La esencia del Zen

Punto de partida

Cuando me pregunto qué es lo esencial del Zen he de volver a la sustancia. Zen es recuperar nuestra conciencia original, quien somos realmente nosotros, y por tanto despertarnos a la realidad. Vivimos en un estado de conciencia donde vemos en función de la estructura del yo que hemos creado, del ego como elemento de referencia. Este ego, este yo de referencia no existe, es una falacia de nuestra mente. Por tanto el camino del zen es vivir sin este marco de referencia. en este proceso de cambio hacia el despertar de esta ilusión, cambia todo en nuestra vida, nuestra forma de vivir, de ver las cosas y de ver la realidad.  Cambian nuestros valores, las emociones que sentimos y la forma como usamos nuestra conciencia. pero para ello este despertar debe enraizarse en nuestra vida. Lo mas importante a saber es que todo lo que buscamos realizar está ya ahí, esta dentro de nosotros, esta en medio de nosotros. Por ello la práctica del Zen es la práctica de la realización de lo que ya está. Es quitar los velos que impiden ver nuestro rostro original. Nuestro esfuerzo, nuestra lucha es despertar y dar manifestación de lo que ya somos. Tod sentido de lucha, de búsqueda, de conseguri algo o de intentar llegar a algún premio es una falacia. Esto está muy metido en nuestra cultura (a través de nuestros meritos conseguir el paraíso, nada tiene sentido sin competición). Incluso en la cultura busidta antes del Bodhidharma es un continuo esfuerzo por librarse de la carga karmica. Sin embargo, indicando que el premio ya lo tenemos, que esta “escondido “ en nosotros es un giro total de la concepción de la práctica y de la vida. Esta es la aportación principal del Zen

Lo que no es Zen

Debo empezar por decir lo que el zen no es. Aunque se han escrito toneladas de libros sobre el Zen, el Zen no es una tradición escrita, un grupo de normas y procedimientos fijados para siempre, sino que es una experiencia, que se manifiesta de forma diversa en cada persona, en cada lugar y cultura. el Zen se guía por la frase del Buda: Si vuestra experiencia contradice mis enseñanzas, guiaros por vuestra experiencia. Por eso fue definido como “un mensaje fuera de toda doctrina que apunta directamente al corazón y lleva al despertar”

Zen versus Religión

El Zen no es una religión. Su origen como práctica se vincula a la práctica del Bodhidharma en China, cuya practica, en encuentro con muchos aspectos del Taoismo se paso a llamas Chan.  En el fondo era un intento de recuperar la práctica y el método enseñado por el Buda. En ese tiempo (siglo IV-V EC. ) la practica del budismo había decaído en practicas rituales y devocionales. Se tenia la idea que realizar la propia naturaleza, despertar al nivel de conciencia del Buda y adquirir la Budeidad estaba lejano en el tiempo, tras un largo ciclo de vidas, y que no era útil esforzarse en la meditación y el intento de conseguirlo en esta vida. Por eso la propuesta práctica del Bodhidharma, con su “zen contra la pared” en Shorïn-ji fue revolucionaria. Estimulaba a alcanzar la visión real de uno mismo y de las cosas en esta vida al coste de lo que fuera, pues se consideraba, y se considera, la tarea principal de la persona, para si mismo y para su contribución al mundo. Por tanto la practica del Zen, desde sus orígenes fue una practica pegada a la realidad, sin dogmas sin referencias teóricas, que cada cual tenia que experimentar sin intermediarios, y que significaba abrir los ojos a la realidad de uno mismo y de lo que nos rodea. Para ello es necesario olvidar el ego, y colocarle en el lugar que le corresponde: el de las invenciones humanas. El Chan fue transmitido a Corea como Son, a Vietnam como Thien y a Japón como Zen. Como la transmisión a Europa fue principalmente a través de Japón, de ahí el nombre conocido.

