Los Siete Factores del Despertar

Retiro en El Bosque 03-07.12.2010

 

LA PRÁCTICA DE LA PLENA ATENCIÓN. (SATI)

  Koan 37 del Mumonkan (Barrera Sin Puerta) Un monje le preguntó a Zhaozhou :  “¿Cuál es el significado de la venida del Patriarca al Oeste?” Chaou- Chou respondió: “El Roble en el Jardín”

El inicio del camino se realiza a través de mirar profundamente, de vivir el aquí y ahora de forma plena. Desde ahí se aprende a saber que la realidad plena se encuentra en este momento, y que solo desde la experiencia actual, presente, es posible transformarse.

La realidad es Dukkha, drama vital, evolución permanente e imperfecta, no terminada de todo, manifestación total en evolución. Al mirar la realidad en profundidad vemos hechos contingentes, interrelacionados, transitorios. No existe algo que pueda ser llamado yo, o algo que pueda ser llamado mío. Existe solo la manifestación y el vacio. Al conocer la realidad tal como es, el apego pierde razón de ser. El apego surge al poner nuestra esperanza en objetos, sucesos o seres que no tienen la capacidad de resolver nuestra esperanza. Cuando se conoce profundamente la realidad, los acontecimientos tal como son, las condiciones para que el apego desaparezcan se dan.

Es nuestro proceso de maduración. La comprensión intima de las cosas y los acontecimientos nos permite la liberación, que es nuestro crecimiento como personas. Este proceso nos permite abrirnos a una forma diferente de vivir, con nueva perspectiva, lo que nos abre el camino para vivir auténticamente. Es un camino presente, sin limitación, vacio, sin barreras.Es un concepto dinámico en el que cada momento es la realidad. Implica una nueva forma de ver el mundo. Nos vuelve al principio de nuestra práctica: ver y escuchar de forma diferente, pensar de forma diferente, trabajar de forma diferente, prestar atención de forma diferente, concentrarse de forma diferente. Es un proceso de retroalimentación, que va mejorando la cualidad de nuestra vida.

La plena atención es el primer factor del despertar de acuerdo con el Buda, y es la clave y el meollo de nuestra práctica. En un dicho de un famoso Master del Chan , esto se expresa con claridad:

“La atención plena es la base, la raíz del Dharma, la atención plena es el meollo y el cuerpo de la práctica, la atención plena es la fortaleza de la mente. La atención plena lleva a la sabiduría de la práctica. La ausencia de atención permitirá que las fuerzas negativas te sobrelleven, sin atención serás arrastrado por la pereza, la ausencia de atención es quien hace aparecer el mal, sin atención y presencia de mente nada puede ser conseguido, sin atención eres como un cadáver andante. Queridos amigos del Dharma, por favor estad atentos. Porque la aspiración de todos los Budas y Bodissatvas es que la práctica del Dharma a través de la atención plena es el camino para un perfecto despertar”

Asi pues la atención plena (“Sati” en Pali) en cada momento es  el punto de partida para el despertar, la clave de la práctica. De su ejercicio continuado surge la cadena de los siete factores del despertar, ya que cada factor conduce al siguiente. El Buda aconseja en cada factor estar atento a si está presente o no, y a su desarrollo como forma de proseguir en la práctica. Por ello la práctica de la atención es el centro de nuestra práctica espiritual.

En el Sutra Satipattana el Buda habla de las cuatro fundaciones de la atención, refiriendose a las cuatro areas de ejercicio de la atención plena, esto es, el cuerpo y el mundo material, las emociones o sentimientos, la conciencia y los objetos mentales, esto es, los pensamientos. El Buda insiste que si bien existen muchas puertas para el despertar, cualquiera de ellas conduce a todas las demás, siempre que se ejercite con dedicación. Así una atención plena en lo físico, permite una atención plena sobre las emociones y los obstáculos emocionales. Una focalización sobre el flujo de nuestros pensamientos permite una mayor atención sobre lo que pasa en lo material, etc. En el Sutra Satipattana recorre las cuatro fundaciones de la atención de forma exhaustiva. Comenzando por el cuerpo, indica:

“Así monjes, un monje habiéndose retirado al bosque, al pie de un árbol o en un espacio vacío, se sienta con las piernas cruzadas, mantiene su cuerpo erecto y su mente alerta Siempre alerta inspira, y alerta espira. Inspirando profundamente, conoce, “estoy inspirando profundamente”; espirando profundamente, conoce, “estoy espirando profundamente”; inspirando superficialmente, conoce “estoy inspirando superficialmente”; espirando superficialmente, conoce, “estoy espirando superficialmente”

Y continua exhaustivamente con las otras funciones corporales, con las emociones, etc. La atención queda constituida por las seis esferas internas y externas de los sentidos (incluyendo el pensamiento como el flujo interno). La esencia de la práctica se establece mediante la comprensión en cada una de las esferas sensoriales sobre si la atención está presente, o si no lo está. Y en consecuencia comprender el nacimiento de los procesos, y entender como estos están coloreados por nuestra experiencia previa, por nuestra predisposición, por el lenguaje, por la envidia, el deseo, el odio, la decepción o la ilusión o desilusión. A través de la atención comprendemos como nuestros prejuicios y obstaculos emocionales (el deseo, la colera, la pereza, la angustia y la duda)  obscurecen nuestra atención directa. Y a través de esta comprensión se produce nuestra liberación de estos obstaculos. El ejercicio de la atención plena tiene variantes que hemos de revisar. El esfuerzo de la atención plena comienza con RECORDAR LO QUE ESTÁ PRESENTE. Es arraigarnos en el aquí y ahora, continuamente recordándonos dónde estamos, qué hacemos, qué es lo que hay aquí. No es inicialmente un ejercicio interpretativo, o de dar significado a lo que hacemos, sino un ejercicio de percepción, de volver aquí y ahora, trayéndonos de nuevo a la realidad cuando nos sentimos perdidos. Por tanto es un ejercicio de reafirmación, de enraizamiento una y otra vez en la realidad. Aprender a mirar sin interpretar, escuchar atentamente, sentir atentamente, percibir auténticamente, estar aquí, palpitando la vida, momento a momento. Lo percibiremos como un continuo volver, un continuo recordar que estamos aquí. El ejercicio es radical, pues no nos permite actividad interpretativa, o de memorización, comparación o clasificación, sino una llamada de alerta a lo que toca en cada momento. Esta fase se explica magistralmente, como recuerda Goldstein, en un antiguo Haiku:

Un viejo estanque…, una rana salta y se sumerge…, ¡Plop!

