LA TRANSFORMACIÓN: MUERTE Y NACIMIENTO

La vida es transformación. Transformación es muerte continua y nacimiento continuo. Ser y dejar de ser. En un principio no existía ni muerte ni nacimiento. El ser se mantenía desasido en si mismo, pero el nacimiento y la muerte eran una misma cosa dentro de si misma, porque era, y ser significaba serlo todo, pero la transformación es completa y la realidad brilla totalmente en su plenitud. El que era inició su propia transformación en el ciclo de vida que vivimos, y las diferentes formas se suceden desde entonces en el propio Ser, que se hace a si mismo en las mil muertes y los mil nacimientos. El ser no es terminado, pues se realiza en el cambio, en la transformación. Se inicio una danza eterna, en la que las diferentes formas, las múltiples polaridades y las tensiones entre las partes totalmente interconectadas dan lugar a un continuo devenir de la vida, que supone un continuo morir y un continuo nacer. Cada momento es muerte y cada momento es nacimiento. La realidad en si misma solo se entiende en su presencia como forma a través de la mutación continua de si, a través de un aparecer y desaparecer.

El ser en si es existente en si mismo, en potencialidad y plenitud plena. Las polaridades están unidas, la realidad es completa. Pero la realidad también se expresa completa en la forma, en la diferenciación tal como la conocemos en continua transformación, no terminada, en evolución. El Ser es la suma de la materia y la antimateria, los fenómenos en conjunto, el espíritu, la energía y la expresión material. Es el todo y el uno. El ser original es esto también. No son dos realidades sino una única realidad expresada en su unidad y en su diversidad al mismo tiempo. Es el todo y es el uno, es Dios, Brahma, y Vacío, el Ser y el no ser . Es cada uno de nosotros, cada gota del espacio. Cada parte de la realidad no es realmente parte sino todo y como todo se expresa. En una gota de agua están los mil universos. Cada forma de vida es toda vida La realidad se transforma físicamente, se transforma en materia y energía, las moléculas y los átomos, las estructuras complejas que se forman y transforman, los organismos y los conjuntos de organismos, continuamente aparecen y desaparecen. Desaparecer significa dejar de ser esa forma concreta para dar lugar a esa otra, pero la desaparición de esta forma es necesaria para que esta otra forma surja, y este continuo cambiar es la naturaleza real de las cosas, de forma que el Ser primigenio es también nacimiento y muerte, transformación intrínseca que evoluciona en si misma. Incluso las leyes que rigen esta transformación, y que en nuestro universo parecen inmutables, en la realidad toda son también diversas y alternativas, de forma que el cambio de las leyes da lugar a un cambio global de la realidad que vemos, en un conjunto infinito de posibilidades de universos. 

Estos flujos cambiantes de la realidad se entrecruzan entre si, se influencian y se complementan, se tensionan y compiten, continuamente interrelacionados, continuamente en interacción, en una fabulosa red de Hyndra interconectada, en cuyos cruces brillan por un instante perlas maravillosas, luces que aparecen y desaparecen. Se forman organismos complejos que dan lugar a sistemas mas complejos, que a continuación se transforman en otra cosa, se terminan como realidad y dan lugar a otra realidad. Por ello la evolución puede describirse como muerte continua y nacimiento continuo concatenado. Es la muerte del viejo ser para dar lugar al nacimiento del nuevo. Mueren celulas para dar lugar a nuevas celulas, las moleculas se reorganizan formando nuevos agregados sobre la base de lso viejos, mueren organismo y nacen nuevos, mueren formas de ser, sentimientos e ideas, formas de conciencia, y nacen nuevas que brillan dominantes, como modas que aparecen y desaparecen. Se establece una conexión intima entre la muerte y el nacimiento, siendo en realidad dos caras del mismo suceso, que es transformación continua Las sociedades o conjuntos de realidad son también conglomerados de interacción, que se encuentran y se organizan siguiendo principios de complementariedad o competitividad, de eficiencia energética o de pulsiones dominantes, pero que se mueven dramáticamente en un continuo fluir y reaccionar. Algo tiene que morir para que algo nazca. De las cenizas de un cuerpo social nacen nuevas realidades sociales, nuevas formas de interacción, globalmente mas elaboradas, mas consumadas. Históricamente a veces son pasos atrás,  a veces son caos y desorganización, que luego se organizan de nuevo. En la escala temporal son avances y retrocesos en una rueda evolutiva global. Lo esencial es este morir y nacer. Nada puede sustraerse a él. No existen seres separados que permanezcan.

