Ser la Realidad

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(Texto orientativo para el tema del mes de Octubre 2016 de Espíritu y Zen)

  • El Reino del Padre no vendrá por expectativa
  • No dirán: ¡Mirad aquí! o ¡Mirad allá!
  • Sino que el Reino del Padre se extiende
  • sobre la tierra y los humanos no lo ven (Tm 113)

 

  • …Mas el Reino está dentro de vosotros y fuera de vosotros.
  • Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos,
  • entonces seréis conocidos
  • y caeréis en la cuenta de que sois hijos del Padre Viviente.(Tm 3)

 

  • …Mirad las aves del cielo…Mirad los lirios del campo…
  • No os afanéis diciendo
  • ¿qué comeremos? o ¿con que nos vestiremos?…
  • Buscad primero el Reino de Dios y su justicia,
  •  y todas las cosas os serán añadidas… (Mt 6, 25-35)

 

…Sed Transeúntes… (…Haceos viajeros…) (Tm 42)

Jesús hace equivalente el Reino de Dios a la Realidad que está presente en todas partes, que se extiende por toda la tierra, …aunque nuestros ojos humanos no la vean. No es un mundo alternativo a este en el que vivimos. Es este en el que vivimos. En su seno se encuentra el camino hacia la verdad, la realidad en su pureza original, tal y como es. Por eso hemos de mirar. Esta práctica de mirar de atención plena, de incorporarse a la realidad en plena conciencia y en tiempo presente, es el inicio del camino.

La visión mística de Jesús vislumbraba una realidad operando en toda situación, en todas las cosas, dentro y fuera de todos los seres, a lo que llamaba el Reino de Dios, que no es un estado seguro y permanente de la realidad, sino un proceso evolutivo, en continua creación. Es, según su visión, el Espíritu Santo desplegándose evolutivamente. Frente a todas las definiciones, frente a todos los dogmas podemos contestar o fallar, pero no frente a esta realidad de la dinámica que se hace dentro y fuera de nosotros (…A quien insulte al Padre, se le perdonará; y a quien insulte al Hijo, – también – se le perdonará. Pero quien insulte al Espíritu Santo no encontrará perdón ni en la tierra ni en el cielo…Tm 44). Esta dinámica evolutiva, en un continuo aparecer y desaparecer, donde no existe nada que quede fijo y seguro, identificado independientemente, es la verdadera naturaleza de todos los seres. La palabra naturaleza parece referirse a un fondo original que no cambia, que permanece seguro, pero no es así. La propia esencia se hace a si misma en todos los seres, de forma que lo que Jesús llamaba ABBA es la propia dinámica esencial de creación y desaparición, la acción evolutiva que da luz a quien ahora somos, y quien nos llama a cambiar desapareciendo de quien somos para ser otra manifestación, para fluir en el cambio.  

Y cual es el proceso para seguir este camino, para fluir en la transformación evolutiva de la realidad: Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una, y de configurar lo interior con lo exterior, y lo exterior con lo interior, y lo de arriba con lo de abajo, y de reducir a la unidad lo masculino y lo femenino, de manera que el macho deje de ser macho y la hembra hembra; cuando hagáis ojos de un solo ojo y una mano en lugar de una mano y un pie en lugar de un pie y una imagen  en lugar de una imagen, entonces podréis entrar [en el Reino] – Tm 22 . Cuando logréis superar lo que os separa, lo que os identifica o lo que creéis ser, y entréis en la experiencia de unidad, entonces entrareis en el Reino. Es un proceso de desidentificación, un camino para superar las diferencias, en el interior de la persona, en las relaciones entre los seres, en la organización social.

Y cual es el fruto del Reino, el efecto a través del cual es reconocido: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí” (Lc:7,22-23). Así la nueva conciencia supone la transformación del espíritu para la eliminación del sufrimiento y la construcción de una vida de igualdad y comunión. Implica una acción clara a favor de los mas vulnerables,. Implica una opción por igualar lo desigual, por superar la opresión, por construir una sociedad mas humana, mas libre, por terminar con la depredación del hombre por el hombre.