Este ¡plop! Es nuestra atención. Atención instante a instante: ¡plop!, ¡plop!, ¡plop! . Nada mas Con este esfuerzo de RECORDAR nos damos cuenta cuantas veces estamos en perdida, fuera de nosotros y sin rumbo en nuestro flujo mental. Por ello no debemos perder tiempo en intentar preguntarnos por qué, o intentar buscar significados. Nuestro esfuerzo en este ejercicio es solo de presencia, volver a la presencia.

El segundo paso en esta práctica es ejercitar el rol de GUARDIAN DE LA MENTE. No se trata de perdernos de experiencia en experiencia, sino permanecer lucidos y presentes mientras las experiencias se producen, como una roca afincada en medio de la tempestad. No se trata de impulsarnos hacia delante y hacia atrás para experimentar las mil y una cosas, como diría Dogên en el Gengokoan, sino mantener la mente abierta permitiendo que las mil y una cosas se manifiesten por sí mismas. Es el ejercicio de la Presencia-sin-objeto, esto es, haciendo que la experiencia se de por si misma, que la presencia adquiera valor por si misma. De hecho desde esta posición y ejercicio, que también se llama “del Testigo”, la experiencia se manifestará como un fluido, un flujo de acontecimientos que se suceden y se expresan vibrando en su propio valor. Es significativo que el Buda, al explicar esto, hace que la experiencia pierda el sujeto y dice “… un sonido es conocido, un sabor es conocido…”, llamando la atención sobre la importancia de la manifestación libre, no atada a alguien que experimenta. 

La experiencia del Testigo es la atención pura de que “alguien es, alguien escucha, alguien percibe” mientras las experiencias se producen y “algo se manifiesta, algo es escuchado, algo es percibido”. No es una dualidad entre el que escucha y lo que es escuchado, sino la experiencia una de la propia presencia, que es a la vez la presencia de lo que sucede y el sujeto que experimente, o mejor dicho, en la que el sujeto desaparece. No ha de confundirse la experiencia del Testigo con el resaltar del sujeto, ya que el sujeto se disuelve en la experiencia, y cuando la experiencia se hace a si misma el sujeto es solo presencia. Por eso el testigo no es una experiencia del ego, del ser separado. Antes al contrario es la experiencia de la vida, la presencia, percibida en tercera persona, el testimonio y la manifestación haciendose uno en esta experiencia.

La tercera practica o fase de la Atención Plena es la CUALIFICACIÓN DE LA EXPERIENCIA, distinguir que es sabio de que no lo es, que es inferior y que es superior, que es beneficioso y que es no… Esto puede ser confundido con la aparición del prejuicio o reacción egóica a la experiencia, pero se trata de realizar la percepción cualificada como una experiencia directa y como forma de fortalecer nuestro sentido moral original. La experiencia no debe ser, no puede ser simplemente una serie de fotogramas que aparecen uno detrás de otro sin cualificación. La experiencia también es la experiencia del sufrimiento y del placer, de la comprensión y la incomprensión. Por ello, para alejarnos del prejuicio y de la clasificación egóica, es necesario haber producido antes la liberación a través de las fases anteriores de la atención. Esto también ocurre con nuestra acción.

Goldstein comenta los términos utilizados por el Buda que pueden ser traducidos del Pali como “vergüenza moral” y “miedo moral” en relación con la propia acción. Y de nuevo es necesario explicarlo como “el sentimiento de repugnancia por una acción dañina” y “el convencimiento de nuestra acción no es aceptada por los sabios”. Sin esta forma de prestar atención seriamos inconscientes ante el abuso de otros, el ejercicio de la violencia etc. Serian registrados simplemente como hechos sin calificación moral. Nuestra liberación pasa por una moralidad liberada de prejuicios, no por una amoralidad.

Por ello, una mente despierta implica también la comprensión sobre lo que sucede, con lo que el factor de atención plena se abre y conecta con la INVESTIGACIÓN, tambien llamado el factor de la sabiduría. La comprensión de la experiencia supone un alto grado de libertad y de cualificación moral intrínseca para comprender la experiencia sin estar condicionado por el que dirán o por la cultura prevalente, única forma de ejercitar la atención sin que se vuelva una defensa egóica. 

EL PROCESO DE PRESTAR ATENCIÓN, de ejercitar la atención plena,  implica en primer lugar registrar, recordar lo que está presente, lo que está siendo experimentado una y otra vez. Implica también, en segundo lugar, ser consciente del contexto. El proceso de prestar atención es un proceso de sabiduría. La comprensión plena de la experiencia se realiza muchas veces abriendo la visión de foco, la visión miope que nos centra en el suceso central sin darnos cuenta de nada más. Muchas veces la mímica, los silencios en medio del ruido, la periferia es más significativa que la propia escena central. Por último el proceso de prestar atención implica la comprensión de la experiencia, su cualificación. Esta comprensión ha de suponer contemplar la experiencia desde diferentes perspectivas, incluyendo también la percepción moral. Es también la comprensión del proceso temporal. La corrección de la acción en el tiempo. Lo que es adecuado en un momento puede no serlo en otro. En el proceso de comprensión por fin es necesario comprender nuestra participación en la experiencia, los ecos que esta provoca en nuestro interior, en nuestra mente. Siguiendo este proceso percibimos aquello que nos ata, lo que nos condiciona. Estos condicionamientos comienzan con nuestra forma de percibir. 