No existen existencias que se justifiquen por si mismas. Todo se conecta. La vida que ahora veo, y que mi miopía me hace parecer que se mantiene siempre ahí, no es mas que un momento efímero, no es mas que un parpadeo que aparece y desparece en la noche del tiempo, que ha de aceptar su desaparición para dar lugar a algo superior o diferente, pero que necesita de este morir para surgir. Cada instante, cada momento, es un momento de muerte y nacimiento, pues es un momento de cambio. No existe esa realidad que indica que el tiempo es continuo y absoluto, en el cual se suceden solo pequeños ajustes de una realidad sólida básica. El tiempo es discontinuo y relativo, y los ajustes son en su conjunto cambios de realidad, pequeños y grandes dramas de muerte y nacimiento, continuamente reproducidos. Esta nueva visión tiene consecuencias sustanciales para mi comprender y mi vivir:

  • No hay nada que este solo, aislado o independiente. No existe la soledad. Todo esta entrelazado, interconectado e interdependiente, y todo depende de todo para su expresión,  para su momento vital. Cada realidad esse intercambia continuamente y se transforma, y las mil formas son diferentes expresiones de la misma realidad, que se mantiene una en cada una de las partes
  • No existe la muerte, sino la transformación en diferentes formas y expresiones de la realidad. O mejor decir, lo que somos se manifiesta continuamente a través del morir y el nacer, de la aparición y la desaparición.
  • La expresión de la vida es la expresión de la comunión plena, expresada en la diversidad, y por tanto el urdimbre de la vida es el amor, o la tendencia a la unión de los seres y las realidades. El avance en la evolución es el designio hacia la incorporación plena a la manifestación del ser. Este es por tanto el plan divino. La superación del sufrimiento es la aceptación de nuestra continua evolución, nuestra existencia no separada
  • Incorporarse al plan divino, a la transformación, a la evolución es la aceptación personal de la muerte continua y el nacimiento continuo, a través de un vaciamiento y desidentificación que permita la expresión plena del Ser. Es por tanto un proceso de individuación primero, para luego ser un proceso de vaciamiento y desidentificación, en continua transformación desde el presente vivido, la muerte en cada instante y el nacimiento en cada instante
  • La unidad como meollo de la existencia rompe con la dicotomia dualista de nuestra existencia. No existe lo positivo a lo que adherirnos y lo negativo que rechazar, el cielo que alcanzar y el infierno que temer, sino una vida diversa en continua peregrinación hacia la expresión una. Vivir desde la unidad lleva a profundas transformaciones sobre la forma de ver la realidad, de vivir nuestra existencia, de desarrollar nuestra conciencia, de expresar nuestros sentimientos y percepciones, lo aspectos personales y sociales de nuestra vida, nuestra expresión mas básica, fisiológica, energética, sexual, racional o transpersonal, nuestra vida espiritual.
  • No existe el mal, como lo negativo del bien, sino lo completo y lo incompleto, el sufrimiento como la paralización de la transformación, como la identificación irreal, y como la opción diversa de nuestro ser consciente que también es expresión de la realidad. La sombra es solo luz no expresada, y por tanto “la espalda de Dios”,  La realidad en desequilibrio, el drama de lo incompleto, por muy radical que este pueda expresarse
  • La tarea a realizar es la tarea divina, como nuestra aportación al avance evolutivo esencial, e implica continuas actuaciones personales, colectivas, sociales, naturales, hacia la expresión plena y armónica de lo existente. NO podemos sustraernos a la participación. En cada instante optamos por resistirnos o avanzamos a favor del cambio. En un caso sufriremos, en otro avanzaremos a la plenitud y la felicidad. Con nuestra participación o sin ella, al final la realidad se expresara a si misma.