Zen o Zen-Budismo

Por tanto el Zen no es igual al Zen Budismo, si bien existe el budismo devocional que usa el Zen y lo combina con las practicas basadas en los textos sagrados del budismo, no es correcto exigir a los practicantes del Zen la profesión del budismo. Ésta ha sido una forma de pensar de muchos maestros. Afortunadamente hoy existe una tendencia mayoritaria a considerar el Zen como un camino universal de crecimiento espiritual. Se puede argumentar que el Budismo apenas es una religión. Y se puede aludir que el Zen no se puede aislar de sus raíces. Esto es así hasta cierto punto. Por un lado es cierto que en la práctica del Buda había poco o nada de posiciones filosóficas cerradas, y que fue la evolución posterior la que asumiendo una importante parte de la filosofía vedanta centro las creencias del Budismo. El Buda no creo una religión. Propuso y abrió el camino para el descubrimiento de nuestra naturaleza original. Igual como en China fue necesario hacer la reflexión de como la práctica del Dharma se adapto y confluyo con el Taoismo adquiriendo la formulación del Chan, y en Japón la adaptación cultural, creo formas de práctica con variaciones respecto al Chan, hemos de preguntarnos como la confluencia de la práctica del Zen en Occidente variara por el influjo de la cultura occidental y la tradición cristiana.  Es necesario preguntarnos sobre como ha de ser la confluencia entre la práctica del zen y la recuperación de la mística cristiana, que desgraciadamente no dio lugar hasta ahora a una corriente ininterrumpida de práctica, fundamentalmente debido a la censura impuesta sobre el camino místico desde la religión institucional.

¿Zen Cristiano?

Por ello el Zen no puede dar lugar a un Zen cristiano. El Zen no es comparable a una religión. En todo caso puede equipararse con la mística, como practica que lleva a la conciencia unitiva sobre la experiencia divina sin intermediarios. Un cristiano, como un judío, un sufí o un budista utilizará el Zen como método práctico pa ra alcanzar la experiencia, que en caso del cristiano toma la forma de unión con Dios, y que puede tener añadido un componente religioso o no. La palabra Dios es lo que desde una posición de fe el cristiano llama la esencia, la naturaleza esencial, el medio divino de lo existente. Pero no podrá ya, si la experiencia es genuina, invocar la dualidad, sino que llamará a la unidad. Esta es la síntesis del dicho de Jesús en el evangelio de Tomas: Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una, y de configurar lo interior con lo exterior, y lo exterior con lo interior, y lo de arriba con lo de abajo, y de reducir a la unidad lo masculino y lo femenino, de manera que el macho deje de ser macho y la hembra hembra; cuando hagáis ojos de un solo ojo y una mano en lugar de una mano y un pie en lugar de un pie y una imagen  en lugar de una imagen, entonces podréis entrar [en el Reino]

No existe filosofía Zen

El zen tampoco es una filosofía o metafísica secular. No encierra un set de dogmas o verdades o interpretaciones de la realidad que puedan ser aprendidas o discutidas. Es una experiencia abierta y de difícil transmisión pues entra en el plano no racional. En el Zen se aprende a no usar o no fiarse de las palabras, que son nuestra interpretación racional de lo que vemos, sentimos o pensamos. La percepción y transmisión de la experiencia de los grandes maestros siempre se expresa en la paradoja y la aparente contradicción: ESTO es y ESTO no es al mismo tiempo. – Lo esencial es lo no nacido. – Lo uno es no-dos y al tiempo aparece como las mil y una formas. – Toda está en cambio permanente, y es a la vez forma y vacío. – Si no tienes ninguna cosa, déjala, y si no puedes dejarla llévala contigo. – Éstas son algunas de las expresiones que han sido utilizadas en un esfuerzo de dejar rastro de la experiencia. Su contenido tiene lo que puede llamarse cualidad koanica. La vida en su conjunto es un koan, que puede ser definido como un “anuncio publico de la esencia”