Caemos en la cuenta de las dificultades de nuestro comprender, a causa de las llamadas CUATRO ALUCINACIONES DE LA PERCEPCIÓN. Si queremos avanzar hacia el despertar es necesario comprender como estas alucinaciones aparecen, como pueden evitarse o eliminarse y como pueden prevenirse. Estas son:

1. Considerar como permanente lo que es impermanente

Cuando vemos y atendemso a nuestra vida y la de otros, cuando observamos el mundo, proyectamos la ilusión o alucinación de que todo es seguro y permanente y que va a durar siempre mas o menos igual, sin cambios. Aceptamos intelectualmente el cambio, pero vivimos de espaldas a él (de espaldas a la vejez, al decaimiento, a la enfermedad, a la muerte), y concedemos a las cosas la condición de inmanentes, de realidad separada en si misma, permanente. Esto obscurece nuestra forma de percibir la realidad y de percibirnos a nosotros mismos. Nos sentimos en un mundo seguro y estático, sobre el que podemos proyectar nuestras leyes y normas, y como esto no se mantiene asi sufrimos en nuestro esfuerzo de amoldar la realidad a nuestros deseos.

2. Tomar como atrayente y atractivo lo que no lo es

Vivimos en un mundo de calidad aparente, frivola, en el que los objetos y las personas que deseamos se nos presentan con una intención de satisfacción, belleza, solución a nuestros problemas y deseos, cuando son vacuos, y con frecuencia fuente de insatisfacción. Es el mundo del consumo. Por ello en nuestra carrera de deseos consumistas percibimos las cosas y los acontecimientos profundamente influidos por la moda, la cultura de consumo y los valores que la sociedad de mercado nos predica. Esto es fuente de profundo sufrimiento e injusticias

3. Considerar como satisfactorio y lleno de felicidad lo que es insatisfactorio y lleno de sufrimiento

Nuestra vida se convierte a menudo en una carrera sin fin por resolver necesidades inmediatas, placeres inmediatos. Nuestro ansia en el comer, en el vestir, en el poseer, y en el dominar, hace de nuestra vida un foco de sufrimiento, cuando consideramos que al conseguir la satisfacción de nuestros deseos, el culmen de la posesión o el control del poder sobre otros habremos resuelto nuestros problemas humanos. Por el contrario, a través del hartazgo y la obesidad, de la obsesión, el odio y la desconfianza, del abuso de poder y el desequilibrio en la distribución de los bienes que esta carrera por la felicidad aparente provoca, nos causamos a nosotros mismos y causamos a otros incontables sufrimientos.

4. Considerar con realidad, con ser independiente lo que no tiene realidad ni ser independiente

A través de ello nos identificamos con interpretaciones de nosotros mismos o del mundo, creando una realidad que realmente no existe a la que llamamos yo, y que consideramos inmanente y superior a la realidad que percibimos. Con ello nuestra interpretación de las cosas, del mundo material, de nuestras sensaciones y percepciones adquiere vida por si misma y se eleva a la condición de categoria, de dogma inmutable. Por el contrario, una vez que nosotros caemos en la cuenta de la impermanencia de todas las cosas, comprendemos la naturaleza vacia de la realidad, vacia de ser independiente, y nos hacemos portadores de una desidentificación sin fin (“llegar a ser nadie…”)

El reconocimiento de estas alucinaciones y la atención preventiva sobre ellas (tanto interna como externa, la naturaleza de su aparición y de su desaparición, y tanto de su aparición como de su desaparición – siguiendo la instrucción repetida del Buda), es la única manera de liberarnos, rompiendo con nuestros hábitos mentales de percepciones apegadas y esclavizadas por nuestras emociones y prejuicios. Este proceso de liberación es gradual, y comienza con elementos sencillos, como la percepción de un objeto y una realidad simple por lo que ella es en si misma. El entrenamiento de la atención nos permitira eliminar los prejuicios que inicialmente colocamos por delante, comenzando el proceso liberador de la atención. Esto es el desarrollo de la atención, permitiendonos nuevas formas, nuevas experiencias y aceptando entrar en el vacio de lo nuevo. Nos permitimos en consecuencia contemplar los fenomenos y las cosas como continuamente cambiantes. Nos contemplamos a nosotros mismos como un flujo en cambio, y abrimos los ojos para ver, y los oidos para escuchar.

Cuando iniciamos este proceso entendemos la respuesta de Zhaozhou: “¡El roble en el jardín

La atención es un proceso que solo se expresa en este momento:

Yün-men (862 – 949), uno de los grandes maestros de Chan (Zen Chino) de la era Tang, se dirigió a la asamblea de monjes: “no os pregunto sobre la primera mitad del mes, pero decid tan solo una palabra sobre la segunda mitad”. Respondiendo el mismo dijo: “dia tras dia, este es un buen dia”

La soberanía del ahora vivida en plena atención es el corazón de la práctica, ya que a través de ella descubrimos la real naturaleza de las cosas. La pregunta esencial en cada momento es la pregunta con mente original: “¿qué es esto?, ¿qué es esto?” Con esta pregunta captamos si miramos realmente la manifestación original de los fenómenos, y por tanto lo que en Pali se llama “Patica samupadda” (lo que es, deja de ser, lo que aparece, desaparece) comprendiendo la esencial inpermanencia de todo lo que existe. Lo que existe, existe únicamente en este momento. Y existe en un entrelazamiento total, de forma que todo es un único fenómeno. Vivir desde el presente, en plena atención, es vivir escuchando, vivir abiertos a la pregunta, y por tanto transformar la realidad en un espacio abierto, en una pasión de vivir vibrando en cada instante, aceptando, recibiendo.

Lo que somos es algo extraordinario que solo se percibe mediante la atención presente. Lo que existe es algo extraordinario que solo se percibe viviéndolo. Nuestra conexión con el presente en plena atención es la forma de nuestra liberación. Conforme nuestra atención se ejercita , mas y mas nos incorporamos al flujo y cambiamos de perspectiva, nuestro ego se disuelve y vivimos al ritmo del descubrimiento de los fenómenos que es una única manifestación. Así nuestra mente se orientará a la generosidad, a la apertura, al amor y a la realización de las cosas de una forma práctica y positiva, en lugar de al apego y la cerrazón vital. Al sentir que no somos algo separado y aislado que juzga las cosas, sino más bien formamos parte de un proceso de cambio sin fin, una manifestación, un significado del entramado universal, nuestro corazón, nuestro espíritu, se abre y se libera, y miramos a todo lo que existe como nuestro hogar. Nada nos ata.