Jesús “ve” el Reino extendido por toda la Tierra, en el interior de la persona y fuera de la persona. Lo ve como la realidad actuante en tiempo presente, en este momento y en todo momento. La Realidad es así aunque los hombres no lo vean. Una visión de la vida egocentrada percibe las cosas y los acontecimientos en función de metas personales y de necesidad, cristaliza e intenta asegurar los estados, las separaciones, las identificaciones, creando dogmas justificativos, y así la mente se nubla. La manifestación del Reino de Dios es la caída de ese velo. Supone caer en la cuenta de quien somos en el origen, de lo que se manifiesta en todo acontecimiento. Jesús describe este cambio de conciencia como la manifestación del Padre viviente. Así Eckhart puede decir que “…Dios está dentro, pero nosotros estamos fuera…” y Juliana de Norwich: “…Dios está mas cerca de nosotros que nuestra propia alma…”

Lo que estos místicos llaman Dios, otras tradiciones llaman la esencia del ser, la naturaleza original, el Tao, la Fuente y el Origen, o el medio divino. Lo importante es saber que nuestra verdadera esencia, nuestra verdadera conciencia es la conciencia divina original, y que su manifestación es lo que en la tradición de Jesús se llama la manifestación del Reino de Dios. No es un lugar al que llegar, no es un estadio evolutivo superior, sino la propia acción del espíritu/evolución que transforma la vida y nos iguala en identidad.

El camino es un camino de autoconocimiento, de conciencia, pero no es un autoconocimiento o conciencia racional, de comprensión lógica. Es “…caer en la cuenta de que sois hijos del Padre viviente…” todos sin excepción y en igualdad. Somos hijos del flujo creador, y por tanto su manifestación. Esto es lo que tenemos que caer en la cuenta. Es un venir a lo que “no cae en sentido” manifestando en la vida ese cambio crucial hacia ser manifestación en cada cosa. Esta forma de conocer, que significa ser sin juicio, sin intenciones, sin control, es la forma de conocernos a nosotros mismos, y de saber quien realmente somos:  Hijos del Padre Viviente (Tm 3) lo que significa de igual naturaleza y realidad que todo lo existente. De igual naturaleza y realidad que Jesús

Y ¿cómo hemos de hacer para que ese velo caiga?. Jesús de nuevo nos lo indica: …Mirad las aves del cielo…Mirad los lirios del campo… Se empieza por la practica del momento presente. No solo “observando” la realidad, sino “siendo” la realidad (“Sate-“). Una forma de mirar diferente, interior, holística, que nos lleva a incorporarnos a la realidad sin separación. Supone un ejercicio de incorporarnos sin poner condiciones a lo que en cada momento ocurre. Siendo lo que somos en este momento, ni mas ni menos: “…No estéis ansiosos en la mañana sobre la noche ni en la noche sobre la mañana…” (Tm 36) Esto es el “Sate” en acción: Venir a ser lo que toca en cada momento, adiestrándonos en soltar lo que no toca, en abandonar las identidades a las que nos sujetábamos.

Pero no debemos quedarnos asegurados, situados en ningún estado o definición, en ninguna identidad. Jesús nos llama a “Ser Transeúntes” – “Hacernos viajeros” – ( como ordena al padre de las tradiciones patrísticas, Abraham: “…Deja tu patria y a tus parientes y a la familia de tu padre, y vete a la tierra que yo te mostraré… Gn 12,1). Supone ser “tranviario” en transito, “transeúnte”, viajero, en continuo cambio, aparición y desaparición y “transitivo”, no inmanente, impermanente, contingente, interdependiente. Es un continuo proceso de aceptación, de aparecer y desaparecer con la realidad. Como diría el Buda: “…un hombre normal alcanza la sabiduría si contempla que todo lo que aparece, desaparece…” Así diremos que nuestra identidad es una no identidad. El Padre Viviente se hace a si mismo en nosotros. Ni siquiera lo que llamamos Dios o naturaleza original  es una realidad en si mismo, Se realiza, se hace y se deshace en todas las cosas. Somos templo del Espíritu Santo en el sentido de ser el lugar donde la evolución se realiza, donde la dinámica de ser y no ser se produce. Esto supone una renuncia radical a la individualidad, que esta llena de consecuencias prácticas (nada es mío, ni mi nombre, ni mis seres ni mi cuerpo ni mi mente… y al tiempo soy el lugar en que todo se produce). El dialogo esencial en el proceso destructivo y creativo es el lugar en el que vivimos y al que pertenecemos. Es el Reino de Dios realizándose. Podremos decir con el poeta

  • Pero se que no estás, que el vivir solo
  • es soñar con tu ser inútilmente
  • y se que cuando muera es que tu mismo
  • serás el que haya muerto con mi muerte.
  • Mas se que, como un mar, a todos bañas
  • y que las almas de todos tu reflejas (José Hidalgo) 

Referencias

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