El Zen y la Razón

El Zen no es antirracional. Múltiples veces se ha confundido esto. Como el Zen habla que nuestra forma de razonar y percibir es falaz, y en la practica lo que tenemos que hacer es no dejarnos llevar con los pensamientos, se suele atribuir a la forma de pensar racional un carácter negativo, malo, que debemos eliminar, entrando en una especie de conciencia de fusión infantil en el que la intuición y la percepción directa nos permitirá por fin ver sin velos. Esto es otra forma de ver la falacia pre-trans, de la que habla Wilber. No, la práctica del Zen nos enseña que también la razón, nuestra mente es ESTO. Y por tanto forma parte de la realidad y es un instrumento maravilloso, que permite avanzar y nos da un aparato de racionamiento y emocional que nos ha hecho crecer. El problema es que sea algo mas que un aparato, un instrumento, y nos hayamos identificado con ella. Nuestra mente ha creado una identidad, nuestro yo, al que atribuir el papel de sujeto de nuestras acciones, desde donde analizamos, escogemos, rechazamos, y buscamos, en función de lo que atribuimos como nuestro interés, basando este en nuestra interpretación de lo que es mío y de lo que no lo es. Por lo tanto la práctica del zen lo que hace es recolocar el papel de la mente en nuestra vida, de forma que no se convierta en tapadera , en filtro de lo que entra o no. Y no permitir que lo haga en función de la falacia del yo.

El Zen un producto no terminado

El zen no es una práctica terminada, con una metodología rigurosa que determina el camino, no es un entrenamiento ascético basado en normas rígidas, con un manual de instrucciones detrás. Aunque el punto final es común, las metodologías y formas de práctica tienen importantes variaciones que han dado lugar a diferentes escuelas de Zen. Y dentro de ellas existe un eclecticismo basado en la propia idiosincrasia personal. Un maestro de Zen experto debe reconocer esa idiosincrasia y adaptar la práctica en función de las circunstancias. La esencia del zen no es el rito, ni siquiera las formas, aunque ellas son útiles sobre todo al principio en que el entrenamiento que la práctica exige hace necesario una adaptación y entrenamiento de nuestro cuerpo y nuestra mente. Pero no es la esencia.

Zen no es solo zazen

Por fin el Zen no es solo zazen (meditación sentada). El Zen es una práctica global, que incluye el entrenamiento en el silencio, pero que también incluye la práctica en todos los momentos de nuestra vida. Éste es un error común que lleva de nuevo a parcelar la forma de vivir, y que es otra gran falacia. No podemos conectar con nosotros mismos en el silencio, y desconectar a continuación como si fuéramos enchufes. Al menos es un gran error hacerlo. El Zen no es vivo hasta que no se ha enraizado en la vida del individuo. ¡Cuantas personas han tenido experiencias de despertar y luego han pasado y su vida muestra las mismas contradicciones o mas que antes! El trabajo real en el Zen es enraizar la experiencia. El Zen es una práctica universal, que hoy ya pertenece a toda la humanidad. Es una practica fuera de toda doctrina que marca el camino de evolución de la conciencia, y que lleva a la transformación completa de nuestra vida y la de todos los seres.

La esencia del Zen

¿Y cual es la esencia del Zen, pues? La esencia de la práctica del zen es el olvido del yo, y despertar a nuestra verdadera naturaleza, y así reconocernos sin barreras con todo lo que existe, y por fin y en consecuencia, dedicar nuestra existencia a la Gran Compasión. No hay ninguna meta que conseguir, ningún camino que recorrer, pues ya somos perfectos en nuestra naturaleza, ya somos lo que queremos conseguir. Cualquier pretensión de búsqueda, de caminos a recorrer, de entrenamientos extenuantes para ser sometidos a prueba, y finalmente recoger el premio, es otra trampa otra falacia de nuestro ego. Por ello es tan fácil que tras una experiencia de despertar , gran o pequeña, el ego se infle, y utilice la propia experiencia para asentarse mas. Esto es patético. Todo el esfuerzo de nuestra práctica va dirigido a reconocer lo que realmente ya somos y manifestarlo. Para ello es necesario romper con las falacias que nos acompañan, profundamente enraizadas en nuestra forma de percibir. Dogen, al definir la tarea a realizar decía en el Genjokoan:

La práctica del Dharma es aprender quien es uno mismo. Aprender quien es uno mismo lleva a olvidar el yo mismo. Olvidarse uno mismo es hacerse uno con todas las cosas… A partir de aquí todos los restos del despertar desaparecen, y el despertar continua incesantemente.

Por ello el camino del Zen es el camino del despertar. Empieza con la investigación con la duda de uno mismo, continua con la perdida, el olvido del ego, y lleva a la muerte del yo. Y de ahí al despertar, a ver la realidad directamente sin la intermediación de la mente.