LOS SIETE FACTORES DEL DESPERTAR: INVESTIGACIÓN O FACTOR DE SABIDURÍA (DHAMMA VICAYA)

“Permaneciendo atento de esta forma, (el monje) examina, analiza, y comprende con sabiduría de discernimiento de la verdad. Cuando permanece atento de esta manera y examina, analiza y comprende con sabiduría de discernimiento de la verdad, el análisis de las cualidades aparece como un factor del Despertar. El monje lo desarrolla, y con su práctica lo lleva a culminación” Sutra Anapanasati

He indicado que con el desarrollo de la plena atención, que en palabras del Buda ha de ser “ardiente, alerta y con mente plena – apartando el apego y la ansiedad con referencia a las cosas mundanas”, el practicante viene a comprender la naturaleza de las cosas, su valor y su relación causal, mediante el examen, el analisis y la comprensión a través del uso de la “sabiduria que discierne la verdad”. Este es el factor de la investigación, que se instaura y desarrolla conforme la práctica viene a ser una apertura abierta a la realidad, en la que la pregunta ¿qué es esto? Se convierte en el centro.

Por ello en la práctica del Dharma, o del camino del despertar, es necesario distinguir entre la practica de la quietud, atenta, alerta, abierta a lo que pasa momento a momento, y el paso a la pregunta, al examen, al analisis. Entonces se impone interrogarse: ¿Qué está pasando? ¿por qué está pasando? ¿cómo está pasando? El examen de la realidad se realiza desde la atención plena ardiente, y alerta, que implica como veiamos la desaparición de la división entre el sujeto que examina, y lo examinado, de forma que el camino de la comprensión surge desde una perspectiva diferente.

En ocasiones se comprende mal en qué consiste este camino espiritual, como si fuera una práctica en la que la mente se queda en suspenso y todo se vuelve confuso y mezclado, entrando el practicante en una especie de éxtasis en el que la ciencia infusa se produce. Esto es totalmente equivocado. La práctica de la plena atención, entrenada durante la meditación sedente, y ejercida en todo momento con una actividad focalizada, nos vuelve seres lucidos, abiertos plenamente a la realidad, sin prejuicios ni dependencias egóicas, con capacidad de interrogarnos de forma nueva, de abrirnos a la esencia de las cosas y de verlas y comprenderlas de forma completa, real, siendo nosotros en ellas  y viviéndolas desde dentro. Por tanto el factor de investigación es la clave para la liberación, pues lo contrario nos volvería seres atentos pero no lucidos, con anteojeras y visión de túnel, por muy concentrada que esta fuera. Una civilización despierta está formada de seres libres que han superado sus identificaciones egóicas preguntándose sobre sí mismos y sobre lo que les rodea, desde una forma autentica de mirar. Supone por sí mismo, un avance transpersonal de la conciencia que no tiene nada que ver con el magma de síntesis premental en el que a veces se coloca a los místicos desde la ignorancia.

Goldstein, para resaltar el papel crucial del “sabio discernimiento”, cita la conversación entre el rey Melinda y el sabio Nagasena.

El rey Melinda le pregunta: “¿Cuantos de estos factores son necesarios para la iluminación?” La respuesta de Nagasena no se hace esperar. “Solo uno es necesario. El factor de la discriminación (investigación) de los objetos mentales””si solo uno es necesario, ¿por qué la instrucción es sobre siete?, pregunta Melinda. “La investigación de los fenómenos es como una espada dentro de su vaina. Los otros seis factores sacan la espada para que ésta pueda cortar el nudo de la oscuridad” concluye Nagasena.

Solo nuestra apertura a la realidad, nuestra inmersión en el mundo con el espíritu abierto nos puede permitir despertar. Nuestro estado habitual es muy parecido al sueño, ya que andamos obnubilados con nuestros pequeños fantasmas, nuestras emociones y apegos, y solo vemos lo que queremos ver. Lanzamos epítetos, calificaciones y títulos a lo que vemos y a lo que vivimos, cegándonos entonces y cerrándonos a la realidad. La practica de la liberación es la liberación de nuestros dogmas comunes, permitiéndonos preguntas para las que no tenemos respuestas, preguntas directas de lo que vivimos. Esta práctica nos permite ver las características reales de la existencia.

Y lo primero que vemos si miramos realmente es que todo cambia, que todo es un proceso continuo de transformación, de nacer y morir. Así en las palabras del Buda, “el que percibe la impermanencia, percibe firmemente la realidad del no ser, del vacío, el que percibe el no-ser, alcanza el despertar”. Este proceso de cambio y transformación permanente es examinado, analizado buscando la causa y el porque, lo que lleva a conocer y comprender las relaciones de causa y efecto. Insisto que esta comprensión es ya comprensión “despierta”, en tanto no es el resultado de elucubración mental, sino de ver, de mirar en profundidad las cosas y los acontecimientos.

Pero también nos hacemos conscientes de que todo lo que vemos está condicionado por las emociones negativas que nos apegan a las cosas y a nosotros mismos: la envidia, los celos, la avaricia, la angustia, el odio, y el miedo, entre otras. Al hacernos conscientes de las causas de nuestro apego, al mirarlo directamente nos enfrentamos a ellas, y a las razones por las que realmente hacemos las cosas y tomamos nuestras propias elecciones. Esta confrontación se convierte así en el objeto de nuestra práctica. El mero hecho de mirar nuestras reales motivaciones con discernimiento sabio nos permite iniciar su superación. En casos será el inicio de un camino de renuncia y de independencia. En otros aparecerá claramente la necesidad de romper, de renunciar, de separar o de unir, lo que supondrá cambios quizás radicales en nuestras vidas.

Por tanto el proceso de investigación, de sabio discernimiento, de preguntar, ha de recorrer varios niveles de la realidad. No solo se trata de intentar comprender la naturaleza de las cosas. Es también intentar comprendernos. En este ámbito nos interrogaremos sobre la motivación que está detrás de nuestras opciones vitales, de nuestras elecciones y de nuestros actos. Veremos la relación causa/efecto de forma directa sin engañarnos y esto supondrá un proceso de depuración y limpieza en nuestra forma de vivir. Mirando de frente a nuestras motivaciones daremos el paso, según el Buda, para adquirir motivaciones más elevadas, más libres.

