni de mí mismo, de forma que sea manifestación directa de lo que es, de igual forma que cuando no era.
  • Mantenerme en fin, tan pobre que ni yo mismo sea un lugar, un nombre una forma en sí misma, sino que este vacío de mí mismo como era cuando no era.

(Sermon de "Los Pobres de Espíritu")

Esta forma de practicar es un ejercicio, momento a momento, de vaciamiento y de presencia. Depuración, limpieza y vaciamiento de todo lo que me ata, me obliga a enfrentarme a mis dependencias de las posesiones, de las exclusiones y de las creencias e interpretaciones. Y por tanto me obliga a enfrentarme a mis asignaturas pendientes, a mis neurosis, a mis heridas vitales, y a emprender una acción terapéutica sobre mí mismo.

Presencia significa dar manifestación directa de lo que es, de lo que se manifiesta en cada instante, haciéndome uno con el flujo de la existencia, en cada respiración, en cada latido. Esta es la práctica del Zazen como la expresa Dogen (Fukanzazengi):

"El Zazen del cual hablo no es el aprendizaje de la meditación, no es otra cosa que el Dharma de paz y felicidad, la práctica-realización del Despertar perfecto. Zazen es la manifestación de la última realidad. Las trampas y las redes no pueden nunca alcanzarlo. Una vez que habéis asido su corazón, sois idénticos al dragón cuando entra del agua e idénticos al tigre cuando penetra en la montaña. Pues hay que saber que en este momento preciso – cuando se practica Zazen – el verdadero Dharma se manifiesta y que desde el principio hay que apartar la flojedad física y mental y la distracción."

¿Cómo pasar del Zazen al Zen en la cotidianidad? Como diría Roberto Poveda:¿Cómo hacer que el silencio hable y la quietud camine? (http://espirituyzen.org/?p=4537). El autor viene a citarlo como un koan, y un koan vivo es, pues solo en la práctica puede ser mostrado.

Hemos citado que el Zen es cultura del despertar (Stephen Batchelor), caracterizada por la superación de la conciencia ego-centrada y discriminativa, de forma que podamos incluirnos en el flujo de la vida, sin escoger ni rechazar siguiendo mi esquema egoísta de deseos y necesidades. Implica la práctica del Conocimiento Silencioso (Maria Corbí), tal y como hemos explicado en detalle en otras charlas. E implica un proceso progresivo de vivir desde una conciencia no dual, no dicotómica, una conciencia en comunión.

Ya que no pretendo realizar una definición conceptual, citaré solo aspectos y elementos que nos permitirán acercarnos a la práctica del Zen vivo, que solo puede ser comprendido por aquel que ha atisbado en alguna medida la experiencia del vacío.

Cotidianidad de Zen es el momento en que lo sagrado y lo profano vienen a ser uno. Hui Neng, el sexto patriarca del Ch´an decía que “… la espiritualidad que no está enraizada en lo ordinario y concreto de la vida de cada día no merece siquiera su nombre…”  La verdadera práctica espiritual, la práctica del Zen es el ascetismo de venir a ser normal.

No hay un camino trazado en el Zen. Mazu Daoyi decía que el Ch'an es la práctica del camino sin camino. Deberé renunciar a elevar el Zen a normas de vida, a formas de comportamiento o a actitudes a seguir. Cada cual debe atreverse a andar el siguiente paso por sí mismo. Un paso de vaciamiento, de pobreza de espíritu. Es ese vaciamiento el que me permita señalar lo que era cuando todavía no era. Es la práctica de la pobreza de espíritu en la cotidianidad.

Zen es completa apertura a lo que realmente es. Es la habilidad de estar totalmente inmerso en lo que uno realiza en cada momento, de forma que las interpretaciones y la propia presencia de “alguien” haciendo “algo” pierde sentido. A esto hacia referencia el maestro: “No estéis ansiosos en la noche por la mañana, ni en la mañana por la noche” (Tm, 36)

Zen es incorporarse sin resistencia al flujo de lo que aparece, cambia y desaparece. Aceptar ser el espíritu de la evolución, ser el flujo mismo, y por tanto no ser nadie en particular. Para ello la mayor parte de nuestra actividad se irá en el proceso de silenciamiento de tanto ruido como hemos construido a lo largo de la vida, de forma que se produzca la desidentificación y vengamos a ser nadie. Aprenderemos a nacer, cambiar y morir.

Zen es abrirse a la intuición, la simplicidad y el dejar hacer con alegría y sabiduría profunda, aceptando con humor la alegría y el drama de vivir. Cultivemos aquello que María Corbi calificó como Calidad Humana Profunda.

Cómo practicar

Me acercaré a la práctica del Cuenco Vacío, que también he llamado la práctica de la Pobreza de Espíritu. Significa confrontar en primer lugar mis ruidos, mis dependencias y apegos, y en segundo lugar iniciar un proceso de limpieza y depuración, de vaciamiento, no para llenarlo de otras teorías y metafísicas. Habré de comenzar curando mis heridas, aliviando mis cargas, incluso si requiere una revisión profunda, psicológica, emocional o mental de mi existencia. Implicará un proceso de superar la ego-centración, el marco de mis deseos y necesidades, y el cultivo del interés directo, no condicionado por el mundo, por lo concreto, por cada ser y por cada acontecimiento.

Haré silencio cada día, varias veces al día si puedo, a través de la practica del Zazen diario, de forma que se convierta en forma de vivir, en momento de refugio en quien realmente soy. Poco a poco este silenciamiento profundizará otros aspectos de mi vida, liberándome de ataduras, interrogándome por la existencia, sin necesitar añadir formulas mentales a mis preguntas.