El primer paso y los tres requisitos

Por tanto el primer paso en la esencia de la práctica es la investigación sobre uno mismo. Esta investigación no es un recurso racional deductivo, por el cual estudiemos nuestra psicología y nuestras potencias, sino abrirnos a la pregunta de ¿Quién realmente soy yo?. Esta pregunta introduce un elemento fundamental, que es la duda en que sabemos de forma terminada quien somos. La práctica lo que ha de hacer es llevar al extremo esta duda. Jeff Shore indica que “sin quitarle al ego su corazón la práctica del zen no es mas que masturbación espiritual”  La forma de hacerlo es a través de la duda. Esta es la esencia de lo que quiere decir la Gran Duda. La gran duda es como la basurilla que se encuentra en el centro de la concha, sin la cual la perla no puede producirse. Esta gran duda es la pregunta que se repite y repite como una bola en la práctica, y que actua de motor para el despertar. la duda es principalmente ante la apariencia del yo. La dua sobre la inexistencia del ego ha de llevarse hasta el extremo.   Se ha planteado tres requisitos esenciales para la práctica: la Gran Fe que implica creer realmente que esta ahí, que ya somos. La Gran Duda, que pone en tela de juicio todo nuestras convicciones terminadas, y nos exige vaciarnos. Pone principalmente en tela de juicio quien realmente somos. El proceso practico de practicar la duda es llevar al extremo la hipótesis de que realmente no somos ese ego qeu realmente damos por hecho. Y si no somos ese ego ¿que somos?. Una vez que la practica se profundiza, ya que este proceso no se hace dando vueltas a la cabeza sino con cada respiración, con cada momento de atención, al llegar a la convicción de la falacia del ego, antes o después aunque sea por un momento, el ego se olvida, en el centro de la experiencia, y esto abre la puerta para ver nuestra realidad, y para ver la realidad de todo. Y este es un momento liberador, dure poco o mucho. Para ello hace falta la Gran Voluntad, la tenacidad necesaria para continuar y avanzar aunque nos cueste la vida. ¿Que hay mas importante que esto, no solo para nosotros sino para nuestra aportación al bien de todos los seres? Pero tengámoslo en cuenta. No es lo mismo aceptar esto en teoría que vivirlo, que enraizarlo en el fondo de nuestra conciencia. Pues lo que si esta profundamente enraizado es esa identidad con la falacia del yo individual y separado. Hacerla desaparecer en todas las circunstancias es una tarea de toda una vida. Experimentar la verdadera naturaleza es Satori. Enraizarla en la propia vida, y extenderla mas y mas en cada cosa que hacemos es la tarea real del Zen. En esta experiencia algo muy esencial sucede: la experiencia es de Unidad. No existe separación, no existe barrera, no hay realmente una identidad separada. En consecuencia lo que somos es unidad con lo que son otros, y con lo que son todos los seres. De ahí surge una gran fuerza de compasión que es la guía de la vida

Desde el vacío a la forma

A partir de ver disminuir y luego desaparecer nuestro egoico marco de referencia, vemos la realidad con otros ojos. Sentimos en nuestra esencia la comunión con todo, con los animales y las plantas, con las cosas. ESTO esta en todo, y nosotros somos ESTO. esta realización puede ser deslumbrante o progresiva pero lo importante es actuar y vivir desde ella. Nuestra relación con los demás, porque hacemos las cosas, que es grande y que es pequeño, nuestros valores, todo adquiere un tono diferente. Y aunque permanece el dolor, e incluso este se hace mas intenso a veces al ver mas directamente, desaparece el sufrimiento, que es la neurosis del dolor, consecuencia del ego que no puede conseguir lo que desea. Este proceso no abarca al principio a todos los aspectos de lo que vivimos y hacemos. Vemos una gran contradicción entre nuestra experiencia y nuestro comportamiento egoico en ocasiones, fruto todavía de que nuestra vida no está integrada, de que existen muchas áreas en las que nos seguimos comportándonos como la persona vieja, la persona encerrada en el ego que no quiere morir. Incluso en múltiples ocasiones nos sentiremos muy confusos y perdidos , pues se nos han puesto en tela de juicio nuestra forma de entender el mundo, de interpretarlo. Por ello deberemos aprender de nuevo a utilizar nuestra mente, al tiempo que comprendemos y captamos de otra manera. Esto es lo que se llama una mente iluminada. Este es un proceso lento y escondido, mientras mantenemos encendida la lampara de nuestra práctica, reactivando una y otra vez nuestra experiencia. Un día nos daremos cuenta que estamos mirando a otros y nos estamos viendo a nosotros mismos, y aceptaremos esto como algo natural