La búsqueda de nuestras motivaciones nos llevará a reconocer nuestras dependencias emocionales y mentales. Estas dependencias basadas en los obstáculos para nuestra liberación e independencia emocional, por la cólera, el deseo obsesivo, la pereza, la angustia, el miedo o la duda, aparecerá con claridad y permitirá dar los pasos para su superación.

Desde el proceso de depuración que supone el reconocimiento de nuestros apegos y dependencias volveremos la atención al carácter inpermanente, no estable interdependiente, de nuestra vida y de su interrelación con todos los fenómenos, contemplando en cada momento esta inpermanencia en todas las manifestaciones, en lo que sucede en cada momento. Esto permitirá una visión totalmente alternativa de qué o quién realmente somos, rompiendo las barreras de nuestro ego y aproximándonos a un vivir liberados y despiertos.

Esto es válido no solo como un proceso paulatino y continuo, sino que ha de ser ejercido en todo momento. Particularmente en momentos de conflicto, cuando nos quedamos atrapados por un flujo pasional de nuestro comportamiento hemos de poder ejercitar este factor, e interrogarnos por las razones de nuestro estado. Muchas veces el mero hecho de reconocer con claridad lo que pasa supone ya la puerta para liberarse del conflicto y del estado emocionalmente enajenado. Esto se produce cuando reconocemos la insustancialidad del conflicto, o de la identificación con el que se siente dolido, o dañado, el que se siente colérico o angustiado. Si el sujeto pierde sustancia, el motivo del conflicto también la pierde.

Desde la atención y la superación de nuestras dependencias podemos transformar nuestro carácter y personalidad negativa en un carácter y personalidad positiva y creativa. Así una personalidad colérica y en conflicto con el mundo se transformará en una personalidad creativa, curiosa y  proactiva a favor de la vida. Una personalidad paranoica o con tendencia a la enajenación emocional se convertirá en una personalidad serena y alegre, una personalidad feliz que disfruta momento a momento desde la centralidad de la existencia; una personalidad angustiada y en continuo desasosiego frente a los acontecimientos se volverá una personalidad reflexiva y serena, que se toma en serio la vida participando de ella desde la comprensión y la confianza en si misma; una personalidad depresiva y abatida que percibe el mundo como un lugar oscuro y negativo, se volverá una personalidad positiva y optimista, que se encuentra en casa en todo lugar. Una personalidad miedosa e incapaz de vivir, por fin, se volverá una persona sabia y espiritual, capaz de mirar profundamente las cosas y los seres, de entender el meollo de la existencia, y de guiar a otros desde el amor.

Desde este proceso de investigación, y de transformación surge un carácter lleno de capacidad y energía. La energía inagotable surge como factor de iluminación (Viria) que es lo contraria a pereza y letargo vital. Donde la pereza es muerte, Viria es vida, es actitud creativa incesante, es expresión vital.

LOS SIETE FACTORES DEL DESPERTAR: ENERGÍA (VIRIYA)

“El practicante que investiga y examina lo que aparece con sabiduría y realiza una búsqueda total hacia ello, hace aparecer una energía inagotable.  En toda circunstancia en que aparece esta energía inagotable, en esa ocasión el factor de iluminación de la energía es creado y cuando se desarrolla llega a su plenitud” Sutra Anapanasati Viriya es el término en Pali de este factor del despertar. En las palabras del Buda es el resultado de la dedicación con plena atención a la búsqueda, investigación y examen continuo de nuestras motivaciones, y de la naturaleza de lo que aparece en cada momento. Cuando comprendemos la naturaleza de las cosas surge en nosotros la urgencia, la decisión vital de entregarnos a la práctica de nuestra transformación. Esta es la causa inmediata de Viriya: la urgencia y responsabilidad por la existencia, resultado de nuestra investigación ejercida con plena atención. Viriya, aunque traducida como energía, es en realidad la cualidad de la acción que nos permite obtener nuestras metas. Implica diferentes significados que revisaremos:

1. Viriya como Energía

2. Viriya como Fortaleza

3. Viriya como Coraje

4. Viriya como Esfuerzo

5. Viriya como Perseverancia

El practicante que ha tomado la decisión de iniciar el camino del Despertar, que se ha entregado al mismo con decisión y se aplica en el proceso de la Atención, siente en si mismo que la decisión va acompañada de un deseo inminente, de una urgencia vital por empezar a practicar y caminar. Es lo que llama el Buda la cualidad de urgencia espiritual, que puede ser figurada como un fuego interior, un deseo vehemente de avanzar y crecer. Esta “pasión” por la práctica es el resultado de comprender nuestra posición en el mundo y la base de la naturaleza de las cosas. Al darnos cuenta de la insustancialidad de todo aquello que nos ha motivado, de nuestras preocupaciones y nuestras dependencias, y de la necesidad de cambiar el paradigma de nuestra comprensión, al entender que esto solo se desarrollará con la práctica, entenderemos también la importancia de esta acción en nuestra vida.

Este entendimiento, y la necesidad de acometerlo es lo que convierte en urgente nuestra motivación, lo que convierte nuestra práctica en tema importancia vital.  A partir de esta posición surge en nosotros la energía y el esfuerzo necesario para la acción que se necesita, tanto en la práctica del silencio como en nuestra vida. Esta pasión por la práctica, desarrollada en nuestro proceso de comprensión, es estimulada cuando comprendemos las mil y una circunstancias que nos han llevado a las condiciones adecuadas que ahora tenemos, lo que convierte nuestra particular situación en el momento precioso y de especial rareza que nos permite estar aquí en esta decisión. Si comprendemos que formamos parte de un proceso universal de manifestaciones que aparecen y desaparecen, que apuntan al desarrollo espiritual, y que nos toca a nosotros realizar la tarea en nosotros mismos de la que formará parte todo lo que existe, es de especial privilegio y de particular circunstancia que podamos practicar, dando un carácter esencial a nuestro esfuerzo, que crece en función de esta motivación y comprensión.

