El túnel del ego, charla de Willigis Jägger

(Charla dentro del retiro de zen y de contemplación que tuvo lugar en Madrid del día 19 al 23 de septiembre de 2012. El autor es el fundador de la línea de zen "Nube Vacía" y de la línea de contemplación "Nube del No Saber" La charla trata de la tarea esencial de superar la conciencia egoica, con la práctica del silencio.)[1]

Hace cuatro mil millones de años no había nada. Estamos aquí desde hace unos miles de años y nosotros vamos a morir. ¿Hay acaso un infierno, hay acaso un fuego, hay acaso un cielo? Somos un simple sueño en este universo inmenso. Nosotros como especie todavía no estamos lo suficientemente despiertos a nuestra verdadera esencia. Existe una creencia en un Dios que cuida de nosotros y que nos ordena. Pero esta fe es un misterio, se pasa. Pero también tenemos una consciencia evolucionada, desarrollada, de que estamos aquí y esa conciencia es un ámbito limitado. Nosotros podemos salir de esa limitación. Si nosotros queremos salir, haremos lo mismo que hicimos ayer. Tenemos que llegar a un nivel en el cual podemos pasar esa frontera. El camino del zen y también el de la contemplación cristiana nos acercan a esa frontera para poderla pasar. Cuando uno medita durante muchos años, entonces está en disposición de dar ese paso. La individualidad se contempla como una ilusión, una fantasía. Quien atraviesa esa frontera se acerca al nivel de la unidad y del Amor Uno.

Nuestra esencia es unidad y amor y, quien quiere conocerse realmente a sí mismo, tiene que acercarse a ese nivel. Y este nivel al que llegamos es el nivel más alto del zen y de la mística. Jesús nos ha mostrado este camino. Él le dijo a Nicodemo: Tú tienes que nacer de nuevo. Pero no significa que tuviera que volver a nacer de nuevo, sino que tenía que superar la frontera del ego.

Tú tienes que desarrollar un nuevo sistema de conocimiento, de comprensión. Nuestro ego está muy impresionado por nuestras propias emociones. Nosotros somos budistas, cristianos, musulmanes, europeos, americanos, asiáticos… Tenemos que comprender que nuestro cristianismo nos tiene que llevar a superar esa frontera. Yo me siento cristiano, me sé cristiano, pero, sin embargo, me abro a esas otras religiones.

En todo este universo de tantos millones de planetas seguro que hay otras personas que viven igual que nosotros. Pero seguramente tienen una vida muy diferente. A diez mil metros por debajo del mar, en la más absoluta oscuridad, hay formas de vida y tienen una vida completamente diferente a la que nosotros conocemos.

Durante cinco veces, a lo largo de la historia de la Tierra, ha sido destruida. Meteoritos, volcanes, etc., han destruido cinco veces la vida en la Tierra y, si no cambiamos, no tenemos prácticamente ninguna posibilidad de seguir viviendo como hombres aquí. Solo ciento veinte mil años estamos nosotros como especie aquí. Solamente ciento veinte mil años en este inmenso universo. Siete millones de años han ido evolucionando el ser humano desde distintos elementos en la Tierra. Así fue el comienzo de nuestro ser como hombres. Nuestros antepasados los monos no han evolucionado, siguen en los árboles. Muy despacio hemos ido evolucionando para llegar a ser lo que hoy día somos. Pero no vamos a permanecer aquí. Tendremos que llegar a ese otro nivel que refleje nuestra esencia.

Catorce mil guerras ha habido según la Academia Noruega de las Ciencias ha constatado. En ese tiempo quinientos millones de personas han sido asesinadas. Somos una especie especialista en matar. Hemos tenido a un Hitler, a un Mao… que han matado a millones de personas.

Ocho mil millones de personas viven hoy día en la Tierra. ¿Dónde vamos a ir cuando muramos? ¿Y dónde están todos aquellos que han muerto antes de que nosotros estemos aquí? No hay una respuesta clara de qué va a pasar con nosotros. Este es el deseo de todos, de que van a seguir viviendo de nuevo. Pero nosotros somos bastante distintos de lo que nuestro yo piensa. En el fondo de nosotros no existe el tiempo.