Todo cambia

Hay otro dicho de Jesús en el evangelio de Tomas (dicho 42) que dice: Haceos transeúntes. Este dicho entronca con otro aspecto esencial de la realidad y que pretende realizarse con la práctica del Zen: Toda cambia, y esto es una realidad para todo lo que existe. La aceptación del principio de la transitoriedad está totalmente unido a la comprensión de nuestra propia naturaleza. Si aceptamos que todo cambia, nosotros, todo lo que existe, todo lo que tiene expresión y forma, realmente comprendemos que somos un fluir continuo, y la realidad de nuestra propia identidad como yo separado e inmutable es nula. Somos simplemente, nada más y nada menos que la expresión de lo eterno en el mundo fenoménico en este aquí y este ahora. Y nuestro ser, nuestra existencia, es esencialmente diferente, esencialmente distinta y completamente nueva en cada instante. Siempre estamos empezando, pues nuestra vida en este momento es única. Esto realmente quiere decir “mente de zen, mente de principiante” Este cambio continuo es un cambio único. todo esta interrrelacionado, nada es independiente ni tiene vida separada. Esta es otra forma de ver la experiencia. De esa forma lo Uno es lo que continuamente cambia. El GITA menciona: “Solo Dios esta naciendo en todo momento, no yo, no tu” Esta es la experiencia del Zen, contemplar la vida como el salto continuo de la forma al vacío, muerte/vacío, vida/existencia/forma y muerte/vacío, como maneras simultáneas de la realidad. Y nosotros ahí, no separados, ahí, evolucionando con todo

El presente continuo

Zen es la realización del espacio sin tiempo en el momento presente. Cuando avanzamos en la práctica comprendemos que la vida que vivimos es tan solo este preciso momento que debe ser realizado en su totalidad, en su plenitud. Solo en el es posible la manifestación. Y la realización del momento presente, en su pureza es un espacio sin tiempo, de forma que en la experiencia se graba una y otra vez en nuestra vida y nos lleva a la plenitud al éxtasis. Por eso la práctica del Zen es la practica del aquí y ahora. Esta no es una experiencia que se vive así, sin mas, chasqueando los dedos. De hecho la practica esta llena de frustración y de dudas, que nos acompañan continuamente: Por eso es un proceso abierto de descubrimiento

Cómo practicar

Empezamos a meditar

La practica del Zen comienza con el ejercicio de la meditación sedente. A él debemos dedicar al devoción y el esfuerzo máximo según nuestra energía, pues en ella hacemos el transito, el ejercicio. En la meditación sedente trabajamos nos iniciamos en el trabajo de la quietud. Quietud física, quietud energética, quietud mental/emocional. De forma que podamos aquietarnos en el silencio. Este trabajo de quietud se realiza siguiendo la repetición de palabras, mantras o fijarnos en la respiración. Se trata de hacer silencio, y de lograr que nuestra mente esté focalizada en este momento, sin irse a su costumbre de cabalgar sin rumbo con los pensamientos. No se trata de obtener un estado especial de conciencia. Se medita con el cuerpo. el hecho de adquirir una postura adecuada y de respirar, haciendo presencia del momento, es ya el estado de mente adecuado. En el silencio nuestra mente poco a poco se aquieta. Los pensamientos son como las ondas del mar en medio del océano. No hay que luchar contra las olas. Se requiere un esfuerzo para estar aquí, para estar en atención a lo que pase, pero si mantenemos nuestro foco en la respiración, poco a poco las olas se aquietan. entran y salen. No nos vamos con las olas. Estamos aquí, atentos a lo que venga y concentrados en nuestra respiración. Cualquier lucha con nuestros pensamientos se convierte en un disturbio. Lo importante es no identificarse con ese flujo mental que no cesa. Si nos distraemos con algo externo, si nos vamos con una emoción, o con un recuerdo, entonces nuestro yo aparece y empieza un discurso de hacer o no hacer de rechazar de recriminar etc. En ese momento debemos activar nuestra alerta y volver a esta presencia, a este momento, y desde ahí observar, en paz. Poco a poco la práctica refinará nuestra actitud, y el oceano se volvera calmo, la respiración estará allí, moviéndose lentamente con suavidad, los pensamientos y distracciones aparecerán y desaparecerán, y todo estará bien.