Comprender el sentido del tiempo, de nuestro tiempo se convierte en otra causa de viriya, esto es,  la certeza de nuestra muerte, y la importancia que tiene nuestra tarea en el tiempo de que disponemos. Ninguna otra tarea es más importante. Caemos en la cuenta de Nuestra responsabilidad y nuestro momentum, que adquiere la importancia esencial de nuestra tarea para alcanzar la felicidad y la plenitud de todos los seres. La energía que aparece es como un caballo sin domar. Puede orientarse en el sentido y la intensidad correcta, pero dejado a su mano puede caer en excesos, cansarse al poco tiempo, o gastar su fuerza de forma incorrecta. Por ello viriya se califica como factor mental variable pues dependiendo de su orientación e indicación puede causar bien o mal. , ser fuente de alegría, gozo y paz o de gran frustración. Por ello en relación con viriya, al igual que con los demás factores de iluminación conviene aplicar las tres “reglas de oro” del Buda:

• Evitar lo que es incorrecto y dañino • Hacer lo que está bien • Purificar la mente

Se trata en primer lugar de partir de una mente (espíritu) en paz, en segundo lugar de orientarse éticamente, y en tercero de buscar el camino medio. Aunque parezca obvio, esta orientación supone un proceso de conversión vital, de comprensión y decisión que se convierte en energía transformadora, pero que ha de seguir siendo controlada y dirigida.

VIRIYA COMO ENERGÍA

En primer lugar deberemos considerar viriya como la capacidad propia para actuar, para obtener nuestras metas. Este concepto es simple y directo. Surge como condición natural de un cuerpo-mente entrenado y dispuesto, que es guiado por una sabiduría resultado de vivir con atención, con lucidez, y nos permite avanzar por el camino recto. Se nos supone con capacidad energética suficiente. El proceso de desarrollo de nuestra capacidad energética se realiza con la práctica del óctuple camino , basado en la atención y la sabiduría. Nuestra fuente de energía es inagotable. Esta en nuestra naturaleza, en el desarrollo de nuestra conciencia y en la capacidad de vehiculizar en nosotros la energía global de nuestro entorno. Por otra parte no nos basta con saber y comprender. Debemos poder actuar, y para ello necesitamos viriya. La comprensión del flujo de vida que somos, nos permite incorporarnos positivamente a él con plena conciencia. Como consecuencia, nuestros hábitos serán saludables y nuestra mente disciplinada, lo que permitirá que el flujo energético crezca y se utilice adecuadamente. Una vida sana y plena es el resultado de sabiduría bien orientada y el empleo adecuado de su poder.

VIRIYA COMO FORTALEZA

Fortaleza de mente o de espíritu es la capacidad de mantenerse firme en las decisiones. También se llama “fortaleza de ánimo” cuando la persona se mantiene fuerte en circunstancias adversas. Un practicante con fortaleza en desarrollo es aquel que habiendo iniciado el camino no busca ya terminar o llegar a algún sitio lo antes posible, sino que mantiene las decisiones con buen espíritu. Por ello fortaleza está conectada con la perseverancia, otro aspecto de viriya, que luego analizaremos. Viriya aquí recibe una orientación. Fortaleza implica energía orientada hacia una situación existencial concreta. Se supone como un valor de la mente, pero por el carácter variable de Viriya requiere de nuevo una guía, pues puede ser mal empleada. Fortaleza no es equivalente a fuerza física, sino más bien a valor y fuerza mental y espiritual, que permite al practicante mantenerse firme en cualquier circunstancia. Ha de ser ejercida, como el esfuerzo, con equilibrio. Viriya como fortaleza mal ejercida, o utilizada sin sabiduría, conduce a la tozudez, a terquedad, las actitudes necias y cerriles, y a posiciones dogmaticas. De la posibilidad de ser un factor para el despertar se convierte en causa de ignorancia. Por ello, también esta vertiente de Viriya, la fuerza en situación de adversidad, o la capacidad de mantenerse firme y orientarse hacia lo que es necesario, ha de ser iluminada por la comprensión, por la investigación (y por tanto la duda), y recibir la guía sensata y humilde de la sabiduría autentica. Esta fuerza de ánimo se pone a prueba en los momentos de crisis, cuando todo a nuestro alrededor es adverso, o cuando entramos en la noche oscura del espíritu. Entonces ya no tenemos consolaciones, o los momentos de rapto y éxtasis que esperábamos o que alguna vez experimentamos. En esa oscuridad esos momentos parece que nunca existieron, y la tendencia a huir, a abandonar, o a cuestionar nuestros motivos es grande. Entonces solo nos sostendrá la fortaleza, la consistencia de nuestro espíritu, por encima de razones o argumentos.

VIRIYA COMO CORAJE

El Coraje es parte esencial del equipamiento del practicante. Es el grito del Buda cuando indicaba “Que no se levantaría de la práctica del samadhi hasta alcanzar el despertar, aunque la piel y la carne se caiga y los huesos se fundan”. Existen momentos en nuestra evolución en los que de pronto sentimos una gran determinación. Estamos dispuestos a “morir en el cojín” a realizar las “proezas que sean necesarias” con tal de llegar a nuestra meta. En muchos periodos del Zen se han exigido prácticas heroicas, como forma de avanzar.Esto ha sido muchas veces mal comprendido y peor practicado.  Por ello el coraje puede explicarse como el compromiso radical y energéticamente pleno con nuestro camino espiritual. Implica la fortaleza del corazón y la determinación. El coraje es la fuerza de voluntad que puede poseer una persona para llevar adelante una acción a pesar de los impedimentos. Dichos impedimentos generan miedo, el coraje es la habilidad de sobreponerse a dichos miedos y perseverar con la acción que se pretendía realizar. No hablamos solo del coraje físico, sino también del coraje moral, que implica la capacidad de perseverar a pesar del descrédito, la vergüenza o el miedo. Coraje es la actitud de Aung San Suu Kyi, líder de la oposición birmana, tras ocho años de prisión domiciliaria, que le lleva a perseverar en la oposición no violenta a la dictadura militar de su país. Coraje es la actitud de Aminatou Haidar en su huelga de hambre, de lucha por los derechos saharauis. Coraje es el valor que permite resistir, y que de nuevo esta asentado en convicciones del corazón, centradas en la sabiduría adquirida tras un largo proceso de investigación y examen. Cuando nos enfrentamos a un reto, ya sea un rato de ejercicio físico, o un esfuerzo o proyecto grande o largo, es interesante observar nuestra mente en el momento de adversidad tratando de convencernos que lo dejemos, que descansemos, y que nos digamos que no somos capaces. Es necesario mantener en ese momento la experiencia de extender nuestros límites. Incluso podemos observar cómo a veces, cuando parece que estamos sin energía, el ejercicio del coraje, de esta versión de viriya produce paradójicamente un desarrollo energético. Al final del ejercicio, del esfuerzo, nos sentimos más pletóricos, más llenos de energía. Muchas veces la experiencia al final de un retiro es así, cansados pero llenos de fuerza y vigor, refrescados. Por tanto, cuando expresamos que la práctica de la meditación es un adiestramiento, queremos indicar que estamos adiestrándonos para aumentar nuestro coraje para vivir. Experimentar nuestra capacidad de extender nuestros límites forma parte de nuestro aprendizaje. La actitud de cada cual frente a las diferentes situaciones es, sin embargo, variable y exige saber desarrollar nuestro coraje, nuestra perseverancia, y nuestra fortaleza de una forma equilibrada, que incluye saber también con sabiduría cuando debemos renunciar, parar. Por ello la manifestación de nuestro coraje debe realizarse desde la sabiduría y el amor a nosotros mismos. Si no podemos destruirnos en el esfuerzo de disciplina. Incluso ésta puede ser radical, pero ejercida desde la paz, la serenidad de espíritu.