Yo soy parte de la realidad. Soy la expresión completa de la realidad, y por ello muero y nazco de nuevo en cada instante. Muero como realidad conjunta una vez, para dar lugar a otra realidad, que significa otra expresión, ni mayor ni menor, del Ser primigenio. No soy un dios menor, indestructible y sólido y permanente para siempre, en esencia único y acabado. No. Soy simplemente la expresión de esta realidad, en comunión, en interacción con la realidad toda, y doy lugar a esta expresión, que por maravillosa y consumada que parezca, es un transito entre expresiones y manifestaciones, en la continua danza de la evolución. Pero soy en esencia lo que siempre ha estado aquí, cambiando continuamente de expresión. En esa red vital, al ser encrucijada ahora, maravillosa joya que brilla ahora, soy al tiempo el conjunto de la red, y solo puedo expresarme a través de la perdida de mi brillo aquí para que pueda brillar allá. Soy por tanto viajero en este transito, caminante de los mil caminos que se cruzan y uno con el cuerpo total de las mil existencias. Miraré pues de frente mi muerte y mis muertes, de forma que pueda vivir. Pues mi vida solo es posible si acepto mis muertes, y mi comunión, mi plenitud, solo es posible si acepto mi cambio y mi desaparición. Solo a través de mi desaparición el Ser se manifiesta. El que soy, y que fui desde el principio, precisa de esta muerte, y ésta, y ésta, para su manifestación plena. Mi acción, mi presente, que yo llamo vida, es el transito en este nacer y morir, continuo, que es la ley de mi existencia. Hablemos pues de mis muertes. En primer lugar habré de aceptar la muerte como sinónimo de la vida. Morir es nacer, y por tanto avanzar. ¿A que he de morir? A mis identificaciones y apegos, a aquello que he venido a llamar sombra, y que he identificado como demoniaco y maligno, y por tanto he rechazado a pesar de vivir en mi, y ser mi realidad también. Me he vuelto neurótico al ignorar su existencia. Sin embargo la realidad no califica, como diría Jung:

La Sombra …es el “lado oscuro” del Yo y nuestra parte negativa también se encuentra en este espacio. Esto supone que la sombra es amoral; ni buena ni mala, como en los animales. Un animal es capaz de cuidar calurosamente de su prole, al tiempo que puede ser un asesino implacable para obtener comida. Pero él no escoge ninguno de ellos. Simplemente hace lo que hace. Es “inocente”. Pero desde nuestra perspectiva humana, el mundo animal nos parece brutal, inhumano; por lo que la sombra se vuelve algo relacionado con un “basurero” de aquellas partes de nosotros que no queremos admitir.

Por tanto necesito tanto mi sombra como mi luz, necesito el claro-oscuro que soy, para aprender a mirar de frente, a ver qué es lo que ocurre en esta vida, que digo mía, pero que no es mas mía que todo lo demás. El proceso de aceptación de la muerte comienza con mirar de frente, con aceptar la realidad tal y como es. Pero morir es necesario, en el sentido que indicaba Jesús

Entre los fariseos había un personaje judío llamado Nicodemo. Este fue de noche a ver a Jesús y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, porque nadie puede hacer señales milagrosas como las que tú haces, a no ser que Dios esté con él». Jesús le contestó: «En verdad te digo que nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo desde arriba». Nicodemo le dijo: «¿Cómo renacerá el hombre ya viejo? ¿Quién volverá al seno de su madre?» Jesús le contestó: «En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: Necesitan nacer de nuevo desde arriba. El viento sopla donde quiere, y tú oyes su silbido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo le sucede al que ha nacido del Espíritu»

Sin embargo, no es una experiencia salvífica lo que percibo cuando vivo el dolor. Desde mi experiencia, mi posición como ser que se identifica con un concepto de un yo separado, es percibir el miedo de esta separación, percibir el resultado de mi miedo, que se convierte en defensa de lo que identifico como mi ego, mi identidad, a la que me apego, incluyendo mis roles diversos (el santo, el sabio, el gracioso, el necio o el victima), mis cosas materiales, mis proyectos, aquello que me da seguridad, a los seres que considero “míos”, a mis creencias y ideologías, que forman el armazón de mis perspectiva frente al mundo. El resultado de esta actitud defensiva es el miedo y la angustia, la depresión y la ansiedad, la confusión sobre las cosas y sobre mi mismo, la envidia y los celos, los deseos de posesión y mi agarrarme a lo que creo ser y tener, a defender mi ego que me lleva al odio y la violencia. Percibo todo ello como una tensión negativa, por las dificultades éticas de mis actos, lo que me causa la culpa. Así contemplo mis demonios, y me considero pecador, y el dolor se convierte en sufrimiento, que es la neurosis del dolor.