No es una competición, es una manifestación

 Ya lo mencioné. No hay que perseguir nada, no hay que conseguir nada. Nuestra práctica está dirigida a manifestar nuestro rostro original. Por ello cuando nos sentamos en zazen, no busquemos hacerlo mejor, o conseguir romper o atravesar algo. Debemos sentarnos con la conciencia de que ya somos lo que buscamos y solo esforzarnos por hacer presencia de lo que somos. Esto cambiará por completo nuestra actitud. Quizás hemos entrado en el Zen con el miedo o la prevención de que es una gran lucha o un camino largo en que existen muchas barreras y trampas. Aparentemente así es pero la realidad es que no hay ninguna lucha que hacer. Solo hay que ser lo que realmente somos. El Zen exige una profunda disciplina, un esfuerzo importante, pero todo va dirigido a romper el velo que nos separa de nosotros mismos, de nuestro verdadero rostro. Es importante que nos sentemos con la actitud de que no hay ninguna batalla que ganar, ni ningún premio que conseguir.

No dualismo

Ni siquiera deberemos distinguir entre la vida de las mil formas, y el vacío de paz en el que queremos encontrarnos. Nuestro hábito a dualizar (a vivir en el dualismo) produce esta trampa. Allí estamos meditando, y respirando, con una conciencia de vacío, y ahí esta nuestra vida y nuestras distracciones, como las formas que interrumpen la práctica. Debemos ser uno con la vida, con las formas, y ser uno en la experiencia del vacío. Sin perturbarnos. No busquemos eliminar la forma para quedarnos en el vacío, como tampoco estábamos en nosotros al querer ser solo el fenómeno, la manifestación. Vacío y forma han de mezclarse, ir juntos. por ello no introduzcas ni un pensamiento tampoco a esta via sibilina de realizar el ego. Acepta todo en cada momento tal como es: el dolor de las piernas, la distracción, la respiración, el silencio, el espacio vacío. Solo mantente alerta, en plena atención. Cuando empezamos la práctica, la disposición debe ser: ¡Entrega tu vida!.  Es fácil decirlo pero hacerlo es mas difícil. Sin embargo, si de una vez por todas no nos entregamos con todas nuestras fuerzas a la intensidad de perdernos, morir a nuestro yo, y renacer al espíritu, nuestra tarea será baldía. Una vez que lo hacemos , un nuevo mundo se nos abre. Un mundo sin apegos ni angustias, lleno de belleza y de paz, donde nuestra entrega a las tares de compasión y comunión viene a ser nuestra vida natural

De la quietud a la pregunta

Una vez que el silencio se ha hecho, y de forma coetánea poco a poco nos abrimos a la pregunta y a la duda, a investigar en cada respiración quien es este que respira. Esto se realiza habitualmente con un koan, y no se trata de analizar el koan mentalmente, sino de repetirlo continuamente en cada respiración, de forma que se convierta en una bola de duda. este Koan es ¿Quién soy yo? – ¿como era mi rostro antes de que nacieran mis padres? – ¿Que es esto? u otros. La práctica del Zen, – dice Hakuin Zenji –  es como frotar la madera para hacer fuego. La forma sabia de hacerlo es seguir y seguir sin parar . Si tu paras al menor signo de calor, y luego vuelves a parar en el momento en que aparece un poquito de humo, incluso aunque practiques por tiempo interminable, nunca veras aparecer el fuego… El trabajo con koans es una de las prácticas básicas del zen, y este es un trabajo focalizado, de intensidad, que llevamos a todos los momentos. La pregunta no nos deja, y la respiramos en cada momento, haciendo que se convierta en una bola de duda en nuestro estomago, hasta que está duda explota.