VIRIYA COMO ESFUERZO

Veremos más claro el necesario balance en la acción en esta vertiente de viriya. Esfuerzo es el uso de nuestra energía para conseguir nuestros fines. Habitualmente se entiende así, aunque ya hemos indicado que el mero hecho de ejercitar nuestro esfuerzo puede permitirnos descubrir en nosotros nuevas fuentes de energía que desconocíamos, como experimentan continuamente los deportistas de élite. Sin embargo aquí debemos hablar del “esfuerzo sin esfuerzo”, que es aplicable a los otros aspectos que hemos tratado. Si orientamos nuestro esfuerzo muy focalizado a conseguir nuestra meta en el crecimiento espiritual, todo se nos hará dificultoso y nuestra mente estará estresada por conseguir aquello que ansiamos. El esfuerzo así ejercido no es sabio y puede ser dañino. No se trata de perseguir nada, ni tan siquiera la iluminación, sino de mantenerse abiertos y receptivos. Por ello, en el suo de nuestro esfuerzo caben dos actitudes: o bien nos enrocamos en pretender alcanzarlo con nuestros propios medios, en orientar nuestra atención “para que suceda algo”, y entonces nos haremos daño y nos paralizaremos en el camino, ya que estaremos dando vueltas a nuestro esfuerzo egóico, o bien utilizamos nuestro para mantenernos atentos y abiertos “para estar presente para lo que ya está ahí”, sin esperar que suceda nada especial, o que lleguemos a ningún sitio en particular. A veces manifestamos una actitud estresada de agarrarnos fuertemente (a la respiración, a nuestro mantra, etc.) como si en ello nos fuera la vida, pero de forma que estamos encogidos, casi desesperados, y en esta situación sufrimos y no sabemos si está bien. Si es así nuestra práctica debemos rectificar, pues supone una desconfianza radical en lo que realmente somos, y el esfuerzo puede llegar a ser dañino, metiéndonos en neurosis obsesiva o síndromes de ansiedad A veces es lo contrario, en nuestro deseo de estar abiertos para lo que pase, y de no forzar nada, de no perseguir nada, vagabundeamos con la mente, sin ningún tipo de disciplina, declarándonos disponibles pero libres, y mariposeamos de aquí para allá. Si no queremos perder el tiempo deberemos entonces atar más de cerca nuestra atención. Nuestra mente ha de ser continuamente observada, como si fuera un niño pequeño de dos años, que va de acá para allá, curioseando y tirando las cosas, que se lanza a veces sin pensarlo, y otras quiere que le cojan. Hemos de ejercer el amor y la disciplina en su dosis adecuada. Esto es lo que se llama balancear la mente. Realizamos una práctica extraordinaria, y la disciplina y el esfuerzo necesario a veces también lo son, pero la disciplina ha de ser acompañada de cariño hacia nosotros y hacia todos los seres, que es la base de Viriya, como está también en base de la sabiduría y de la atención. El cultivo del esfuerzo, de la fortaleza, de la energía, es un arte refinado, que ha de ser ejercido desde la comprensión profunda y la completa atención de donde estamos y lo que somos, que nos lleva a percibir la unidad, la comunión con lo que existe, y que nos da coraje para avanzar. 

VIRIYA COMO PERSEVERANCIA

La perseverancia se  define como la fortaleza mantenida. La perseverancia es el resultado del adiestramiento, en la que ya no nos preguntamos si podemos o no podemos, sino que simplemente hacemos lo que requiere ser hecho. Perseverar en el camino, en la práctica, en la meditación y en la vida, es el resultado de una decisión mantenida y una coherencia fruto de haber hecho la síntesis en nosotros. Es una virtud o versión de Viriya menos frecuente de lo que se puede pensar. Muchos practicantes se mueven al principio con entusiasmo, con gran energía ante los nuevos descubrimientos, ante la novedad de la práctica, pero luego no resisten las primeras adversidades, y se percibe que la profundidad de la comprensión no estaba asentada, y tampoco la energía como factor estable en la persona. Por ello en poco tiempo abandonan y no perseveran. La perseverancia debe ser considerada la energía base, de fondo, asentada en el carácter de la persona, como consecuencia de que la sabiduría, la comprensión, también está fundada y sostenida por una convicción profunda, basada en la experiencia continuada. En este caso los términos perseverancia, persistencia, permanencia, constancia, tenacidad son equivalentes y corresponden en cuanto a la coherencia en sacar las conclusiones vitales de nuestra comprensión. Es la capacidad de mantener la decisión tomada en el tiempo. El ejercicio del esfuerzo continuado es el que crea la capacidad de resistir , en el sentido de la capacidad de mantenerse en la práctica, la acción. Y esta crea la perseverancia, necesaria para el avance continuado a largo plazo. El desarrollo de la energía balanceada, equilibrada y dirigida a la transformación, se convierte así en la base de nuestro desarrollo y hace aparecer el rapto, o interés gozoso, como factor del despertar.