Mi reacción frente a la culpa y frente al sufrimiento es enterrarlo, enterrarlo en mi subconsciente y no querer darle la cara. Busco como alocado algo en lo que sostenerme. Deseo fijar mi existencia y negar mi propia evolución como irreal. Vivo como si nunca fuera a decaer, como si nunca fuera a morir y desaparecer. Sin embargo se que esto es exactamente lo que va a ocurrir, cambiaré y desapareceré. De ahí mi ansiedad. Y repito el círculo vicioso, más o menos conformista, más o menos en rebeldía, a lo largo de cada paso en mi vida. Pero en el fondo hay algo más: la necesidad imperiosa de ser alguien. Ser alguien es lo contrario de ser nadie. Mi identidad es lo que está en juego. No me imagino desapareciendo, diluyéndome, incluso aunque esto signifique, como dice el profeta “entrar en el seno de Dios”. Prefiero inventarme un alma individual inmortal sometida al ciclo de Luz y Sombra, premio o castigo, cielo o infierno; o prefiero inventarme un ciclo de vidas contempladas como un mismo ser individual que entra y sale de la existencia, cuya evolución puede ser identificada y premiada con el nirvana, que lo considero, y no sé si si realmente prefiero considerarlo, lejos e inalcanzable

Apegarse es insistir en ser alguien

Desde esta perspectiva dicotómica de premio o castigo, de luz y sombra, elijo una  opción que me parece obvia: quiero ser luz y rechazo la sombra que descubro en mi. Le doy a la Sombra el carácter demoniaco y negativo, y arrastro la culpa que acompaña el reconocerme también hijo de la sombra. Pero haciendo esto no hago más que enredarme en círculos viciosos y perderme en confusión. Y me pregunto: “¿pero querer ser alguien, tener identidad no es algo natural, algo a lo que todos tendemos y la base principal de nuestra existencia?”  Lo veo así porque solo puedo ver desde este lado del espejo, desde mi mente racional. Y continúo: ”¿No constituyen la sombra los aspectos que nos hacen daño, todo aquello que tira de nosotros hacia abajo y nos lleva a la destrucción?”. Desde esta perspectiva entiendo que la muerte del cervatillo por el león, o la destrucción del tsunami a su paso es un acto cruel, cuando es un acontecimiento neutral, un suceso lleno de dolor pero que no puede ser calificado en términos de juicio. Es mi mente la que los califica, en función de los arquetipos fabricados por mi ego en su deseo de identificación. Por supuesto el Universo está lleno de dolor.  Pero el dolor, Dukkha,  es la tensión que lleva al proceso creativo de una forma misteriosa, y este ha de verse como una oportunidad, en la que a veces participamos, pues da lugar a una nueva existencia, a un nuevo nivel de complejidad. El demonio lo creo yo.

No apegarse es ser libre para ser nadie

Es mi destino, mi meta vital, mi nueva fase de evolución y mi plenitud, llegar místicamente, en esta vida ordinaria, a fundirme con lo Uno, a vivir en mi contingencia, soltando todo deseo ilusorio de identificación, a seguir el flujo de la existencia, siendo real, autentico en el aquí y ahora, sin juicios, en lo que el presente muestre. Doliéndome en el dolor, disfrutando en el placer, transformándome y siendo joven o viejo, no importa, diluyéndome y desapareciendo, ahora sí, de forma gozosa “en el seno de Dios”. La des-identificación de cualquier identidad no es como parece un destino a temer, sino mi tarea vital. A cambio obtengo la radicalidad en el presente. Esto significa lograr ser la manifestación que toca, para dejar de serlo inmediatamente. No significa no tener memoria o no tener historia, sino cambiar las prioridades de mi vivir. De estar viviendo en el pasado o en el futuro, a vivir solo agarrando el presente. Cada momento que vivo es una identidad a la que muero. Vivir sin identificarse, sin fijar esta identidad es la forma de enfrentarse a la Sombra. Por ello la Sombra es mi compañera, es la tensión de la vida. Y he de aceptar también mi muerte definitiva, mi desaparición como este yo que ya no tiene sentido, la transformación de este ser, de esta existencia en otro ser y otra existencia. Si participo en la tarea en mi vida, en la transformación de la realidad, mi vida, una vez muerto será una vida mas plena. Lo que tengo que hacer es dejar de llamarla “mi vida” para llamarla “esta vida”, que es solo una de las múltiples manifestaciones que existen. Al morir y desaparecer, sin dejar rastro individual, algo maravilloso nace, y la expresión que soy da lugar a una expresión mas bella, mas divertida, mas completa, mas real. Solo tengo que morir.