Pero es muy decisivo el hecho de que como hombres estemos aquí. Tenemos que entender profundamente el sentido que tiene ser seres humanos. Si nosotros nos mantenemos en el círculo egocéntrico seguiremos haciendo lo que han hecho los anteriores.

Hoy día las ciencias nos hablan de una consciencia que está más allá del ego y dicen que incluso los pensamientos son materiales. Pero nosotros somos más profundos que el mero hecho de lo que dicen nuestros pensamientos y este es el camino tan importante que hay que hacer. Ese camino tiene influencias directas incluso en nuestro cuerpo físico.

Ayer estuve leyendo un artículo en el periódico. Si tú quieres llegar a superar la frontera de lo que tú eres tú mismo tienes que ir más allá de tus pensamientos. Y cuando sales de tu propio yo, tú no sales de aquello de lo que tú quieres, sino que permaneces en aquello mismo que eres. Eso es lo que intentamos con esa respiración que entra y sale. O cuando caminamos es solo ese paso. No soy yo quien respira, no soy yo quien camina, sino que es el simple paso, la simple respiración. Ese es el camino que nos permite compartir el zen y la mística cristiana. Y ese camino tiene un poder muy fuerte en nuestra salud. Los que hacen ese camino, demuestran hoy día las ciencias, viven mucho más que el resto. Nosotros somos esos hombres.

Tomás de Aquino, el teólogo que nos transmitió esos grandes escritos, tuvo una experiencia muy profunda en Fossanova en la iglesia al final de su vida y dijo a sus seguidores, a sus amigos: “Todo lo que yo he escrito es paja en comparación con la experiencia que acabo de tener.” Todos esos escritos inmensos carecían de sentido. Ese nivel al que había llegado en su experiencia estaba mucho más allá que su consciencia intelectual. También Ignacio de Loyola tuvo una experiencia parecida. Él estaba en la iglesia de San Pablo y, de repente, tuvo una profunda experiencia. Él le dijo a uno de sus seguidores: “El total de mi vida es nada comparado con esta experiencia que acabo de tener. Lo que en este minuto acabo de vivir es mucho más que todo lo que haya podido escribir.” Cuando nosotros alcanzamos ese nivel vemos lo que somos de verdad.

Hay un nivel en nosotros que es el nivel intelectual. Y este nivel más allá de nosotros, está libre de todo, está más allá del zen, más allá del yoga vedanta, más allá del sufismo.…  y ese es el nivel que nosotros queremos alcanzar. Queremos alcanzar un nivel en el que comprendamos aquello que somos realmente.

El cuarenta por ciento de los europeos están invitados a este tipo de nivel. Han perdido el sentido de su vida. Muchas mujeres que tienen a sus niños piensan qué es lo que pasa con ellos, qué significa mi vida, cuando me haga anciano dónde voy a ir: al cielo, al infierno, al fuego… Lo que tenemos en nuestra mente intelectual es simplemente una interpretación, nunca es la verdadera esencia. Lo que aquí buscamos es precisamente ir a ese nivel en el que se manifiesta nuestra verdadera esencia. Y cuando llegamos a ese nivel de nuestra verdadera esencia comprendemos el sentido que tiene nuestra vida y perdemos el miedo a la muerte. La intuición del sentido de nuestra verdadera existencia viene precisamente de aquí.

Quiero leeros un texto de un místico, un místico de nuestra iglesia cristiana. Dice san Juan de la Cruz: “Cuando he hecho mi experiencia más profunda, entonces no he encontrado a Dios. He vivido que soy la misma cosa. Yo experimenté que yo soy el mismo ser. Por eso cuando tengo esta experiencia dejo fuera el intento de comprensión de Dios. Mi experiencia de mi esencia es mucho mejor, mucho mayor que la experiencia de la comprensión que me da la religión.” La religión cristiana es muy importante para mí. Pero me conduce precisamente a ese nivel en el que abandono el ego y comprendo mi verdadera esencia. Por eso cuando experimento mi verdadera naturaleza interna, entonces me experimento a mí mismo y me comprendo a mí mismo.

Santa Teresa dijo algo parecido: “Es algo así como un río que está fluyendo en el mar. Mi ego es como el agua que se disuelve. Es como la luz que va entrando por distintas ventanas. Mi ego se expresa como por muchas ventanas. Pero en esencia lo que soy es la luz.” Y eso es muy distinto de lo que nosotros normalmente decimos.