Simplemente estar sentado

Otro método que en el zen se llama Shikantaza (simplemente estar sentados), es un proceso de vaciarnos, de eliminar las capas de cebolla que atribuimos nuestras o entendemos esenciales nuestras, dejando un espacio vacío de presencia, de estar aquí, no dejando que nada ni nadie se nos lleve de este momento de estar aquí y vivir esta presencia, presencia que no puedo llamar yo, que no puedo llamar mía, pues la estoy viviendo, en plena atención. Poco a poco voy dejando fuera las cosas que me vienen y sigo allí, vacío, esperando, con la gran pregunta, en el aire, del significado de este momento presente. Aunque no hago ninguna pregunta, no intento llegar a ninguna parte, solo pretendo que esta presencia este viva este aquí sea la realidad de este momento.

Del zazen a la vida ordinaria

Esta practica, una u otra continua en nuestra vida ordinaria. Trabajaremos focalizadamente, realizaremos el silencio en nosotros en medio de la actividad, incorporaremos nuestra visión en las cosas que hacemos y en nuestras relaciones. Transformaremos nuestras decisiones en función de ellas. Incluiremos la incertidumbre y la escucha en cada momento. Valoraremos el presente. Por eso el campo de la práctica es realmente nuestra vida, siendo el zazen, el ejercicio en el que nos alimentamos. Nuestra relación con nosotros cambiará. Estará mas llena de esencia, mas solidaria, mas amorosa, mas compasiva. Y nuestra propia presencia en el mundo también. Nos incorporaremos a hacer la vida, a ser miembros activos de la comunidad, como parte de lo natural de las cosas, no como una disciplina ética.

¿Qué iluminación?

Para la gente que comienza el Zen, estar iluminado, vivir despierto es como algo maravilloso, el verdadero gran premio a conseguir. sin embargo es nada. Asi lo ve quien se ha abierto y despertado. Simplemente ha comprendido la realidad. Como dice Sinrhyu Suzuki, la madre que no ha tenido el niño, piensa en ello como algo esencial, una maravilla. Una vez que el niño está ahi , y crece, y siempre se encuentra a nuestro lado, se convierte en algo natural. No tiene sentido pensar sobre estar o no estar. Así es el despertar. Debemos sentarnos, y practicar el Zen por el zen mismo, por el cambio en nuestras vidas resultado de la practica. No por conseguir ninguna iluminación o estado extático esotérico

Continuar

Este proceso es un proceso de depuración, y de cambio continuo, es una practica que se va incardinando en nuestra vida y que exige profundidad. Participaremos en retiros, haremos práctica intensiva, hayamos pasado por experiencias de transformación o no, y depuraremos nuestra existencia en un sentido armonioso y ético. Seguiremos el camino del Bodhishattva, buscando siempre salvar a todos los seres, al comprender que no hay mas que un único ser. Zazen es realizar la manifestación de nuestro ser original en el silencio. En si mismo es ya la manifestación. Vivir en Zen es manifestar nuestro rostro original en la actividad cotidiana.   Por ello debemos practicar con asiduidad, todos los días, y esto cambiará nuestra vida de una forma misteriosa, que no esperamos. La practica diaria, y la vida centrada en el silencio es el corazón de la práctica. Durante siglos la práctica del Zen estuvo restringida a la vida monástica. Hoy es una práctica universal que se combina con la vida ordinaria. Y esto está bien, pues practicar zazen es el entrenamiento para vivir Zen. El Zen vivido es la manifestación de nuestro rostro original, no dual, la expresión de la unidad en cada momento en cada situación, de forma que nuestras decisiones, nuestras opciones, nuestros momentos se sientan iluminados por esta visión Esto es la esencia del Zen

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7 respuestas a La esencia del Zen

  1. Fede dijo:

    Gracias, es un buen resumen de algo que todos llevamos dentro: zen

  2. pedritin dijo:

    tratare y no tratare de estar en el ZEN, gracias por el aporte…

  3. pablo díez dijo:

    Gracias por la sencillez de estas página que he leído.

  4. Marti dijo:

    El Zen es algo maravilloso,un camino que dura toda la vida,lo que esta claro en el Zen es que "El camino es la meta".

  5. Darwin Mardones dijo:

    Inspirador, siempre debemos estar atentos para corregir el rumbo y retomar la senda.

  6. pau dijo:

    Un gran apoyo tus opiniones

  7. leopoldo molina dijo:

    el zen es algo mas profundo que conocimiento, es sabiduria de la experiencia.

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