Me haré uno con el flujo del cambio, aceptando aparecer, nacer, cambiar, crecer y decrecer, y desaparecer, morir. De forma que sea Nube y Agua. Nube que pasa, se manifiesta y se transforma. Agua que se derrama, fluye y se pierde en el océano, siendo océano en sí misma. El agua es océano, el océano no es sino agua.

Practicaré la experiencia del vacío, que significa acercarme a las cosas, a los seres y a los acontecimientos sin prejuicios, sin poner el nombre como punto de partida, sin calificar y juzgar. Es la experiencia de que no existe nada separado que merezca juicio y condena por sí mismo. Me abriré a la práctica del Abrazo Gozoso, abrazando cada ser y cada acontecimiento, en su concreción y su ordinariedad. Abandonaré progresivamente el marco de mis intereses cerrados, la posesión y la separación, el marco de mis creencias particulares, la compulsión de mis deseos y necesidades, sustituyéndolo por un pensar, sentir y vivir en comunión, en lo común. Esta es la expresión cotidiana de la Presencia.

Viviré por fin, si avanzo en estas tareas, desde la Gran Compasión, el Amor desinteresado, igualando lo desigual, protegiendo al vulnerable y cuidando del más pequeño, estando presente como instrumento de amor en el conjunto de las cosas y de los seres.

Cualidades de una vida de Zen

Termino indicando algunos hitos en el camino, que marcan esta forma de vivir el Zen

*     Zen es ser normal, ser cotidiano. La práctica del Zen es la práctica de lo ordinario, aceptar que el Universo se encierra en una brizna de hierba, en un grano de arena, en una gota de agua. Aplicar aquí el dicho de Thich Nhat Hanh:

"De igual forma que un árbol es árbol, una persona debería ser persona. Si una persona es verdaderamente persona, viviendo feliz, sonriente, entonces todos nosotros, todo el mundo, se beneficiará de esta persona. Una persona no tiene que hacer un montón de cosas para salvar el mundo. Una persona ha de ser una persona."

*     Zen es Presencia, es estar aquí, realmente aquí, sin añadir justificación, ni metas que expliquen el hecho de ser, sin perderse el hecho de ser aquí. Es  mostrar lo que es en cada momento, no en un esfuerzo moral de decir verdad, sino simplemente ser, manifestarse.

*     Zen es pregunta, investigación e interrogación profunda, que marca la cualidad del involucrarse, de fundirse con la vida. Es pregunta que no tiene respuesta mental, es koan vivo en cada momento, es vida no acabada ni marcada, que lleva al practicante a un interés sincero, no condicionado, por lo que pasa.

*     Zen es Wu – Wei, dejar hacer, es practicar la preciosa gratuidad y espontaneidad de realizar lo que toca y luego dejarlo, dejar que las cosas sean, no resistirse al flujo, vivir desde la sencillez, la flexibilidad y la tolerancia del que no es dueño de la vida, sino que es vida en sí misma. Es la libertad de no poseer, de no esperar, y al tiempo hacer lo que toca, no haciendo nada. Es la belleza de dejar que las cosas sean.

*     Zen es vida gozosa, contemplar y gozar del humor del universo haciéndose a sí mismo, es abrazar las cosas y los seres, es contemplarse a uno mismo desde el cariño, la tolerancia y el no juicio, es compartir con todos la presencia vital, aun en el dolor, aun en el drama. Llorar y reír es Zen.

*     Zen es delicadeza del espíritu, es seguir el camino de la naturaleza, de la evolución, y de los acontecimientos con gracia y gratitud, aceptar el cambio y ser elegante en el morir, como parte del vivir.

*     Zen es libertad, es la liberación de los apegos, la superación del ego-ismo, es no acepción de personas – Brahma Vihara – . Es ser libre de perdidas y ganancias. Es el cultivo de la ecuanimidad como síntesis de los factores del estar despierto.

*     Zen es sencillez, simplicidad. Haceos como niños, decía el maestro. Es cultivar la simplicidad de vivir en lo concreto, en lo ordinario, abandonando preocupaciones del pasado, expectativas del futuro.

*     Zen es la aceptación natural, gozosa, de la propia muerte, la propia desaparición. Es vivir muriendo, esto es, abandonando, soltando, vaciándose de todo agarre de vida inherente o separada. Es sentir que la comunión implica la desaparición individual, y gozar al contemplar la casa común que somos, cuando dejamos de creer ser este ser individual que aparentamos.

*     Zen es Wabi, la belleza sabia de nuestra existencia limitada e imperfecta, que evoluciona y fluye sin resistencia. Acepto ser persona, acepto ser forma concreta con toda su imperfección aparente. Es el cultivo de la sabiduría y la calidad humana profunda, que añade la pátina de la experiencia, produciendo una belleza espiritual al combinar la pasión por la vida con la indiferencia a los propios deseos.

Zen es, en síntesis, Annata, no-yo; es Anytia, impermanencia; es Wu-Wei, dejar hacer y ser; es Brahma Vihara, no juicio, prejuicio ni elección frente a personas; es no-dosShiki soku zeku, ku soku ze shiki – Vacío es forma, forma es vacío.

 

Referencias

El silencio que habla

ZEN: CAMINO SIN CAMINO (video)

Sesshin sin juguetes (Kosho Uchiyama)

Teisho del mes de Mayo 2017:

Uppekha – Vivir sin huellas (video)

Otros:

Sobre Zazen (Kosho Uchiyama)

La Práctica del Zazen (video)

Fukanzazengi (Dogen)

¿Que es el Zen? (Jose María Doria)

Zazen y cotidianidad (Asociación Maestro Eckhart)

La Práctica del Zen (Espirítu y Zen)

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