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9 respuestas a LA TRANSFORMACIÓN: MUERTE Y NACIMIENTO

  1. Paz Rosales dijo:

    En este escrito profundo se habla de "plenitud"porej. "mi plenitud solo es posible si acepto mi cambio y mi desaparición"
    Yo me pregunto: ¿De qué plenitud se trata? porque plenitud a mi entender quiere decir pleno, acabado, pero si todo, si Dios mismo está continuamente naciendo y muriendo en sus manifestaciones y formas, nunca podrá haber plenitud. Incluso cuando muramos también nos transformaremos y la transformación seguirá si todo cambia.
    Me gustaría me aclararan esto. Muchas gracias
    Paz

  2. admin dijo:

    Buen dia Paz. Hay que entender el camino espiritual como un proceso, no una meta. Es cierto que las palabras confunden. Si el espiritu divino es la evolución, y somos nosotros, y es toda manifestación, esta continuamente haciendose, manifestandose. Por eso, quizas plenitud corresponde a fluir con la manifestación en el momento presente, con la evolución aqui y ahora. En ese fluir experimentamos que hemso llegado a casa. No es un estado de perfección donde la la evolución ha terminado, o donde las insuficiencias han desaparecido, sino un estado de completa libertad, haciendonos uno con el Dios que se crea a si mismo en nosotros. Pleroma sería por tanto la manifestación completa de la evolución. 

    Se que todas estás palabras pueden confundir, ya se llame "experiencia de vacío" o "experiencia de plenitud". Intenta por favor apartar la mente cartesiana y solo preocupate de fluir en el momento presente. Esto es lo que importa. Un abrazo

  3. Rosa Anguiano dijo:

    Ok trató de entenderlo pero como aceptamos los que nos quedamos recién murió mi esposo y es difícil díganme como acepto esa transformación

    • admin dijo:

      Hola Rosa. Entiendo que la perdida de un ser querido es un profundo dolor en el que nuestra mente y nuestro corazón da mas muestras de soledad y de separación. Sin embargo la verdadera realidad es que no hay soledad ni separación, que los seres queridos y no queridos que se han ido no eran algo separado de nosotros, sino que ellos y nosotros formamos parte de una transformación global. El problema es nuestra ceguera experiencial para verlo. Lo único que puedo ahora y sin que hablemos mas es recomendarte que te sientes en silencio y en cada respiración afirmes el ¡¡Hagase!!. Da tu aceptación a lo que ocurre, y no construyas una neurosis con lo que no ocurre. La paz y la plenitud vendrá si eres consistente. Paz y Bien

      • Rosa Anguiano dijo:

        Muchas gracias por responder a 4 meses ya estoy más tranquila y sé que su escencia está cerca agradezco muCho tu respuesta estámos en contacto

  4. Lili dijo:

    Hace 1 año murió mi único hijo de una enfermedad que lo hizo sufrir mucho. Me siento muy mal y me cuesta mucho la separación… Busco algo que me conforme… Gracias por su tiempo. 

    • admin dijo:

      Cuando alguien querido se va, las palabras sobran para expresar o consolar. Solo los abrazos, los gestos de corazón y la contemplacion de la vida pueden poco a poco suponer el balsamos necesario. Es importante, querida , que permitas a tu hijo irse. Nuestro camino es siempre ser ahora lo que somos para disolvernos cuando llegue el momento. Nuestro destino es la luz, y el transito de muerte da lugar a un nuevo nacimiento. Pon una vela de despedida a tu hijo durante unos dias, y luego sigue con la vida, aunque duela. Es lo que tu hijo hubiera querido. La meditación, el silencio, es la practica de conexion con todo lo que existe. No puedo por menos de recomendartela. Pero sobre todo sientete abrazada por todos los que caminamos a tu lado. 

  5. Estela Pereyra dijo:

    Gracias por tus palabras… he dejado ir a mi hijo pero no puedo evitar extrañarlo tanto tanto… aún no puedo creer que se haya ido y yo me quedé acá con las manos vacías🥺🥺🥺

    Estoy muy triste, muchas veces lloro de impotencia y saber q nunca más volverá 😭😭😭

    • admin dijo:

      Querida Estella. Siento tu dolor, siento tu desgarro. En él te acompaño. Espero puedas aceptar pronto que nuestra vida es transito, aun cuando para una madre no hay mayor dolor que el hjijo vaya antes. Tu tambien te iras, y tambien yo. Pero eso no consuela. Espero tambien que pronto la presencia de la muerte permita que tu vida sea mas profunda, mas contenida, mas amorosa, aun cuendo el transito de dolor no puede ser evitado. Somos todos unidos y nuestra transformacion, aun dramática, hace que evolucionemos en las mil existencias. Entonces todo es vida. Tambien la de tu hijo, al que debes permitir en tu corazon que marche hacia la luz. Espero puedas recibir mi abrazo… en tu momento

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