Juan de la Cruz dijo a sus seguidores: “Yo me voy y no sabéis dónde. Y permanece en no-saber. A dónde voy digo que no lo sé. Es verdaderamente lo que yo realmente soy.” Y todo lo que comprendió en visiones o en otras manifestaciones y tú eres muchísimo más importante que todas esas manifestaciones místicas. Los místicos cristianos nos conducen a ese nivel en dónde pasamos más allá del ego.

Otro místico, Nicolás de Cusa, al volver de Constantinopla tuvo una profunda experiencia. Él escribía a un seguidor suyo: “He encontrado un lugar en el que Dios no puede ser ni siquiera comprendido. Todos los que llegan allí se hacen uno.” Es lo que definió como la coincidencia de los opuestos. “Allí tú llegas como si realmente llegaras a tu hogar.” ¿Alguien puede decir algo parecido?

Lo que aquí intentamos es llegar a ese nivel en el que superamos los límites de nosotros mismos. Yo decía ayer: debemos salir del túnel del ego, tal y como decía el científico. Nuestro yo nos permite ser hombres, seres humanos, pero es una frontera a superar. Yo solo puedo entender lo que realmente soy cuando soy capaz de superar esa frontera y eso es lo que intentamos aquí. Y el camino es muy simple. Es simplemente hacer este ejercicio como vamos a hacer hoy y mañana. Y el ejercicio es muy sencillo: yo solo tengo que llegar al aquí y al ahora, más allá del ego. Y, si yo estoy en el aquí y en el ahora, estoy totalmente presente en ese momento. Para eso es para lo que hacemos este ejercicio de estar presente en la respiración. El ego, el yo, ya no está. Simplemente está el respirar. Es un ejercicio muy sencillo pero lo podemos hacer difícil. Nuestro yo siempre vuelve, pero el ejercicio es muy simple. Tenemos que volver una y otra vez a esa respiración. Lo repito: no se trata de que “yo respiro” sino que “el aire entra, el aire sale.” O cuando estamos caminando, es “solo ese paso.” Es tan simple, ¡pero tan difícil! Y no vamos a ningún sitio mientras simplemente estamos aquí y ahora. Nuestro ego nunca nos va a decir la realidad de lo que somos. El ejercicio me conduce a ese nivel en el que el ego se deja atrás y comprendo lo que verdaderamente soy.

Ya no tengo nada más que decir. Intentad hacer este camino. Intentad una y otra vez en estos días volver de nuevo al aquí y al ahora. Cuando vais caminando, ir solamente en este paso aquí y ahora. Hoy nos dicen los científicos que quien camina “solo un paso” durante media hora es tan sencillo, pero a la vez ¡tan difícil!

Se trata solo de seguir las huellas, andar ese camino, ese tan sencillo camino y os conducirá a vuestra verdadera esencia. Y el día que muramos volveremos a la verdadera vida en la que de verdad esta nuestra esencia. Esa ola momentánea, que en un momento de tiempo somos, regresa de nuevo al océano. De vuelta a la esencia que de verdad somos. Os repito: nuestro ego no nos revela nuestra esencia. Esta es la cosa más importante y valiosa. En estos días podemos comprender que somos mucho más de lo que el ego nos dice que somos. Y ese, ese es el camino que hacemos aquí.

Y ahora lo que vamos a hacer es practicar. Haremos dos períodos de meditar aquí y un período de caminar rápido fuera.

 

Recitación:

Abandone la persona las imágenes de las cosas por completo y vacíe su templo (…). Porque si el templo estuviese vaciado y las fantasías que le ocupan afuera entonces sería posible transformarte en casa de Dios y no antes, hagas lo que hagas. Y entonces tu corazón estaría en paz y tendrías la alegría y ya nada te molestará de lo que ahora constantemente te está molestando, preocupando, haciéndote sufrir.

Eso lo dijo un místico cristiano.

 

 

 

 

 


[1] Transcripción de la traducción del alemán al castellano

Nota: La conferencia se puede escuchar en este enlace:

https://www.ivoox.com/tunel-del-ego-willigis-jager-audios-mp3_rf_1447422_1.html

 

 

 

 

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