 LOS SIETE FACTORES DEL DESPERTAR: RAPTO (PITI)

En los que la energia ha aparecido, un rapto o alegría que no procede de los placeres mundanos aparece. Cuando el rapto que no procede de los placeres mundanos  aparece en quien la energía como factor se mantiene, entonces el rapto o alegría como factor del despertar se crea. El practicante lo desarrolla, y con su desarrollo lo lleva a su plenitud” Sutra Anapanasati

Pîti o rapto es alegría, sensación de plenitud, es el resultado del ejercicio sabio de la atención plena, resultado la continua búsqueda e investigación que lleva al ejercicio y el esfuerzo que culmina en momentos de alegría y lucidez gozosa. El ejercicio continuo de la atención plena en búsqueda y examen, en actitud abierta hacia la realidad conduce a la aparición de energía creciente, que culmina en alegría, en rapto gozoso, que lleva y estimula a seguir investigando a seguir mirando, generando una espiral de descubrimiento y gozo que conduce a la liberación.

El Rapto es un proceso de plenitud que puede darse como consecuencia de experiencias de exceso (drogas, hedonismo, etc. ) o como consecuencia de la propia renuncia, de la propia liberación del apego, como consecuencia de vivir en sabiduría y atención. Aquí El Buda, y por tanto nosotros, al citar “que no procede de placeres mundanos”, nos referimos al segundo caso. El primero es destructivo y enajenador de la mente y el espíritu, llevando al embotamiento y la pereza de ánimo. El segundo se convierte en un factor del despertar

Los momentos de rapto o gozo ocurren cuando el control del ego, la identificación con lo mental desaparece, o queda en suspenso. Es el resultado de una práctica continuada en el que se combina la decisión determinada y llena de energía de esfuerzo en atención continuada de nuestra propia búsqueda. De repente una sensación de plenitud, de felicidad aparece y quizás solo se mantiene un instante, pero provoca un impacto profundo. Este es el primer tipo de rapto. Aparece con frecuencia en los principiantes, cuando se mantiene por tiempo suficiente la atención viva, y solo existe eso. Este primer nivel de Pîti  (“Rapto Menor”) ha sido experimentado por muchas personas en diferentes ocasiones, en momentos diferentes de la vida, cuando por la intensidad de la experiencia (un nacimiento, una perdida, un momento de absorción, una emoción intensa, se pierde el control mental y el momento presente se vuelve un absoluto. Este nivel es solo sugerencia de felicidad, por ejemplo cuando decimos “ha pasado un duende” o cuando se vive un momento de relación intensa, una mirada con significado, una nota musical, etc. Es como un pestañeo, y habitualmente no recordamos como o porque. Simplemente a ocurrido. A veces también ocurre en el medio de un esfuerzo intenso o de una focalización profunda en un trabajo.

El segundo nivel de Pîti (“Rapto Momentaneo”) es más intenso. Aparece de repente como un relámpago y es de una mayor intensidad que el primero, pero se produce por la misma causa y situaciones. Desparece como llego, y deja una huella profunda que no sabemos explicar.

El tercer nivel (“Rapto en Olas”) es sobrecogedor. No solo aumenta la intensidad, sino que hay una situación que sobrepasa a la persona, como si fuera inundado una y otra vez. Es gozo que le domina por completo. Suele aparecer en practicante tras largo entrenamiento, y a menudo es confundido con el despertar, siendo solo un paso hacia él.

El cuarto nivel (“Rapto de Elevación”) puede ser llamado de éxtasis inicial, en el que la conciencia queda suspendida, y se tiene la sensación de ser elevado del suelo, de ser llevado en una nube de gozo, que se mantiene durante más tiempo. La experiencia se asimila a la invasión de continuas olas de rapto que inundan al que experimenta. El tiempo se suspende y no se tiene noción del mismo. Suele ser la puerta del Despertar que se manifiesta repentinamente. Todavía no es el estadio pleno, pero tiene el olor y el carácter del mismo.

El ultimo y quinto nivel de Pîti  (“Rapto Penetrante”) es de plenitud, el gozo inunda el cuerpo y el espíritu, está en todos los poros, y se manifiesta como un estado. No se es dueño de uno mismo, simplemente solo está el gozo, en medio de una suspensión extática en plena atención, donde la percepción del amor inunda al practicante. Se puede considerar esté estadio como atributo de la experiencia iluminativa.  Esta visión de cinco tipos de Rapto no es por completo real, pues es más bien un proceso en que la dedicación del practicante puede permitir pasar de una a la otra como un camino de profundización.

Pîti puede expresarse también de forma menos aguda, menos ostensible. Es el gozo sereno que acompaña a una practica continuada, y en este sentido se entiende bien que es la antesala de la paz de espíritu. Es un gozo lucido, lleno de profundidad, sabiduría y esperanza, resultado de saberse en el momento que toca, en la actividad que corresponde y que todo está bien. Esta forma de Pîti, que implica una consistencia en el estado, una maduración en la apertura del espíritu es un estadio desarrollado, mas consistente que las experiencias agudas como factor del Despertar.

En medio de la absorción profunda podemos experimentar la impermanencia de todos los fenómenos, como todo aparece y desaparece, también nuestros momentos y nuestra vida, nosotros mismos. Esta experiencia, de profunda comprensión de la realidad va acompañada muy a menudo de una sensación de ligereza de libertad, que hace aparecer el rapto, la alegría interior que nos hace abandonar nuestro aislamiento y sufrimiento, la falacia de nuestra existencia separada. De nuevo esta forma de felicidad se expresa con mayor frecuencia como una serenidad gozosa y delicada, una armonía en medio de la atención rica de sabiduría y comprensión, mas que como grandes movimientos de éxtasis y descarga emocional.

La experiencia del cese del sufrimiento es en si mismo causa de felicidad y gozo. Con la comprensión de las causas del sufrimiento, y la superación de las mismas, del apego, surge el cese de la neurosis que acompaña al dolor, el s

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